Mártires de Sabadell
MÁRTIRES DE SABADELL
Once Religiosos Claretianos formaban la Comunidad de Sabadell. Atendían una Iglesia en el centro de la población: un centro de espiritualidad para la población industrial.
El 20 de julio, todos se dispersaron y se refugiaron en persona amigas. Antes, se congregaron en la Iglesia para celebrar la Eucaristía. Depositaron la llave de la casa a los pies del Corazón de María. El día 20 de julio ardía la Iglesia. Solo quedó la estructura. La despedida no fue definitiva. La mayoría de sellos se reuniría de nuevo en la cárcel.
La historia martirial del P. José Reixach es impresionante. El mismo día 20 al anochecer, sintió nostalgia de su casa religiosa y volvió al nido. A media noche, las turbas invadieron el edificio. Él les hizo de guía. Al llegar a la Iglesia ve todas las imágines preparada para la hoguera; comienza la quema inmediatamente. A él no le detuvieron. Vuelve a la casa de acogida. <>.
El día 25 de julio, unos cincuenta milicianos le sacan de casa y le disparan en medio de la calle. Huyen, sin rematarlo, dejándole tendido. Arrastrándose como un reptil, llega hasta la Casa de la Caridad, distante unos ocho minutos. Dos horas tardó el P. Rexach. Con una mano sostenía los intestinos que se derramaban por las heridas del bajo vientre, afianzándose con la otra para avanzar. Las Hermanas de la Caridad le atienden con sumo cariño. La paciencia con que sufre y el Rosario que encuentran en su bolsillo, les hace sospechar. Una de las ayudantes de las Hermanas, asidua de nuestra Iglesia lo reconoce: <>.
Dan cuenta a la autoridad. El Alcalde y el juez se presentan con varios milicianos con sus fusiles en alto. El p. Les dice: <> El juez mandó trasladarlo a la Clínica de Nuestra Señora de la Salud. No tenía remedio. Del intestino perforado, surgía continuamente la sangre. De sus labios, continuas jaculatorias. Moría a las dos de la tarde.
Los Padres Mateo Casals, José Puig y los Hermanos Misioneros José Clavería, Juan Rafi y José Cardona se vuelven a encontrar en la cárcel. Está casi vacía. Encuentran nueve presos: Un P. Escolapio, y ocho magníficos jóvenes carlistas. Los presos hacen vida tranquila cada uno en su celda. A los seglares le traen la comida sus familiares; los religiosos la compren con el dinero que pudieron recoger al abandonar sus casas. La condimenta el hermano Cardona. El día cuatro de septiembre, después de la caída de Irún, todo cambia. Aquella noche, fueron martirizados. El día cinco sus cadáveres aparecieron en las carreteras de los alrededores.
El P. Juan Torrens, con 73 años y una ceguera avanzada, se dirigió hacia Premiá del Mar, con unos parientes suyos. Desde allí regresó a Barcelona. Una penitente suya le buscó una pensión de confianza. Allí estuvo hasta el 17 de marzo de 1937. En febrero el ejército nacional hizo blanco en los talleres Elizalde y vino la revancha. Registro de la pensión, destrucción de todos los objetos religiosos y detención del P. Torrens. De allí a la cárcel de San Elías. El día 17 de marzo salía para el cementerio de Moncada donde entregó su vida al Señor. Era hombre del Rosario. Se sucedía uno tras otro en la persecución y en la cárcel. A un visitante le detuvo con estas palabras: <>.
Once Religiosos Claretianos formaban la Comunidad de Sabadell. Atendían una Iglesia en el centro de la población: un centro de espiritualidad para la población industrial.
El 20 de julio, todos se dispersaron y se refugiaron en persona amigas. Antes, se congregaron en la Iglesia para celebrar la Eucaristía. Depositaron la llave de la casa a los pies del Corazón de María. El día 20 de julio ardía la Iglesia. Solo quedó la estructura. La despedida no fue definitiva. La mayoría de sellos se reuniría de nuevo en la cárcel.
La historia martirial del P. José Reixach es impresionante. El mismo día 20 al anochecer, sintió nostalgia de su casa religiosa y volvió al nido. A media noche, las turbas invadieron el edificio. Él les hizo de guía. Al llegar a la Iglesia ve todas las imágines preparada para la hoguera; comienza la quema inmediatamente. A él no le detuvieron. Vuelve a la casa de acogida. <
El día 25 de julio, unos cincuenta milicianos le sacan de casa y le disparan en medio de la calle. Huyen, sin rematarlo, dejándole tendido. Arrastrándose como un reptil, llega hasta la Casa de la Caridad, distante unos ocho minutos. Dos horas tardó el P. Rexach. Con una mano sostenía los intestinos que se derramaban por las heridas del bajo vientre, afianzándose con la otra para avanzar. Las Hermanas de la Caridad le atienden con sumo cariño. La paciencia con que sufre y el Rosario que encuentran en su bolsillo, les hace sospechar. Una de las ayudantes de las Hermanas, asidua de nuestra Iglesia lo reconoce: <
Dan cuenta a la autoridad. El Alcalde y el juez se presentan con varios milicianos con sus fusiles en alto. El p. Les dice: <
Los Padres Mateo Casals, José Puig y los Hermanos Misioneros José Clavería, Juan Rafi y José Cardona se vuelven a encontrar en la cárcel. Está casi vacía. Encuentran nueve presos: Un P. Escolapio, y ocho magníficos jóvenes carlistas. Los presos hacen vida tranquila cada uno en su celda. A los seglares le traen la comida sus familiares; los religiosos la compren con el dinero que pudieron recoger al abandonar sus casas. La condimenta el hermano Cardona. El día cuatro de septiembre, después de la caída de Irún, todo cambia. Aquella noche, fueron martirizados. El día cinco sus cadáveres aparecieron en las carreteras de los alrededores.
El P. Juan Torrens, con 73 años y una ceguera avanzada, se dirigió hacia Premiá del Mar, con unos parientes suyos. Desde allí regresó a Barcelona. Una penitente suya le buscó una pensión de confianza. Allí estuvo hasta el 17 de marzo de 1937. En febrero el ejército nacional hizo blanco en los talleres Elizalde y vino la revancha. Registro de la pensión, destrucción de todos los objetos religiosos y detención del P. Torrens. De allí a la cárcel de San Elías. El día 17 de marzo salía para el cementerio de Moncada donde entregó su vida al Señor. Era hombre del Rosario. Se sucedía uno tras otro en la persecución y en la cárcel. A un visitante le detuvo con estas palabras: <
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