Padre Pío, el Confesor
El 8 de febrero, el papa Francisco habló a los Grupos de Oración del Padre Pío. Se reunieron con motivo de la llegada de sus reliquias al Vaticano.
He leído cientos de santas/os y de cristianos entregados al Señor. Probablemente ninguna tan desconcertante como la del Padre Pío.
Desde los primeros años, Dios se manifiesta en su vida con prodigios evidentes que descolocan a sus Superiores Capuchinos. La incomprensión llega hasta el fin se sus días. Hombres tan eminentes en el servicio de la Iglesia como el P. Gemelli, dan informes negativos. El Secretario particular del Papa Juan XXIII no le miraba con buenos ojos. Fue el cardenal Ottaviani quien le libró de una declaración pública negativa.
Le hicieron muchas perrerías. Hasta ponerle micrófonos ocultos en su confesonario. Prohibirle escribir cartas a sus dirigidos…
Su obra transcendió al Confesonario: Escuelas en una región abandonada, el Hospital, los Grupos de Oración. Siempre sucede así con los hombres y mujeres de Dios.
El discurso del Papa destacó: Elogio del Confesor. “Podemos decir que el Padre Pío era un servidor de la Misericordia. Lo fue a tiempo completo, la práctica, a veces hasta el agotamiento, el ministerio de la escucha. Se convirtió, a través del ministerio de la confesión, en una acaricia viviente del Padre, que cura las heridas del pecado y conforta el corazón con la paz. San Pío no se cansó jamás de recibir a las personas y escucharlas, de gastar tiempo y fuerzas para difundir el perfume del perdón del Señor. Podía hacerlo porque siempre estaba unido a la fuente: se saciaba continuamente de Jesús Crucificado, y así se convirtió en un canal de misericordia.
Ha vivido el gran misterio del dolor ofrecido por amor. De este modo su pequeña gota ha llegado a ser un gran río de misericordia, que ha regado tantos corazones desiertos y h creado oasis de vida en muchas partes del mundo”.
Un sentido preciso y precioso de la oración. El P. Pío había dicho que la oración es. “La oración, entonces, no es una buena práctica para conseguir un poco de paz en el corazón; tampoco un medio devoto para obtener de Dios lo que nos sirve. Si fuera así, estaría movida por un sutil egoísmo. Pero, yo rezo para estar bien, como si tomara una aspirina: no, no es así. Yo rezo para obtener esto: pero esto es hacer un negocio. No es así… La oración es, en realidad, una obra de misericordia espiritual, que quiere llevarlo todo al corazón de Dios… En una palabra significa confiar; es decir, confiar a la Iglesia,, confiar a las personas, confiar las situaciones al Padre: Yo te encomiendo esto para que lo cuides. Por ello, la oración, como amaba decir el P. Pío, es <>… El corazón de dios no está blindado con tantas medidas de seguridad. Tú puedes abrirlo con una lleve común, con la oración. Porque tiene un corazón de amor, un corazón de Padre. Es la fuerza más grande de la Iglesia, que nunca debemos dejar, porque la iglesia da frutos si hace como la virgen y los apóstoles, que <>. (Hch 1, 14), cuando esperaban la Espíritu Santo. Perseverantes y firmes en la oración”.
El Padre Pío fundó un hospital. No quería solo una realidad técnica; también un centro de oración. Por supuesto los enfermos necesitan algo más que atención técnica, necesitan cordialidad. “Tanta gente tiene necesidad, tantos enfermos se pelean por un palabra de dulzura, que dan fuerza para llevar adelante la enfermedad o ir al encuentro con el Señor: tienen necesidad de ser ayudados para confiar en el Señor. Les estoy muy agradecido, a ustedes y a cuantos sirven a los enfermos con competencia, amor y fe viva. Pidamos la gracia de reconocer la presencia de Cristo en las personas y en quienes sufren; como repetía el Padre Pío:<>>. Es carne de Cristo”.
El papa Francisco terminó así: “Todos juntos rezamos, pero toquemos el corazón de Dios que es Padre de misericordia: Padre nuestro…
También, no somos una Iglesia huérfana: tenemos madre. Oremos a nuestra madre: recemos a nuestra madre. Ave María…”
He leído cientos de santas/os y de cristianos entregados al Señor. Probablemente ninguna tan desconcertante como la del Padre Pío.
Desde los primeros años, Dios se manifiesta en su vida con prodigios evidentes que descolocan a sus Superiores Capuchinos. La incomprensión llega hasta el fin se sus días. Hombres tan eminentes en el servicio de la Iglesia como el P. Gemelli, dan informes negativos. El Secretario particular del Papa Juan XXIII no le miraba con buenos ojos. Fue el cardenal Ottaviani quien le libró de una declaración pública negativa.
Le hicieron muchas perrerías. Hasta ponerle micrófonos ocultos en su confesonario. Prohibirle escribir cartas a sus dirigidos…
Su obra transcendió al Confesonario: Escuelas en una región abandonada, el Hospital, los Grupos de Oración. Siempre sucede así con los hombres y mujeres de Dios.
El discurso del Papa destacó: Elogio del Confesor. “Podemos decir que el Padre Pío era un servidor de la Misericordia. Lo fue a tiempo completo, la práctica, a veces hasta el agotamiento, el ministerio de la escucha. Se convirtió, a través del ministerio de la confesión, en una acaricia viviente del Padre, que cura las heridas del pecado y conforta el corazón con la paz. San Pío no se cansó jamás de recibir a las personas y escucharlas, de gastar tiempo y fuerzas para difundir el perfume del perdón del Señor. Podía hacerlo porque siempre estaba unido a la fuente: se saciaba continuamente de Jesús Crucificado, y así se convirtió en un canal de misericordia.
Ha vivido el gran misterio del dolor ofrecido por amor. De este modo su pequeña gota ha llegado a ser un gran río de misericordia, que ha regado tantos corazones desiertos y h creado oasis de vida en muchas partes del mundo”.
Un sentido preciso y precioso de la oración. El P. Pío había dicho que la oración es
El Padre Pío fundó un hospital. No quería solo una realidad técnica; también un centro de oración. Por supuesto los enfermos necesitan algo más que atención técnica, necesitan cordialidad. “Tanta gente tiene necesidad, tantos enfermos se pelean por un palabra de dulzura, que dan fuerza para llevar adelante la enfermedad o ir al encuentro con el Señor: tienen necesidad de ser ayudados para confiar en el Señor. Les estoy muy agradecido, a ustedes y a cuantos sirven a los enfermos con competencia, amor y fe viva. Pidamos la gracia de reconocer la presencia de Cristo en las personas y en quienes sufren; como repetía el Padre Pío:<
El papa Francisco terminó así: “Todos juntos rezamos, pero toquemos el corazón de Dios que es Padre de misericordia: Padre nuestro…
También, no somos una Iglesia huérfana: tenemos madre. Oremos a nuestra madre: recemos a nuestra madre. Ave María…”
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