Amenaza abortista a escala mundial

Preparémonos a sufrir, si Dios no lo remedia, una gigantesca campaña planetaria pro-abortista, encabezada por el magnate de la informática y hombre más rico del mundo, Bill Gates, con el pretexto de frenar el desmedido crecimiento de la población mundial, según puede deducirse de la información que publicaba la semana pasada en estas páginas el sacerdote Juan C. Sanahuja. A ella me remito, que aún esta disponible en ReL, para no repetir lo que ya está dicho. Sólo una sugerencia: no dejen nunca de leer al padre Sanahuja. Domina el inglés, se toma la molestia de bucear en la prensa anglosajona y aporta, en todos sus artículos, importantes novedades de lo que se dice y hace en torno a la Iglesia católica de allá, que tanto nos afecta a todos, y las grandes maniobras laicistas que se elaboran en obradores para nosotros poco conocidos o desconocidos del todo. Millonarios de tradición masónica A Bill Gates se unen otros multimillonarios como Georges Soros y David Rockefeler, de larga tradición masónica, conocidos por sus pretensiones de «orientar» el mundo desde la rebotica. Lo del masonismo de los Rockefeler viene de muy atrás. A la entrada de la plaza que abre el Rockefeler Center de Nueva York, donde se instala el gigantesco abeto iluminado en Navidad, existe un gran pedrusco de granito o mármol en bruto, y sobre él un largo texto en bronce suscrito por John D. Rockefeler –creador de este enorme complejo urbano-, que es todo un manifiesto en honor de la fraternidad universal y el buenismo humano, típicos de la retórica masónica. Es oportuno recordar también, que la Fundación Rockefeler promovió y financió, en los años 70-80, la creación de múltiples sectas protestantes de carácter fundamentalista en Iberoamérica (yo nunca digo Latino América, que es un barbarismo antihistórico), para quitar fieles y restar influencia a la Iglesia católica en Sudamérica, que –todo hay que decirlo- había emprendido una peligrosa deriva marxista con la teología de la liberación, la opción preferencial por los pobres y otras argucias ideológicas envenenadas. «Salud reproductiva» Estos progres malvados, porque malvadas son sus intenciones, especialistas en eufemismos, han inventado ahora la expresión «salud reproductiva», que ya emplearon en su campaña electoral en Estados Unidos, tanto el medio moro y suspenso en historia de España, Barack Husein Obama, como la totalmente wasp Hillary Clinton, y han empezado a repetir en España algunos dirigentes socialistas, como López Aguilar en esta última campaña electoral. ¿En qué consiste este embozo verbal? Mucho me temo que lo mismo que la melosa «interrupción voluntaria del embarazo» para no hablar clara y directamente del brutal aborto. Yo me pregunto, ¿cómo puede hablarse de «salud» asesinando sin piedad a fetos humanos, a millones de seres humanos en formación? Sí, seres humanos, mal que le pese a la indocumentada y torpe ministra de Desigualdad y persecución infantil, que ha cargado con el mochuelo de promover el proyecto zapateril del aborto libre. Pregunto más: ¿a qué vino a España Bill Gates, abanderado mundial del abortismo, estas semanas atrás? ¿De qué hablo con Zapatero, tras recibirle en Moncloa con honores de gran personaje, precisamente ahora que el señor Presidente está embarcado en una cruzada abortista y corruptora de la juventud? Manipular a la sociedad De todas maneras me alegra que se vayan individualizando las responsabilidades y aclarando los frentes. Siempre me ha parecido evasivo, por no decirlo de manera más gruesa, referirnos sólo a figuras ideológicas evanescentes como relativismo, laicismo, hedonismo, etc., para lamentar la perversión moral que estamos sufriendo o la descomposición social a la que estamos abocados con el propósito de manipular mejor a la sociedad. Tenemos que saber de donde proceden los tiros. Quienes disparan contra la Iglesia católica, quienes son los que, como termitas, barrenan los cimientos éticos de la gente para extraviarla. Identificar a personas y grupos concretos ocupados en el gran proyecto de manipulación mundial y descifrar sus intenciones y objetivos. Sólo de ese modo podremos elaborar, con fe, racionalidad y sin temor de llamar a las cosas por su nombre, la estrategia que nos permita hacer frente a esa gran ofensiva seguramente masónica que ya nos invade.