Los Colegios del Papa Francisco
El papa Francisco ha dirigido una carta al Congreso de Escuelas Católicas de España que merece la pena destacar. No es un documento largo, tiene un gran contenido.
Comienza con un saludo y un mensaje esperanzado. Quiero unirme a las palabras del Papa. La experiencia pastoral de muchos años me demuestra que el trabajo educador de los Colegios es fundamental. Contando sus deficiencias. Sobre brasas que depositaron los educadores ha caído mucha ceniza; nos corresponde apartarla y prender el fuego.
“Los aludo con afecto y, a través de ustedes, hago llegar también mi saludo a todos los padres, alumnos, profesores y personal no docente de los distintos centros educativos católicos de España.
Ante todo quiero agradecerles su dedicación y compromiso en la exigible y, al mismo tiempo, apasionante tarea de la educación. Soy consciente de las muchas dificultades y obstáculos que tienen que afrontar en este momento particularmente complejo de la historia, pero también el de la ilusión y generosidad con la que se entregan a este cometido”.
Afronta el papa después, la calidad de los Colegios. Muchas realidades están cambiando en la educación. Lo percibimos desde la Universidad donde soy Capellán: Bolonia, la exigencia de inglés etc. Peligro: Que la parte técnica absorba la preocupación mayor y que la formación humana y cristiana quede como algo secundario. Tan sencillo como esto: “Los niños y los jóvenes tienen derecho, ciertamente, a recibir una educación de calidad, impartida con competencia y profesionalidad; pero sobre todo, necesitan una educación de calidad humana, moral y espiritual, y para ello es imprescindible el testimonio y la coherencia de los profesores. Este debe ser un aspecto fundamental de la escuela católica.
Educar es servir y servir significa acompañar al niño en su camino de crecimiento y desarrollo. Ayudarlo a que se enriquezca como persona y crezca en él el sentido de lo verdadero, el sentido del bien y el sentido de lo bello, para que pueda abrirse a la realidad, no con una actitud posesiva ni con preocupación ideológica, sino con una mirada de acuerdo y respeto ante el misterio de la vida”.
Nos encontramos en España ante unas elecciones parlamentarias. Es importante que los partidos garanticen la libertad de los padres para elegir Colegio según sus creencias. Y garantizarlas de un modo real. Con la gratuidad correspondiente para que haya auténtica libertad. De lo contrario las familias carecen de ese derecho.
“Deseo resaltar el papel de los padres, y el de toda la familia, en la escuela. Educar es también un acto de amor, se encuentra en la misma lógica de la entrega y del don de sí que caracteriza el amor conyugal de los esposos. Son ellos los que tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Si la escuela prescinde, peor aún, excluye a los padres sus creencia, sus valores, su patrimonio espiritual y moral, estaría realizando una grave amputación en la educación de los niños, privándoles de una dimensión esencial para sus vidas”
No se olvida el Papa de la dimensión social de la educación. “Educar supone también abrirse a una amplia dimensión social, compartir con los pobres y necesitados el pan de la cultura es una obligación, una obra de caridad espiritual y un medio esencial de promoción humana. No privemos a los menos favorecidos de este alimento tan necesario; luchemos contra la cultura del descarte y la marginación ya desde los primeros años de la educación. Queridos amigos, los aliento a continuar esa larga historia de amor, de servicio y promoción que la escuela católica española siempre ha protagonizado a favor de los niños más pobres y desfavorecidos. Que la escuela así como las familias, sean cada vez más taller de esperanza para todo el mundo”.
Comienza con un saludo y un mensaje esperanzado. Quiero unirme a las palabras del Papa. La experiencia pastoral de muchos años me demuestra que el trabajo educador de los Colegios es fundamental. Contando sus deficiencias. Sobre brasas que depositaron los educadores ha caído mucha ceniza; nos corresponde apartarla y prender el fuego.
“Los aludo con afecto y, a través de ustedes, hago llegar también mi saludo a todos los padres, alumnos, profesores y personal no docente de los distintos centros educativos católicos de España.
Ante todo quiero agradecerles su dedicación y compromiso en la exigible y, al mismo tiempo, apasionante tarea de la educación. Soy consciente de las muchas dificultades y obstáculos que tienen que afrontar en este momento particularmente complejo de la historia, pero también el de la ilusión y generosidad con la que se entregan a este cometido”.
Afronta el papa después, la calidad de los Colegios. Muchas realidades están cambiando en la educación. Lo percibimos desde la Universidad donde soy Capellán: Bolonia, la exigencia de inglés etc. Peligro: Que la parte técnica absorba la preocupación mayor y que la formación humana y cristiana quede como algo secundario. Tan sencillo como esto: “Los niños y los jóvenes tienen derecho, ciertamente, a recibir una educación de calidad, impartida con competencia y profesionalidad; pero sobre todo, necesitan una educación de calidad humana, moral y espiritual, y para ello es imprescindible el testimonio y la coherencia de los profesores. Este debe ser un aspecto fundamental de la escuela católica.
Educar es servir y servir significa acompañar al niño en su camino de crecimiento y desarrollo. Ayudarlo a que se enriquezca como persona y crezca en él el sentido de lo verdadero, el sentido del bien y el sentido de lo bello, para que pueda abrirse a la realidad, no con una actitud posesiva ni con preocupación ideológica, sino con una mirada de acuerdo y respeto ante el misterio de la vida”.
Nos encontramos en España ante unas elecciones parlamentarias. Es importante que los partidos garanticen la libertad de los padres para elegir Colegio según sus creencias. Y garantizarlas de un modo real. Con la gratuidad correspondiente para que haya auténtica libertad. De lo contrario las familias carecen de ese derecho.
“Deseo resaltar el papel de los padres, y el de toda la familia, en la escuela. Educar es también un acto de amor, se encuentra en la misma lógica de la entrega y del don de sí que caracteriza el amor conyugal de los esposos. Son ellos los que tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Si la escuela prescinde, peor aún, excluye a los padres sus creencia, sus valores, su patrimonio espiritual y moral, estaría realizando una grave amputación en la educación de los niños, privándoles de una dimensión esencial para sus vidas”
No se olvida el Papa de la dimensión social de la educación. “Educar supone también abrirse a una amplia dimensión social, compartir con los pobres y necesitados el pan de la cultura es una obligación, una obra de caridad espiritual y un medio esencial de promoción humana. No privemos a los menos favorecidos de este alimento tan necesario; luchemos contra la cultura del descarte y la marginación ya desde los primeros años de la educación. Queridos amigos, los aliento a continuar esa larga historia de amor, de servicio y promoción que la escuela católica española siempre ha protagonizado a favor de los niños más pobres y desfavorecidos. Que la escuela así como las familias, sean cada vez más taller de esperanza para todo el mundo”.
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