Vestir al Desnudo
Hoy, en nuestros países desarrollados, esta obra de misericordia se nos muestra especialmente difícil. La moda en el vestir es uno de los motores de la economía. Gran parte de los comercios de nuestras ciudades están dedicados a la venta de ropa. Incluso famosas firmas de ropa se hacen la competencia con distintos comercios cercanos.
Desde que nuestros primeros padres prefirieron una fruta sabrosa a vivir bajo la mirada del Padre Dios, el vestido y el calzado se han convertido en una carrera de competencia. Unas amplias hojas cubrieron su desnudez física. Su desnudez interior quedó siempre a la intemperie.
La dignidad humana requiere vestirse adecuadamente. Es dignificarse como persona. Encontramos personas mal vestidas, por abandono o por carecer de abrigo.
Hasta hace unos meses en nuestra Parroquia se recogía ropa. No os hacéis idea de la cantidad de prendas que nos dejaban. Dos veces por semana una empresa se llevaba lo recogido.
Estoy usando un jersey: “Tommy-Hilfiger-Denim. Me ha abrigado varios inviernos y lo que rondaré morena. Las personas que me conocen comentan que es una gran marca. Yo me sonrío. La dejaron nueva en las bolsas de ropa para tirar. Cáritas abastecía del depósito a los más necesitados.
El actual consumo incontrolado parece una enfermedad. La moda se impone por encima de cualquier reflexión. Y como se ha acomodado a las estaciones del año, el movimiento económico resultante es increíble. El viejo refrán: hoy tiene una dirección distinta. Muchas personas se hacen importantes, se crecen llevando ropa de marca. Vistiendo de modo sencillo, se sienten incomodas y ridículas ante sus amigos. Una cierta inseguridad anida en el fondo de su ser.
La desnudez de nuestros primeros padres, no afectaba solo a sus cuerpos. Dentro de su corazón sintieron un vacío mucho mayor. Hoy, con nuestra costumbre de murmurar y criticar, podemos dañar, incluso calumniar a otros hermanos. Es como dejarlos desnudos ante los demás. Con dos actitudes podemos cubrir a esos hermanos desvalidos: No propagando los chismes y defendiendo a esas personas cuando veamos la injusticia cometida. Incluso cuando nos veamos sometidos a reacciones desagradables. Un criterio cristiano para el vestir pudiera ser: Elegantemente sencillas.
En esta obra de misericordia encaja muy bien el sentido del pudor. Forma parte de nuestra intimidad. El ámbito íntimo que nos rodea y que señala la línea roja donde la entrada es imposible sin nuestro permiso. Afecta también a la relación con los demás. Se pueden sentir incómodos por nuestro modo de vestir. No podemos uncirnos al carro de lo impúdico porque es la moda o todo el mundo lo lleva. No vivimos solos, no pasemos solos, no nos relacionamos sin provocar en los demás reacciones concretas. Si fariseísmos tontos, una mirada inmoral puede provocar en los demás reacciones humillantes. Y el modo de vestir situaciones embarazosas.
El consumismo devorador no atiende a circunstancias que pueden dañar en raíz prendas que nosotros usamos. Se puede presumir de ropa fabricada por personas que no tienen qué ponerse. Pendas de vestir baratísimas salen muy caras a las personas que las fabrican.
El mundo de la moda mueve 1,5 trillones de dólares. Muchos de los obreros que trabajan en el sector tienen salarios de hambre. En el 2012 murieron en una fábrica de ropa 111 personas, la mayoría mujeres. Trabajaban en condiciones penosas. El comercio de diamantes está en países en guerra-Angola, Sierra Leona y Costa de Marfil. Son diamantes de sangre.
“La mejor manera de poner en su lugar al ser humano y acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre Creador y único dueño del mundo; porque de otro modo, el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses”. Papa Francisco.
Desde que nuestros primeros padres prefirieron una fruta sabrosa a vivir bajo la mirada del Padre Dios, el vestido y el calzado se han convertido en una carrera de competencia. Unas amplias hojas cubrieron su desnudez física. Su desnudez interior quedó siempre a la intemperie.
La dignidad humana requiere vestirse adecuadamente. Es dignificarse como persona. Encontramos personas mal vestidas, por abandono o por carecer de abrigo.
Hasta hace unos meses en nuestra Parroquia se recogía ropa. No os hacéis idea de la cantidad de prendas que nos dejaban. Dos veces por semana una empresa se llevaba lo recogido.
Estoy usando un jersey: “Tommy-Hilfiger-Denim. Me ha abrigado varios inviernos y lo que rondaré morena. Las personas que me conocen comentan que es una gran marca. Yo me sonrío. La dejaron nueva en las bolsas de ropa para tirar. Cáritas abastecía del depósito a los más necesitados.
El actual consumo incontrolado parece una enfermedad. La moda se impone por encima de cualquier reflexión. Y como se ha acomodado a las estaciones del año, el movimiento económico resultante es increíble. El viejo refrán:
La desnudez de nuestros primeros padres, no afectaba solo a sus cuerpos. Dentro de su corazón sintieron un vacío mucho mayor. Hoy, con nuestra costumbre de murmurar y criticar, podemos dañar, incluso calumniar a otros hermanos. Es como dejarlos desnudos ante los demás. Con dos actitudes podemos cubrir a esos hermanos desvalidos: No propagando los chismes y defendiendo a esas personas cuando veamos la injusticia cometida. Incluso cuando nos veamos sometidos a reacciones desagradables. Un criterio cristiano para el vestir pudiera ser: Elegantemente sencillas.
En esta obra de misericordia encaja muy bien el sentido del pudor. Forma parte de nuestra intimidad. El ámbito íntimo que nos rodea y que señala la línea roja donde la entrada es imposible sin nuestro permiso. Afecta también a la relación con los demás. Se pueden sentir incómodos por nuestro modo de vestir. No podemos uncirnos al carro de lo impúdico porque es la moda o todo el mundo lo lleva. No vivimos solos, no pasemos solos, no nos relacionamos sin provocar en los demás reacciones concretas. Si fariseísmos tontos, una mirada inmoral puede provocar en los demás reacciones humillantes. Y el modo de vestir situaciones embarazosas.
El consumismo devorador no atiende a circunstancias que pueden dañar en raíz prendas que nosotros usamos. Se puede presumir de ropa fabricada por personas que no tienen qué ponerse. Pendas de vestir baratísimas salen muy caras a las personas que las fabrican.
El mundo de la moda mueve 1,5 trillones de dólares. Muchos de los obreros que trabajan en el sector tienen salarios de hambre. En el 2012 murieron en una fábrica de ropa 111 personas, la mayoría mujeres. Trabajaban en condiciones penosas. El comercio de diamantes está en países en guerra-Angola, Sierra Leona y Costa de Marfil. Son diamantes de sangre.
“La mejor manera de poner en su lugar al ser humano y acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre Creador y único dueño del mundo; porque de otro modo, el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses”. Papa Francisco.
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