Rosa Parra estudiaba Bellas Artes en Valencia, hasta que el Jubileo del año 2000 de Roma cambió su vida radicalmente. Fue donde descubrió su vocación religiosa. Rosa se planteó aquella cuestión con el cambio de siglo. Su sueño era ser restauradora del arte. Pertenece a una familia sencilla con tres hermanos mayores y padres panaderos.