Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Gesto definitivo de Benedicto XVI a los obispos lefebvrianos


Creo que no exagero si digo que estamos ante uno de los momentos culmen de este pontificado. Y no es casual que este levantamiento de excomuniones se conozca en la semana por la unidad de los cristianos.

por Luis Fernando Pérez

Hace unos días mantuve un “intercambio de opiniones” con personas más o menos cercanas o favorables al lefebvrismo en la sección de comentarios de una noticia que dimos en Religión en Libertad, y que hablaba de la firma de los documentos del Concilio Vaticano II por parte de monseñor Marcel Lefebvre. Sostuve entonces, y sostengo ahora, una postura que se puede resumir en 3 puntos: 1- Que Juan Pablo II no tuvo más remedio que anunciar la excomunión de Lefebvre y los obispos ordenados por él. En realidad no es que él les excomulgara, sino que el hecho mismo de ordenar obispos en contra de la voluntad papal era motivo de excomunión, aunque Lefebvre alegó razones de conciencia. 2- Que Lefebvre cometió un grave error que hizo mucho daño tanto a la Iglesia en general como al tradicionalismo católico en particular. 3- Que a pesar de ello, tanto él como los obispos ordenados y el resto de lefebvrianos eran y son infinitamente más católicos que toda la tropa de seglares, teólogos, religiosos y sacerdotes “progres” y heterodoxos que siguen oficialmente dentro de la comunión eclesial aunque no confiesan de facto la fe católica. Es por ello que dije que estaría encantado de que los obispos lefebvrianos volvieran a la comunión plena con la Iglesia. Y eso es precisamente lo que busca el Papa Benedicto XVI al levantarles la excomunión. Por tanto, estamos de enhorabuena. A menos que a alguno de los “indultados” -ya sé que no es quizás el término más adecuado- le dé por irse por las ramas y rechazar la misericordia del Papa, creo que estamos ante el fin de uno de los sucesos más luctuosos que la Iglesia ha sufrido en las últimas décadas. Dicho eso, no me cabe la menor duda de que muchos se preguntarán si monseñor Fellay y sus compañeros van a aceptar a partir de ahora TODO el Concilio Vaticano II o, por el contrario, seguirán poniendo en tela de juicio algunos de sus textos. Porque una cosa es mostrar desacuerdo con lo que ocurrió durante el post-concilio, algo en lo que muchos estamos totalmente de acuerdo sin ser lefebvrianos, y otra muy distinta no aceptar el concilio ecuménico. En todo caso, Benedicto XVI es bien consciente de esa cuestión y sin lugar a dudas la habrá sopesado a la hora de tomar la decisión que ha tomado. Creo que no exagero si digo que estamos ante uno de los momentos culmen de este pontificado. Y no es casual que este levantamiento de excomuniones se conozca en la semana por la unidad de los cristianos. No deja de ser peculiar que siendo que los obispos lefebvrianos no son favorables al movimiento ecuménico moderno, se les vaya a recibir en la comunión plena con la Iglesia precisamente en estos días. Parece que estamos ante uno de esos reglones torcidos con los que a Dios le gusta escribir derecho. A Él sea la gloria. Luis Fernando Pérez Bustamante
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