Violencia contra la mujer, aborto y cargos ideologizados del CSIC
Un año más celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres , precisamente el 25 de noviembre, día de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, lo que demuestra una vez más la torpeza del ateísmo en elegir fechas. Catalina es considerada la más sabia de las vírgenes de Cristo, que con ciencia hacía callar a los sofistas. Su intercesión sigue siendo implorada por teólogos, apologistas, predicadores del púlpito y filósofos, fue una consejera celestial de Santa Juana de Arco y puede ser un símbolo de la conciliación entre ciencia y fe.
La ONU, dentro de su Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, destaca como una de sus metas la eliminación de todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado.
De todas, menos de la mayor, la del aborto.
El aborto siega la vida de las mujeres más inocentes que existen, que son las no nacidas, a las que no les ha dado tiempo a hacer ningún mal, a las que Dios crea para que sean acogidas, recibidas, cuidadas como un don.
La práctica del aborto da la espalda a la ciencia, que sostiene que una persona humana comienza teniendo un cuerpo unicelular, no teniendo más que dejar que su ADN se exprese para llegar a adulto. Pero el ateísmo nunca ha respetado la ciencia cuando se ha opuesto a las ideologías que ha generado, el socialismo nazi o soviético y el liberalismo entre las más destacadas.
Si 58 y 40 mujeres han sido asesinadas por violencia de género en España, respectivamente en 2023 y hasta la fecha en 2024, el aborto ha segado la vida de más de 50.000 sólo en 2023 en España.
Si las hubieran dejado nacer, el 0,1% de esas niñas, según el porcentaje que da UNESCO, habrían llegado a ser científicas al crecer, más de cincuenta.
En todo el mundo hay 73 millones de abortos anuales, según la OMS, unos 200.000 al día. Es una auténtica masacre de violencia (también contra las mujeres) de la que nadie quiere hablar por ser políticamente incorrecto. Esto en pleno invierno demográfico.
Pero lo increíble es que algunas personas que trabajan en el CSIC, que es la institución que los españoles más identifican con la palabra ciencia, hagan público precisamente hoy un documento titulado ‘Comunicado del CSIC con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres: 25 de noviembre de 2024". No dicen nada de la violencia del aborto que no deja nacer a la niñas.
Hacen como si hablaran en representación de todos los que trabajamos en el CSIC.
Debe saberse que documentos de este tipo son producto de posturas ideológicas, es decir, sin base científica.
No representan lo que pensamos quienes trabajamos en el CSIC, porque no se nos ha consultado nada al respecto.
Es conveniente que se sepa que al presidente del CSIC se le sigue nombrando como lo hacía Franco, es decir, a dedo.
Cuando habla o suscribe o publica documentos como el que comentamos, no lo hace en representación de todos los que trabajamos en el CSIC, a los cuales no ha consultado.
Tampoco órganos internos del CSIC como la Comisión Mujeres y Ciencia emiten comunicados consensuados o consultados con el resto del personal. Aunque sus miembros figuran como electos, no son votados, sino nombrados por la presidencia de turno. No tienen ninguna representatividad en relación con la plantilla de científicos del organismo.
Por todo ello, este tipo de comunicados y otros no deben considerarse con base democrática respecto al personal, y mucho menos con base científica.
El aborto es anticientífico por definición: pisotea las ciencias naturales.
Sigamos rezando porque Dios tenga piedad de los asesinados en el vientre de su madre, pero sobre todo de quienes perpetran ese tipo de crímenes, auténticos ciegos que no quieren ver, así como de las autoridades que este tipo de acciones promueven o miran para otro lado para no perder votos.
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