Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Tiempo después de la polémica de Notre Dame


El problema es, fue y seguirá siendo el siguiente: «Es la eclesiología, estúpido». La gran mayoría de los católicos estadounidenses nunca comprendieron que este asunto trataba sobre la naturaleza, la estructura y la disciplina de la Iglesia, no sobre política.

por George Weigel

¿Cómo están las cosas dos meses después de que la Universidad de Notre Dame desafiase al obispo de Fort Wayne-South Bend y a otros 80 obispos más al entregar un honoris causa en derecho al ponente que realizaría el discurso durante la ceremonia de graduación en 2009, es decir, al presidente de los Estados Unidos? La Administración del presidente Obama cree que el discurso fue un gran éxito. El presidente estuvo elocuente, inspirado y bastante animado. Además hizo algo que ningún presidente había hecho hasta ahora: involucrarse en el debate de los católicos estadounidenses sobre la identidad católica al sugerir que los católicos auténticos son aquellos que, al igual que Notre Dame, le recibían para «dialogar». Este argumento, que explica la controversia de Notre Dame como un enfrentamiento entre una posición abierta y dialogante frente a la intolerancia y el fanatismo, se vendió se forma satisfactoria en los medios de comunicación del país gracias a la Administración Obama, asesorada y apoyada por los acólitos católicos intelectuales. Sin embargo, la Administración Obama consiguió disimular que estaba añadiendo más leña al fuego, separando a una gran parte de los arzobispos católicos de Estados Unidos de sus feligreses. Modificando un poco lo que dijo James Carville en 1992, el problema es, fue y seguirá siendo el siguiente: «Es la eclesiología, estúpido». La gran mayoría de los católicos estadounidenses nunca comprendieron que este asunto trataba sobre la naturaleza, la estructura y la disciplina de la Iglesia, no sobre política. Esto manifiesta la actual debilidad de la identidad católica en Estados Unidos y lo mal instruidos que están los católicos estadounidenses. Es un mal presagio. Notre Dame revindicaba no sólo libertad interna para organizar la vida académica dependiendo de sus intereses, sino una libertad en contra del obispo. De hecho, Notre Dame declaró ser independiente de la Iglesia católica, ya que la Iglesia católica está representada en South Bend (Indiana) en el obispo de la diócesis de Fort Wayne-South Bend. La Administración Obama y los miembros del consejo de administración de la Universidad de Notre Dame declararían, sin duda alguna, que están orgullosos de ser católicos. Pero el problema sigue siendo: ¿cuál es la personificación, la representación, la realidad viviente a la que profesan lealtad? ¿Dónde está? ¿Quién la representa? ¿Qué importancia tiene lo que ellos opinen? Los obispos deben afrontar los hechos eclesiológicos de la vida provocados por cuatro décadas de catequesis infructuosas agravadas por el bombardeo mediático del año 2002 y las revelaciones de la irresponsabilidad episcopal. Uno de los objetivos principales del Concilio Vaticano II consistió en convertir a los obispos en los pastores y los padres legítimos de la Iglesias municipales, no en simples gerentes nombrados por la «corporación Romana S.A.». Sin embargo, muy pocos católicos estadounidenses lo entienden. Puede que veneren al Papa, puede que quieran a sus pastores, pero no entienden la conexión que existe con los obispos ni comprenden cuáles son sus responsabilidades. De modo que cuando llega la hora de la verdad y los obispos intentan defender la identidad católica de las instituciones católicas (sanitarias, benéficas o educativas), la típica respuesta de los católicos estadounidenses suele ser «esto es sólo un asunto político». Utilizan esta misma respuesta para protestar cuando un obispo recuerda al político que está haciendo peligrar su espiritualidad si recibe la Sagrada Comunión a pesar de encontrarse en una condición tan deficiente con la Iglesia al albergar problemas morales tan graves. Esta respuesta también limita a la libertad de acción de los obispos. Si un obispo se arma de valor para utilizar su autoridad canónica y declarar que a la Universidad X ya no se le puede considerar una institución católica, la gran mayoría de sus fieles malinterpretarán sus palabras y considerarían que está obrando de acuerdo a sus ideas políticas (no eclesiásticas). Esto no significa que este tipo de cosas no deban hacerse, pero requieren una gran preparación catequística y una estrategia efectiva de comunicación para poder explicar lo que y por qué se ha obrado así. En resumen y retomando la pregunta que formulé al principio: ¿cómo están las cosas después del asunto de Notre Dame? En alza para la Administración Obama y su agenda de coacción, claro está. A la baja para aquellos preocupados por la libertad religiosa, la identidad católica y el restablecimiento del liderazgo episcopal de Estados Unidos. * George Weigel, escritor y politólogo católico estadounidense, es autor de la biografía autorizada de Juan Pablo II «Testigo de esperanza» (Plaza&Janés), «el coraje de ser católico» (Planeta) y «Política sin Dios: Europa y América, el cubo y la catedral» (Ed. Cristiandad), entre otros.
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