Navidad con los ángeles
por Sólo Dios basta
Cuando llega la Navidad todo se llena de imágenes que nos ayudan a recordar el Nacimiento de Dios en Belén. Nos acercamos a la cueva y nos encontramos con el Niño y sus padres, María y José. Acompañan el buey y la mula. No faltan los pastores con sus presentes ni los Magos con sus cofres. Y también los ángeles que adoran al Niño o avisan a los pastores y cantan la gloria de Dios.
Aquí nos paramos, en los ángeles. Muchas veces habremos rezado ante un nacimiento poniendo el corazón en alguno de los personajes presentes. ¿Y hemos rezado alguna vez con los ángeles? ¿Nos hemos acogido a su protección? ¿Sentimos su compañía?
Estas preguntas está muy bien hacérselas estos días de Navidad cuando nos pongamos en oración, en silencio, en disposición de dejarnos amar por Dios poniendo lo que llevamos en nuestro corazón ante nuestro ángel de la guarda. ¡Todos tenemos un ángel! ¡Y los países! ¡Y cada iglesia! ¡Y cada comunidad! Es algo tan grande abrirse a la compañía de los ángeles. Además son incontables, hay diversas jerarquías, conocemos a los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, pero hay muchos,… Con solo decir que nuestra Madre, la Virgen Inmaculada, tiene un séquito de nada menos que 1000 ángeles y el príncipe de todos, San Miguel, siempre con la espada en la mano para defendernos del demonio.
Ay… los ángeles. Cuando se descubre esa intimidad con ellos la vida crece por dentro, se tiene más paz, se reza mejor, se confía más en Dios, se deja uno llevar por lo que está por venir y se mira al cielo. Se levantan los ojos al cielo y al mismo tiempo a lo más secreto de nuestro corazón. Hay muchas representaciones que nos acercan a su mismo ser.
Pero puede haber un problema, se pasa la Navidad y los ángeles ya no son tan visibles ni están tan presentes. Ahí es donde tenemos que dar un paso importante en nuestra vida de fe. La solución es fácil, entremos en la espiritualidad de las concepcionistas franciscanas, esas religiosas de clausura fundadas por Santa Beatriz de Silva que tanta luz han dado a la Iglesia con sus obras. Pensemos en Madre Ágreda y su Mística Ciudad de Dios, en Sor Patrocinio con la Virgen del Olvido y San Miguel, en Madre Ángeles Sorazu y su Vida espiritual…
¿Hemos oído hablar alguna vez de ellas y de estos temas? Pues estamos a tiempo. Es hora de dejarnos asombrar por estas religiosas en proceso de canonización que tanto nos ayudan a tener presentes en nuestras vidas a los ángeles. Leamos el Jardín espiritual de Madre Ágreda y callemos ante esos diálogos entre los ángeles y sor María que tanta doctrina nos recuerdan de modo singular y directo. Hagamos nuestra la Novena a los ángeles custodios que escribe sor Patrocinio a sus monjas para mostrar la grandeza espiritual que supone tener un ángel que cuida de toda la comunidad. Disfrutemos con los dibujos de Madre Ángeles en que canta la gloria de Dios unida a los ángeles que están siempre alabando a Dios.
Y todavía hay más, si alguien tiene ganas y tiempo, que empiece a leer la Mística Ciudad de Dios y conocerá a fondo la creación de los ángeles, las batallas de San Miguel, la compañía de los ángeles a la Virgen a lo largo de toda su vida y mucho más. Luego que se deje sorprender por la aparición de San Miguel y la Virgen del Olvido a Sor Patrocinio como queda reflejado en sus biografías, que además nos muestran la historia de España del siglo XIX que muchos quieren ocultar. Leamos Vida admirable que escribe Isabel de Jesús y que Javier Paredes anota con sumo detalle, o la Biografía de sor Patrocinio que este catedrático emérito de historia nos ha regalado hace poco. No paremos, continuemos después con Madre Ángeles que nos cuenta su vida paso a paso en su Autobiografía o los Opúsculos marianos, donde los ángeles se hacen presentes de forma viva.
Leer. Sí leer estas obras nos ayuda a entender nuestra vida en unión con los ángeles, esos compañeros de camino, mensajeros, defensores, médicos,… que Dios pone a nuestro lado por puro amor, porque nos ama como sólo Dios ama; por eso todo es poco para sus hijos, tanto que nos da a su Hijo que nace en Belén, en lo escondido, donde tenemos que buscarlo siempre, en lo escondido de nuestro corazón. Y luego salir de nosotros y recorrer el camino que nos ha marcado una vez que nos hemos encontrado de verdad con Él. Es Dios hecho carne que nos da todo y este año quiere darnos algo más, una compañía que ha estado siempre junto a nosotros pero ni nos hemos dado cuenta entre tantas luces, ruidos, reuniones, prisas,… Si nos paramos, rezamos en familia y hacemos silencio en nuestro interior, comenzará una nueva vida si en dicha oración pedimos a nuestros ángeles que vengan con nosotros, porque el camino es largo, y hay que llegar hasta el final. Otros lo han recorrido antes que nosotros. Y además nos han dejado una ayuda que ha estado escondida y de hecho sigue escondida para muchos, los escritos de las grandes místicas concepcionistas que tan unidas viven a los ángeles. Hagamos la prueba. Y para ello dejamos aquí un fragmento de la oración para todos los días de la Novena a los ángeles custodios escrita por Madre Patrocinio. Lo mejor para rezar con ellos y tenerlos más cerca es conocerlos. Es lo que hace Sor Patrocinio y lo que vamos a hacer esta Navidad:
“Los Serafines desean encendernos en vuestro divino amor, los Querubines comunican luz de ciencia, los Tronos ayudan a la administración de justicia, las Dominaciones procuran que la razón predomine sobre el apetito, y que con obediencia nos sujetemos, las Virtudes con milagros nos alientan, las Potestades reprimen los demonios y los que nos quieren dañar, los Principados, Arcángeles y Ángeles todos se emplean en guardar a los hombres, según sus ministerios y oficios” (Sor Patrocinio, Novena a los ángeles custodios de las comunidades religiosas, pp. 11-12).
Ya tenemos un punto de arranque. Conocemos a los ángeles en la teoría. Nos toca pasar a la práctica, es decir, a la oración, a levantar nuestro corazón a Dios y dejarnos guiar por nuestros ángeles hacia el portal de Belén. Y todavía hay más, mucho más, allí nos esperan María, la Reina de los ángeles y San José, el varón angélico. ¿Qué más queremos? ¿Qué más esperamos? ¿Qué nos falta?
Ahora cada cual que decida cómo va a vivir esta Navidad; ojalá que sea para todos una Navidad con los ángeles.