EpC: Salomón dividió el niño en dos mitades
Si hace falta denunciar a los profesores que inculquen valores morales inadecuados a los hijos, se hace. Si hay que denunciar a las editoriales que presenten libros de EpC con contenidos claramente adoctrinadores, se hace. Y si hay que denunciar a las direcciones de los colegios e institutos que elijan esos libros para dar esa asignatura, se hace.
Parece que las sentencias del Supremo sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía han dejado satisfechas a todas las partes. El gobierno puede decir que se prohíbe la objeción y los padres pueden alegar que el Alto Tribunal impide que la asignatura contenga contenidos adoctrinadores en valores y principios morales. Es decir, en este caso Salomón ha partido el niño en dos y le ha dado cada una de las mitades a las mujeres que reclamaban su maternidad sobre la criatura. Pero mucho me temo que el niño ha muerto. Como bien afirma el centro jurídico Santo Tomás Moro, resulta cuando menos peculiar que el Supremo diga que ni el gobierno ni los profesores pueden adoctrinar y al mismo tiempo impida a los padres objetar. Señores magistrados, si los padres quieren objetar es precisamente porque consideran que la asignatura es adoctrinadora. ¿Qué salida les dejan ahora?, ¿tener que recurrir a los contenidos mientras sus hijos son obligados a asistir a clase?, ¿y quién les va a quitar de la cabeza los conceptos que se les transmitan mientras los juzgados deciden si tal o cual contenido es adoctrinador? Tenemos el claro ejemplo de la situación en Cataluña de los padres que desean que sus hijos reciban la educación en castellano. Los tribunales les han dado la razón pero la situación no ha cambiado nada y esos niños han de estudiar en una lengua que es distinta de la que han mamado desde bebés. ¿De qué vale una sentencia favorable si el gobierno tiene la sartén por el mango a la hora de aplicarla, sin que la justicia pueda obligar a cumplir lo que ella misma dicta? Podemos ver a miles de padres enfangados en procesos judiciales sin fin mientras a sus hijos se les enseña la moral de Pepiño Blanco, Peces Barba y el insigne Zapatero. El Supremo les da la razón en el fondo pero les deja sin armas reales para enfrentarse a un coloso. Es como si David se hubiera tenido que enfrentar con Goliat a puñetazo limpio, sin su honda en la mano. Es como si a un atleta le permiten tomar la salida en una carrera pero le atan los pies. En todo caso, la determinación de los padres objetores no puede flaquear. Si hace falta denunciar a los profesores que inculquen valores morales inadecuados a los hijos, se hace. Si hay que denunciar a las editoriales que presenten libros de EpC con contenidos claramente adoctrinadores, se hace. Y si hay que denunciar a las direcciones de los colegios e institutos que elijan esos libros para dar esa asignatura, se hace. No sé si servirá de mucho, pero al menos tendrán que presentarse delante de un juez a declarar. Es más, yo les pediría que reclamen indemnizaciones por los posibles daños morales causados a los niños en caso de que hayan sido adoctrinados de forma contraria al deseo de los padres. Eso hará que más de uno se lo piense dos veces antes de decirle a un crío que el aborto es moralmente aceptable o que el matrimonio gay es una maravilla del progreso ético de la humanidad. La lucha continua y la razón está de nuestro lado. Esto acaba de empezar. Adelante pues en la batalla contra un gobierno de mentalidad totalitaria que quiere robarnos nuestro derecho a tener la última palabra sobre la educación de nuestros hijos. Luis Fernando Pérez Bustamante
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