El mitin del Coadjutor

Otro mitin. Es que no ganamos para mítines, hijo, con lo cómodo y lo agradecido que es decir «mira qué bien la llevan», y así se ponen la mar de contentos el tramo de los agnósticos y el llamador de lo políticamente correcto y conectado con las terminales del poder que entiende que esto de la Semana Santa es una manifestación cultural que hay que subvencionar. Y esta vez, encima, fue un mitin mitrado, a cargo del Coadjutor. Verán. Se presentaba en la Fundación Cruzcampo el número extraordinario de «Pasión en Sevilla», la revista cofradiera de ABC. Hasta aquí todo normal. Bueno, ya empezó la guasita del mitin con Julio Cuesta, el baranda magnífico y plenipotenciario de la Fundación. Cuesta dio el primer mitin de la noche. Como monseñor Asenjo no es de aquí, que es un alcarreño nada meloso ni pastelero, Cuesta se sintió en la obligación de explicarle que no estábamos allí por casualidad, que en el templete de la Cruz del Campo (y no en el de Heineken, como aseguran las malas lenguas) fue donde nació la Semana Santa. Yo esperaba que Julio Cuesta dijera lo políticamente correcto, lo folklórico, lo nuestro, mira cómo se me ponen los vellos de punta nada más pensarlo. Que dijera, vamos, que los nazarenos empezaron a ir a la Cruz del Campo para ponerse púos de cerveza, porque allí convidaban a las cofradías y les patrocinaban lo que hiciera falta desde el siglo XV, pues ya Gambrinus era mucho de la hermandad de la Sed. Pero va el tío y se pone a decir que las cofradías iban a la Cruz del Campo para proclamar que Cristo fue nuestro Salvador. ¡Qué mitin más vergonzoso! Bueno, y eso no es nada comparado con Alvaro Ybarra, el director de ABC. Va el tío, y en vez de decir que la revista «Pasión en Sevilla» es lo mejor del mundo, y que la Bandasoria había tocado de cine «Estrella Sublime», se pone a recordar que en ABC se defiende el humanismo cristiano y que aquí no nos avergonzamos de pronunciar el nombre de Dios. ¡Qué mitin más lamentable! Y así, claro, animaron al Coadjutor, que como el hombre está recién llegado y no se ha orientado muy bien todavía, entre el timo de la estampita que le pegaron nada más entrar en la Catedral y los dos besos que le arreó Manolete Loreto en el Alcázar, no vean el mitin qué pegó. ¡Qué vergüenza, que todo un Coadjutor se dedique a hacer política en los actos cofrades! Eso de proclamar la Verdad y la Vida, en el púlpito, hombre, no aquí. Aquí estamos para hablar de lo bien que anda la cuadrilla de Villanueva; y de lo bonita que Grande de León viste a la Caridad del Baratillo; y del palio del Carmen Doloroso, presssssioso; y de las nuevas marchas que se van a estrenar este año, «Porque tu barrio lo quiere», «Madrugá de canela y clavo», «Andares de Triana». No hay derecho. En vez de hablar de lo bien que huele Sevilla a azahar, y de que por fin han quitado los cables del tranvía gracias a los desvelos del único Arenas que gana elecciones, va el Coadjutor y se pone a decir que si las cofradías están para la evangelización, y que si con ellas los niños se acercan a los misterios de la fe, y que si sirven para proclamar a Dios ante el relativismo y el laicismo. Y de paso va el tío y pega un lambreazo importante con el derecho a la vida. Un mitin. ¡Qué pesados están con el derecho a la vida! Cuando el derecho a la vida, como es sabido, no tiene absolutamente nada que ver ni con Font de Anta, ni con Rodríguez Ojeda, ni con Rodríguez Buzón, ni con los capirotes, ni con los costaleros, ni con el incienso, ni con el chero tachero del terciopelo nuevo del manto de la Virgen de las Aguas. No ganamos para mítines. Nada, se empeñan en usar las cofradías para hacer política. De un abogado, me lo esperaba. ¿Pero de un Coadjutor? ¡Que haga política en las visitas pastorales, hombre, pero no a costa de las cofradías, que no están para esas tonterías de los fachas, sino para lucirse en La Campana!. Antonio Burgos