El Diácono Felipe
Después del martirio de Esteban se desata una gran persecución sobre la Iglesia. Los apóstoles permaneces en Jerusalén; muchos cristianos se dispersan por las regiones vecinas.
La persecución es una característica de la Iglesia. Lo fue de Jesús, lo será de ella siempre.
La persecución no retuvo la evangelización. la inyectó mayor vigor. Se distingue el diácono Felipe que inicia la evangelización en Samaría: “Entonces, el Espíritu Santo marca una nueva etapa en el camino del Evangelio: empuja a Felipe a salir al encuentro de un forastero que tiene el corazón abierto a Dios. Felipe se levante y parte decidido y, en un camino desierto y peligroso, se encuentra con un alto funcionario de la Reina de Etiopía, administrador de sus tesoros. Este hombre, un eunuco, después de haber ido a Jerusalén para rendir culto, regresa a su país. Era un prosélito judío de Etiopía. Sentado en su carroza, lee el rollo del profeta Isaías, en particular el cuarto canto del <siervo del Señor>”.
Felipe le pregunta si entiende lo que lee, ante la respuesta negativa, Felipe le instruye. El . etíope era un ministro de economía; tenía poder y conocimientos, pero no entendía las Escrituras. “Este diálogo entre Felipe y el etíope nos lleva a reflexionar también sobre el hecho de que no basta con leer la Escritura, es necesario comprender su significado, encontrar el <jugo> que va más allá de la <corteza>, ir al Espíritu que anima la letra. Como dijo el papa Benedicto XVI, al comienzo del Sínodo sobre la Palabra de Dios, <la exégesis, la verdadera lectura de la Sagrada Escritura, no es solo un fenómeno literario… es un fenómeno de mi existencia>. Entrar en la Palabra d Dios es estar dispuesto a ir más allá de los propios límites para encontrar y conformarse a Cristo, que es la Palabra viva del Padre”.
El protagonista del pasaje es Cristo muerto y resucitado en cuyo nombre es bautizado el etíope: “¿Quién empujó a Felipe a ir al desierto a encontrase con este hombre? Es el espíritu Santo. El espíritu Santo es el protagonista de la evangelización. <Padre voy a evangelizar> - <Sí, ¿qué haces?> <Ah, yo anuncio el Evangelio y digo quién es Jesús, trato de convencer a la gente de que Jesús es Dios>. Amigo eso no es evangelización, si no hay Espíritu Santo no hay evangelización. Eso puede ser proselitismo, publicidad… Pero la evangelización es dejar que el Espíritu Santo te guíe, que sea Él quien te empuje al anuncio, al anuncio con el testimonio, incluso con el martirio”.
Realizado el bautismo, Felipe desaparece y evangeliza en otras comarcas. El etiope marcha contento. Cuando la evangelización se hace desde el Espíritu Santo, lleva a Jesús y no a nosotros mismos.