Salve de España a la Virgen del Pilar (escrita en 1936 para rezar en 2025)
En el año 40, de acuerdo con la tradición cristiana, el 2 de enero la Virgen María se apareció a Santiago Apóstol en Cesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» -antes de su Asunción- y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe a orillas del Ebro. Al comenzar cada año ponemos los ojos en María Santísima sobre su Pilar.
Esta oración, no firmada, fue publicada el 14 de febrero de 1936 en El Castellano de Toledo. Seguro que alguno de los sacerdotes asesinado en el trágico verano del 36 la compuso. Escrita para las horas de 1936, se pude seguir rezando al inicio de este 2025. En reparación de las ofensas al santísimo nombre de la Virgen María y del Sacratísimo Corazón de su Hijo.
SALVE DE ESPAÑA A LA VIRGEN DEL PILAR
¡Dios te salve, Reina y Madre misericordiosa de España, Virgen Santísima del Pilar, Vida, Dulzura y Esperanza de nuestra amadísima Patria, Dios te Salve!
Sí, Tú eres la Vida de nuestra nación porque Tú nos la trajiste cuando al venir a visitar a nuestro Apóstol Santiago nos trajiste la fe de tu Hijo , que ha sido y seguirá siendo el alma de la nacionalidad española, y Tú nos la conservaste, no consintiendo que jamás en el transcurso de los siglos, aquí arraigase la herejía, y Tú que nos la conservaste, nos la conservarás también ahora que tratan de arrebatárnosla los enemigos de nuestro Dios y de nuestra Patria juramentadas y coligadas para ello las fuerzas todas del Averno.
Tú eres nuestra Dulzura, porque tu devoción, riquísimo panal de dulcísima miel, tu devoción, tan hondamente sentida y tan fervorosamente practicada por nuestro pueblo, le ha suavizado en todo momento las asperezas y endulzado las amarguras de la vida, que por Ti y contigo se nos hace dulce
Tú eres nuestra Esperanza, la esperanza única del pueblo español, juntamente con el Corazón amante de tu Divino Hijo, que quiere reinar en España con más veneración que en otras partes y que reinará por Ti, que nos has de traer su reinado de paz y de amor; sí, Tú eres ahora especialmente nuestra esperanza, como lo has sido siempre para España en todos los trances difíciles de su vida, en hambres, pestes, en guerras, en revoluciones y en toda suerte de calamidades públicas y privadas.
Por eso, porque eres Vida, Dulzura y Esperanza nuestra a Ti llamamos los desterrados hijos de España, aquellos hijos de España que nos sentimos como extraños y como desterrados en nuestra propia Patria.
Sí; a Ti llamamos: una vez más, poderosísima y begninísima Patrona de España, este pueblo de tus predilecciones se postra ante el trono de tus misericordia, ante el trono diecinueve veces secular, que Tú por Ti misma quisiste erigirte a orillas del Ebro, cuando con una divina impaciencia por establecer entre nosotros el reinado de tu Divino Hijo y el tuyo, para que aquel en nuestra Patria mejor se afianzase, viniste en carne mortal a tomar posesión de ella, que desde entonces es tu Patrimonio.
Pero, ¡ay!, que en este que debiera ser tu Huerto cerrado y tu Jardín de delicias, ha penetrado insidiosamente la serpiente infernal, como en el paraíso y le ha convertido en valle de lágrimas.
Por eso, ¡oh Reina y Madre nuestra!, a Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, que es hoy tu España.
A Ti venimos con lágrimas en los ojos y exhalando hondos suspiros del corazón, como el hijo que te invoca angustiado y suplicante, cuando ve cernerse sobre su madre, postrada por grave enfermedad, el espectro de la muerte, porque nosotros vemos en peligro inminente y casi en trance de muerte a nuestra Madre Patria, y por eso venimos gimiendo y llorando a pedirte para ella la salud y la salvación, que solo de tu amor de Madre y de tu poder de Reina esperamos, pues de los medios puramente humanos hemos perdido ya toda la esperanza de remedio.
Por eso a Ti llamamos, por eso a Ti suspiramos gimiendo y llorando. Escucha el clamoreo que a Ti se eleva de todos los confines de la península donde se ven tantos ojos que lloran, tantos corazones que suspiran, tantos labios que musitan una plegaria en la que te dicen:
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a tu España esos tus ojos misericordiosos; ten presente que la España que ha apartado de Ti los suyos y te ha vuelto las espaldas, no es la genuina y auténtica España oficial, totalmente divorciada de la verdadera España, y en pugna abierta y manifiesta con el sentir profundo y cada día más arraigado del verdadero pueblo español, que es el que hoy cae de rodillas ante tu altar y te pide suplicante que vuelvas a España esos tus ojos misericordiosos, esos ojos en los cuales siempre se ha mirado con complacencia el pueblo español.
Te pide, además, que después de este destierro, en el que estamos viviendo dentro de nuestra propia Patria, sojuzgados por poderes extraños que la tiranizan, nos muestres a Jesús fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por tu España, Santa Madre de Dios, para que se haga digna por la penitencia y por la expiación de alcanzar el cumplimiento de la gran promesa de Nuestro señor Jesucristo, de reinar en España con más veneración que otras partes. Amén.