La Oración Cambia a la Iglesia
El día 12 de enero de este año, el Papa Francisco tuvo una homilía preciosa en Santa Marta, comentando el episodio entre Ana y Elí. (1 Sm 1,9-21)
La escena refleja perfectamente la angustia de tantas madres que esperan, con ilusión, el hijo que no llega.
Ana suplicaba, con amargura al Señor. Movía los labios pero no pronunciaba palabra. Elí, el sacerdote, hizo un juicio lamentable sobre ella. “Elí, el sacerdote, es hacia el cual-admitió el Papa, porque también en mí encuentro defectos que me acercan a él y me permiten comprenderlo bien. Con cuanta facilidad –dijo también el Papa- nosotros juzgamos a las personas, con cuánta facilidad les faltamos les faltamos al respeto cuando decimos: < ¿Qué cosa tendrá en su corazón? No lo sé, pero no digo nada…> Cuando falta la piedad en el corazón, siempre se piensa mal y no se comprende a quien, en cambio, reza
El Papa señala una verdad fundamental uniendo el principio y el final de su homilía. “La oración de los fieles –dijo el santo Padre- cambia la Iglesia: no somos nosotros, los Papas, los obispos, los sacerdotes quienes llevamos adelante la iglesia, sino los Santos. La oración hace milagros. También a quienes son cristianos, ya sean fieles laicos, sacerdotes, obispos, que han perdido la piedad. La oración de los fieles cambia la Iglesia: no somos nosotros los papas, los obispos, los sacerdotes, las religiosas quienes llevamos adelante la Iglesia. ¡Son los santos! Y los santos son estos, como aquella mujer. Los santos son aquellos que tiene el coraje de creer que el Dios en el Señor que puede hacer todo”.
Las ramificaciones de esta afirmación son múltiples. Los Papas, obispos, sacerdotes, consagrados, enseguida, pensamos en planes pastorales para transformar la parcela encomendada en la Iglesia o en la parte encomendada. ¿No sería más eficaz hacer una campaña de oración durante tres años y luego ver lo que el Espíritu Santo nos ha inspirado?
Recuerdo el Papa la historia de un hombre en su diócesis de Buenos Aires. Es el milagro permanente que, a través de los médicos se realizan todos los días. Por nadie hacemos tanta oración como por los enfermos, y se nota: “Teniendo a su hija de nueve años internada y desahuciada, fue a ver a la Virgen de Luján permaneció toda la noche aferrado a la verja del Santuario pidiendo la gracia de la curación. Y a la mañana siguiente, al regresar al hospital, la encontró curada”.
Ana y este hombre recuerdan la oración de Jesús en el Huerto de getsemaní
La escena refleja perfectamente la angustia de tantas madres que esperan, con ilusión, el hijo que no llega.
Ana suplicaba, con amargura al Señor. Movía los labios pero no pronunciaba palabra. Elí, el sacerdote, hizo un juicio lamentable sobre ella. “Elí, el sacerdote, es
El Papa señala una verdad fundamental uniendo el principio y el final de su homilía. “La oración de los fieles –dijo el santo Padre- cambia la Iglesia: no somos nosotros, los Papas, los obispos, los sacerdotes quienes llevamos adelante la iglesia, sino los Santos. La oración hace milagros. También a quienes son cristianos, ya sean fieles laicos, sacerdotes, obispos, que han perdido la piedad. La oración de los fieles cambia la Iglesia: no somos nosotros los papas, los obispos, los sacerdotes, las religiosas quienes llevamos adelante la Iglesia. ¡Son los santos! Y los santos son estos, como aquella mujer. Los santos son aquellos que tiene el coraje de creer que el Dios en el Señor que puede hacer todo”.
Las ramificaciones de esta afirmación son múltiples. Los Papas, obispos, sacerdotes, consagrados, enseguida, pensamos en planes pastorales para transformar la parcela encomendada en la Iglesia o en la parte encomendada. ¿No sería más eficaz hacer una campaña de oración durante tres años y luego ver lo que el Espíritu Santo nos ha inspirado?
Recuerdo el Papa la historia de un hombre en su diócesis de Buenos Aires. Es el milagro permanente que, a través de los médicos se realizan todos los días. Por nadie hacemos tanta oración como por los enfermos, y se nota: “Teniendo a su hija de nueve años internada y desahuciada, fue a ver a la Virgen de Luján permaneció toda la noche aferrado a la verja del Santuario pidiendo la gracia de la curación. Y a la mañana siguiente, al regresar al hospital, la encontró curada”.
Ana y este hombre recuerdan la oración de Jesús en el Huerto de getsemaní
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