Centenario de Fátima (10)
QUINTA APARICIÓN
Las maniobras del <> se volvieron contra él. Hubo protestas de indignación que provocaron un aumento considerable de la fe hacia la Señora. Ya en aquel tiempo se llamaba Nuestra señora de Fátima.
Todos los caminos que conducían a Fátima, el 13 de septiembre estaban repletos de carruajes y personas. Y todas las personas con inmensa devoción. Lucía en sus recuerdos nos señala: << Todos los caminos estaban atestados de gente y todos querían hablarnos. No había respetos humanos. Muchas personas, incluso de ata sociedad, pasando por entre la multitud que se apretaba a nuestro alrededor, se arrodillaban y nos pedían que presentásemos sus súplicas a la Santísima Virgen. Otros, no logrando acercarse a nosotros, nos llamaban desde lejos, encaramados en las paredes o en lo alto de los árboles, sobre los cuales se habían colocado para podernos ver mejor: “¡Por amor de Dios, pedid a la santísima Virgen que cure mi hijo lisiado!”... “¡Que cure a mi hijo ciego!” “¡Que haga regresar del frente a mi marido!”… “¡A mi hijo”… “¡Que convierta a un pecador que me es muy querido!”... Etc. Se nos encomendaban de este modo todas las miserias de la pobre humanidad>>
Los pastorcitos estaban, de nuevo, en la Cova, al medio día. Lucía pidió a los cercanos que rezaran el Rosario. Una intensa oración llegó a Reina del Cielo acompañada de lágrimas. Lucía interrumpe el rezo y exclama: << ¡Ahí está! …¡Ya la veo!...>>
En esta quinta aparición, miles de personas contemplaron un globo luminoso que legaba. Pasado el tiempo de la aparición, fue observado subiendo desde el fondo de la Coba hacia el cielo. Más d e15.000 personas acompañaron a los videntes.
La Virgen les dijo:
“Que continúen rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra.
En octubre vendrá también Nuestro Señor, nuestra señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo.
Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda. Llevadla solo durante el día…
Hay muchos que dicen que soy una embaucadora, que merecía ser ahorcad o quemada. Haga un milagro para que todos crean.
Sí; en octubre haré el milagro para que todos crean.”
Los acontecimientos tomaban unas proporciones extraordinarias. No solo por la multitud de personas, sino porque los niños eran sometidos a continuas entrevistas.
Las dos familias tomaron cartas en el asunto. Los padres de Jacinta y Francisco encomendaron el cuidado del rebaño a su hermano Juan. Los padres de Lucía, a mediados de septiembre habían vendido la mayoría de sus ovejas.
Fue el único modo de controlar la curiosidad malsana de peregrinos curiosos. Los videntes estaban en casa.
Las maniobras del <
Todos los caminos que conducían a Fátima, el 13 de septiembre estaban repletos de carruajes y personas. Y todas las personas con inmensa devoción. Lucía en sus recuerdos nos señala: << Todos los caminos estaban atestados de gente y todos querían hablarnos. No había respetos humanos. Muchas personas, incluso de ata sociedad, pasando por entre la multitud que se apretaba a nuestro alrededor, se arrodillaban y nos pedían que presentásemos sus súplicas a la Santísima Virgen. Otros, no logrando acercarse a nosotros, nos llamaban desde lejos, encaramados en las paredes o en lo alto de los árboles, sobre los cuales se habían colocado para podernos ver mejor: “¡Por amor de Dios, pedid a la santísima Virgen que cure mi hijo lisiado!”... “¡Que cure a mi hijo ciego!” “¡Que haga regresar del frente a mi marido!”… “¡A mi hijo”… “¡Que convierta a un pecador que me es muy querido!”... Etc. Se nos encomendaban de este modo todas las miserias de la pobre humanidad>>
Los pastorcitos estaban, de nuevo, en la Cova, al medio día. Lucía pidió a los cercanos que rezaran el Rosario. Una intensa oración llegó a Reina del Cielo acompañada de lágrimas. Lucía interrumpe el rezo y exclama: << ¡Ahí está! …¡Ya la veo!...>>
En esta quinta aparición, miles de personas contemplaron un globo luminoso que legaba. Pasado el tiempo de la aparición, fue observado subiendo desde el fondo de la Coba hacia el cielo. Más d e15.000 personas acompañaron a los videntes.
La Virgen les dijo:
“Que continúen rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra.
En octubre vendrá también Nuestro Señor, nuestra señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo.
Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda. Llevadla solo durante el día…
Hay muchos que dicen que soy una embaucadora, que merecía ser ahorcad o quemada. Haga un milagro para que todos crean.
Sí; en octubre haré el milagro para que todos crean.”
Los acontecimientos tomaban unas proporciones extraordinarias. No solo por la multitud de personas, sino porque los niños eran sometidos a continuas entrevistas.
Las dos familias tomaron cartas en el asunto. Los padres de Jacinta y Francisco encomendaron el cuidado del rebaño a su hermano Juan. Los padres de Lucía, a mediados de septiembre habían vendido la mayoría de sus ovejas.
Fue el único modo de controlar la curiosidad malsana de peregrinos curiosos. Los videntes estaban en casa.
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