Padre en la Ternura
“San José vio progresar día tras día tras día <<en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres>>. Como hizo Dios con Israel, así él <<le enseñó a caminar y le toma en sus brazos: er para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y que se inclina hacia él para darle de comer>> “Jesús vivió la ternura de Dios en José: <<Como un padre siente ternura para sus hijos, así el Señor siente para aquellos que le temen>>… En la Sinagoga ciertamente José habrá oído que <<su ternura alcanza a todas las generaciones>>.
La historia de la salvación está repleta de debilidades. “Muchas veces pensamos que Dios se basa slo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de de nuestra debilidad. Esto es lo que hace que san Pablo diga: <<Para que no me engría, tengo una espina clavada en el cuerpo, un emisario de
Señor que la aparte de mí, y él me ha dicho: “¡Te basta mi gracia!, porque mi poder se manifiesta plenamente en la debilidad”>>.
El juicio que hacemos sobre los demás demuestran a, con frecuencia nuestra propia debilidad. “Por esta razón, es importante encontrarnos con la misericordia de Dios, especialmente en el sacramento de la reconciliación, teniendo una experiencia de verdad y ternura. Paradójicamente, incluso el Maligno puede decirnos la verdad, pero si lo hace es para condenarnos. Sabemos, sin embargo, que la verdad que viene de Dios, no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona. La verdad siempre se nos presenta como el Padre misericordioso de la parábola: viene a nuestro encuentro, nos devuelve la dignidad, nos pone nuevamente en pie, celebra con nosotros, porque <<mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y he sido encontrado>>.
En los omentos angustiosos, la voluntad de Dios prevaleció sobre su proyecto. “José nos enseña a que tener fe en Dios incluye además de creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre na mirada más amplia”.
José le enseñó a Jesús el oficio de carpintero y le corregiría en sus primeros pasos. Siempre de buenos modos, no lo dudéis.