Mensaje de Paz
Para la jornada de la Paz el Papa nos ha dejado un mensaje luminoso. Inicia sus palabras con esta frase formidable siempre, pero especialmente al comienzo del año: “Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad. Dios no la abandona”.
Desde esta premisa desea que el año 2016 sea de bendición para los hombres y mujeres, para las familias, los pueblos y naciones, para los jefes de Estado y de Gobierno junto con los Responsables de las Religiones: “Por tanto, no perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos. Sí, la paz es un don de Dios y obra de los hombres. La paz es don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas las mujeres, llamados a llevarlo a la práctica”.
El Papa no ignora los tristes acontecimientos sucedidos durante el año que termina: “Las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones, han marcado de hecho el año pasado, de principio a fin, multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podríamos llamar <
Luego hay una invitación no perder la esperanza ni la capacidad del hombre para superar el mal, con la gracia de Dios. No caigamos en la resignación y en la indiferencia. Existen también hechos positivos en el 2015 que debemos valorar: La conferencia de parís para encontrar vías para afrontar los cambios climáticos y la Conferencia de Addis Abeba para obtener recursos para las poblaciones más necesitadas del planeta.
También señala el Papa Francisco la celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticano II. El papa Juan XXIII quiso abrir las ventanas de la Iglesia para que comunicación con la realidad del mundo fuera más fluida. Dos documentos marcan especialmente esta apertura: Nostra Aetate y Gaudium et Spes: “En la declaración Nostra Aetate, la Iglesia ha sido llamada a abrirse al dialogo con las expresiones religiosas no cristianas. En la Constitución Gaudium et Spes, desde el momento en que < gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo>>, la Iglesia deseaba instaurar un dialogo con la familia humana sobre los problemas del mundo, como signo de solidaridad y de respetuoso afecto”.
No menso importante es el Año de la Misericordia para que todos los cristianos tengamos un corazón humilde y compasivo.
A nivel global la corresponsabilidad responde a la vocación común de fraternidad y vida común. Creado el hombre a imagen y semejanza de Dios tiene una dignidad inalienable. Existimos en relación con los otros. Fuera de esta relación seríamos menos humanos.
Entre las formas de indiferencia que señala el Papa, me fijo en la primera. Es un análisis precioso y raíz de todo lo demás: “La primera forma de indiferencia en la sociedad humana es la indiferencia ante Dios, de la cual brota también la indiferencia ante el prójimo y ante lo creado. Esto es uno de los graves efectos de un falso humanismo y del materialismo práctico, combinados con el pensamiento relativista y nihilista. El hombre piensa ser el autor de sís mismo, de la propia vida y de la sociedad; se siente autosuficiente: busca no solo reemplazar a Dios, sino prescindir completamente de él. Por consiguiente, cree que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo; y pretende tener solo derechos… Benedicto XVI recordaba que ni el hombre ni su desarrollo son capaces de darse su significado último por sí mismo; y precedentemente, Pablo VI había afirmado que <
Desde esta premisa desea que el año 2016 sea de bendición para los hombres y mujeres, para las familias, los pueblos y naciones, para los jefes de Estado y de Gobierno junto con los Responsables de las Religiones: “Por tanto, no perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos. Sí, la paz es un don de Dios y obra de los hombres. La paz es don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas las mujeres, llamados a llevarlo a la práctica”.
El Papa no ignora los tristes acontecimientos sucedidos durante el año que termina: “Las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones, han marcado de hecho el año pasado, de principio a fin, multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podríamos llamar <
Luego hay una invitación no perder la esperanza ni la capacidad del hombre para superar el mal, con la gracia de Dios. No caigamos en la resignación y en la indiferencia. Existen también hechos positivos en el 2015 que debemos valorar: La conferencia de parís para encontrar vías para afrontar los cambios climáticos y la Conferencia de Addis Abeba para obtener recursos para las poblaciones más necesitadas del planeta.
También señala el Papa Francisco la celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticano II. El papa Juan XXIII quiso abrir las ventanas de la Iglesia para que comunicación con la realidad del mundo fuera más fluida. Dos documentos marcan especialmente esta apertura: Nostra Aetate y Gaudium et Spes: “En la declaración Nostra Aetate, la Iglesia ha sido llamada a abrirse al dialogo con las expresiones religiosas no cristianas. En la Constitución Gaudium et Spes, desde el momento en que <
No menso importante es el Año de la Misericordia para que todos los cristianos tengamos un corazón humilde y compasivo.
A nivel global la corresponsabilidad responde a la vocación común de fraternidad y vida común. Creado el hombre a imagen y semejanza de Dios tiene una dignidad inalienable. Existimos en relación con los otros. Fuera de esta relación seríamos menos humanos.
Entre las formas de indiferencia que señala el Papa, me fijo en la primera. Es un análisis precioso y raíz de todo lo demás: “La primera forma de indiferencia en la sociedad humana es la indiferencia ante Dios, de la cual brota también la indiferencia ante el prójimo y ante lo creado. Esto es uno de los graves efectos de un falso humanismo y del materialismo práctico, combinados con el pensamiento relativista y nihilista. El hombre piensa ser el autor de sís mismo, de la propia vida y de la sociedad; se siente autosuficiente: busca no solo reemplazar a Dios, sino prescindir completamente de él. Por consiguiente, cree que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo; y pretende tener solo derechos… Benedicto XVI recordaba que ni el hombre ni su desarrollo son capaces de darse su significado último por sí mismo; y precedentemente, Pablo VI había afirmado que <
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