La Cruz de la fotografía recuerda el lugar, en el kilómetro 17 de la carretera de Almadén a Agudo, donde Ángel fue fusilado en las primeras horas del 21 de septiembre de 1936.
Una página web excelente para conocer al mártir
SD Ángel Muñoz de Morales, ordenado en la Nochebuena de 1933
Lo primero tenía una deuda de casi un año que cumplo hoy. No son ni una decena las asociaciones creadas en torno a un mártir, para defender su causa y darla a conocer. Es el caso del siervo de Dios Ángel Muñoz de Morales Sánchez-Cano creada y divulgada por Francisco José Muñoz de Morales Cuesta, de 91 años -cosa que es más que reseñable-. Su padre, Francisco Muñoz de Morales Rodríguez de Guzmán era primo de Cándido, el padre del Siervo de Dios. Aquí puede seguir su página:
Biografía – Siervo de Dios Angel Muñoz de Morales Sánchez-Cano
El siervo de Dios Ángel Muñoz de Morales Sánchez-Cano, nació en Daimiel (Ciudad Real) el 17 de julio de 1911. Era el segundo de seis hermanos. A la edad de once años sintiéndose llamado al sacerdocio, ingresó en el Seminario de Ciudad Real.
En la tarde del 24 de diciembre de 1933, el Obispo-Mártir beato Narciso de Estenaga y Echevarría imponía sus manos y consagraba como sacerdotes a un grupo de aspirantes entre los que se encontraba Ángel Muñoz de Morales Sánchez-Cano.
Don Francisco en una de las cartas dirigidas a la Asociación de Amigos del Padre Ángel, explica: Ya en otro lugar se habrán glosado las emociones y lo que significaría para nuestro mártir tal distinción. Pero hoy debemos resaltar el compromiso que debió tomar en la meditación de su consagración. Y que consistió, sin duda, en tomar sobre sí el cuidado de su madre y sus tres hermanos. Su madre había quedado viuda y cuidaba a tres hijos, todos menores de edad, cuando Ángel iniciaba su carrera de formación en el Seminario. Ahora en breve Ángel sería destinado a una parroquia y era el momento en que decidía unirse a aquella familia y completarla, darle su apoyo, imprescindible para los hermanos menores, y para contribuir con los cortos emolumentos de su destino al sostenimiento de sus familiares. Con esa decisión prescindía de una posible vida conventual en una parroquia sin verse sujeto a nuevas obligaciones. Así que Ángel fue sacerdote y durante tres años de su ministerio asumió las obligaciones de un cabeza de familia y educador de sus hermanos, dos de ellos varones y menores de edad. Un gesto que sin duda hace más meritoria su biografía al tiempo que hace más horrendo su asesinato. Amigos, recordemos a los 100 mártires de la Diócesis de Ciudad Real pidiendo en el recuerdo de la Natividad que la espera para su Glorificación sea breve y en modo alguno quebrante nuestra esperanza.
El 27 de diciembre de 1933 Ángel celebró su Primera Misa y fue adscrito provisionalmente a la Parroquia de Ntra. Sra. de la Merced de Ciudad Real, donde permaneció tan solo unos días. En efecto, el 19 de enero de 1934 fue destinado como coadjutor a la Parroquia de Nuestra Señora de la Estrella, en Almadén. Era Párroco D. Venancio González Sanz que mantenía una gran amistad con el Rector del Seminario, gracias a la cual consiguió que Ángel, que ya tenía acreditada su excelente formación y las óptimas condiciones que reunía para ejercer el sacerdocio, fuera destinado a la Parroquia de la ciudad minera.
En la madrugada del 20 al 21 de septiembre de 1936 fue conducido junto con otras cuatro personas hasta el kilómetro diecisiete de la carretera Almadén-Agudo y, en el borde de la calzada, en la cuneta, fueron fusilados. Allí quedaron aquellos cuerpos hasta el 14 de abril de 1939, fecha en que fueron trasladados al Cementerio de Almadén. Ángel apenas tenía 25 años de edad y llevaba tres de sacerdote.
Don Francisco también explicaba en otra misiva: El mártir Ángel tenía 25 años, dejaría abandonada a su madre, viuda con tres hijos de los cuales dos varones eran menores de edad y los sublevados estaban aún muy lejos de conseguir su objetivo de victoria final. Pero nada de ello, doblegó su fe y no solo eso, sino que murió perdonando a quienes durante varios días anteriores le habían amenazado, golpeado e insultado y, en su último paso le fusilaron. Todos ellos fueron perdonados por el mártir que asistió en el trance final a cuatro personas que con él fueron fusilados.