Creer en esperanza, contra toda esperanza
Acabamos de conocer una magnífica noticia. Se la debemos a aquellos que sí se atreven a nadar contra corriente, aquellos que viven en la esperanza porque saben que la verdad está de su parte y que la victoria será suya; aquellos que no se entregaron y que decidieron dar una batalla por la libertad.
Mucho se habla estos días de la crisis, y de la incapacidad de Rodríguez Zapatero para gestionarla adecuadamente. No sé si nuestro Presidente tiene un proyecto económico… parece que no… pero de lo que no cabe duda a estas alturas es de que tiene un proyecto ideológico. Un proyecto que va implantando paso a paso, ladrillo a ladrillo, y no hay más que hacer un repaso de las leyes, reformas y similares que estamos sufriendo desde hace años.
Visto en su conjunto, el panorama es desolador; y si uno mira hacia delante y ve lo que tiene preparado, la visión se hace aún más desoladora. Para llevar adelante ese proyecto ha tenido incluso que inventarse un ministerio y poner al frente del mismo a una ministra sin más capacidad conocida que la de permanecer inasequible al desaliento, llevando adelante, como un tanque, cualquier proyecto que su presidente le encomienda, aunque para ello tenga que sostener, en contra de toda la comunidad científica y del sentido común, que un feto es un ser vivo pero no un ser humano. La verdad es que hay trabajos indignos, aunque le permitan a una llegar a ministra.
Conocíamos hace unos días el proyecto para eliminar la objeción de conciencia de los farmacéuticos a la dispensación de la llamada píldora del día después. Los médicos serán los próximos. Que nadie lo dude.
La reforma de la educación es otra de las joyas de la corona de este Gobierno. Han metido la ideología en la escuela y no están dispuestos a permitir que salga. Con conciencias moldeadas a su antojo, los ciudadanos del futuro asumirán, sin crear problemas, todo aquello que el Gobierno pretenda que asuman. Ciudadanos educados a la medida del Estado.
Resulta sorprendente la poca resistencia que se están encontrando en su camino. Es inexplicable que la gente no se rebele en masa ante tanta iniquidad. Es terrible ver, como yo he visto, a padres incapaces de enfrentarse a lo que les viene. Padres que, sabiendo lo que una psicóloga iba a decirles a sus hijos de 14 años en una charla de sexualidad, un planteamiento que les va a conducir con toda seguridad a una vida incompleta y vacía, tan sólo decían «Los tiempos han cambiado. No se puede nadar contra corriente». Qué tristeza que unos padres no enseñen a sus hijos a nadar contra corriente, a tener aspiraciones, a ansiar una vida plena en lugar de asumir el sucedáneo que les venden, a defender aquello en lo que uno cree. Qué pena que no les enseñen a creer en esperanza contra toda esperanza, como hizo Abraham.
Acabamos de conocer una magnífica noticia. Se la debemos a aquellos que sí se atreven a nadar contra corriente, aquellos que viven en la esperanza porque saben que la verdad está de su parte y que la victoria será suya; aquellos que no se entregaron y que decidieron dar una batalla por la libertad. Una magnífica noticia para ellos y para todos. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha dado la razón a los padres objetores y ha reconocido su derecho a decidir la formación moral que quieren dar a sus hijos. Esta vez parece que no ha habido vídeo del ministro previo a la sentencia; no había nada que celebrar por anticipado. El Gobierno pierde y la libertad de conciencia gana. Es decir: ganamos todos.
Estas sentencias de Castilla y León constituyen un hito importante. Llegan varios meses después de las sentencias del Supremo con las que se pretendió dar por zanjado el asunto de Educación para la Ciudadanía. Las presiones sobre los objetores aumentaron; algunos se replegaron y dieron la batalla por perdida. Otros no. Muchos padres siguieron firmes, creyendo en esperanza contra toda esperanza. Así lo decían los padres de Castilla y León en una de las notas de prensa que mandaban a los medios a lo largo de estos meses: «Confiamos absolutamente en que estas circunstancias excepcionales queden perfectamente acreditadas en el caso de Castilla y León, en los argumentos presentados por los abogados que representan a los padres». Los magistrados habían sido muy claros en los autos de medidas cautelares. Decían entonces: «a diferencia de otras asignaturas […] la superación de esta asignatura no sólo implica recibir unos determinados conocimientos, sino que se exige del menor que los incorpore a su comportamiento para siempre» Y añadían aún mas, al referirse a los criterios de evaluación de la asignatura «no se aprobará la asignatura si el comportamiento de los alumnos/as no rechaza activamente -o admite activamente- algo de lo enseñado […] estableciendo como criterio de evaluación no sólo una asimilación de contenidos sino un determinado comportamiento». Ahora se han ratificado en tal valoración, con mucha más rotundidad.
Los magistrados de Castilla y León han sido valientes, sin duda, al dictar esta sentencia, en lugar de limitarse a acatar lo dicho por el Tribunal Supremo sin cuestionarse nada más. Estos magistrados, al poner su conciencia por encima de las facilidades, han contribuido a mantener la esperanza en la justicia.
La objeción de conciencia siempre ha tenido amparo moral. Ahora lo tiene también judicial en Castilla y León. Sigamos luchando contra aquellos que quieren aniquilar toda resistencia y acabar con la libertad de conciencia. Somos gente con esperanza. Lo lograremos
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