Objetivo: liquidar la enseñanza concertada
por Daniel Arasa
No cesa en España el persistente acoso a la enseñanza concertada desde las instituciones públicas y es promovida por algunos partidos. La Generalitat de Cataluña anunció hace unos días que a partir del curso 2022-2023 retira los conciertos a las escuelas de educación diferenciada. El argumento es que no puede haber ninguna escuela con financiación pública que “segregue” en clases distintas a niños y niñas. Lo decidido por el Gobierno catalán va en la misma línea de la actuación de varias autonomías.
Ya se verá cómo acabará aquella decisión gubernamental, por cuanto intentos anteriores fueron recurridos ante los tribunales y anulados. Los jueces consideraron que era perfectamente constitucional la enseñanza diferenciada y los centros que la imparten tienen los mismos derechos que los demás a recibir el apoyo público a través de los conciertos. En la actualidad, vigente a nivel estatal la Ley Celaá, claramente hostil a la escuela concertada y negadora del respeto al derecho de los padres a elegir, da más margen para atacar aquel modelo pedagógico.
Los impulsores de las medidas contra la educación diferenciada hacen referencia a ella como “segregación por sexos”, con atribución claramente peyorativa. La mayoría de la población entiende que “segregar” es discriminar negativamente a una parte. En este caso entienden, a priori, que es la mujer la menospreciada, la damnificada. Aparte de erróneo, es insultante para quien conozca mínimamente la realidad de tales escuelas.
Si llevar a los niños y niñas a este tipo de centros fuera obligatorio y los contenidos didácticos y la formación impartida fuesen inferiores en las escuelas de un sexo respecto al de otro podría afirmarse que hay segregación, pero, de un lado, los padres que llevan allí a sus hijos lo hacen con plena libertad, y, de otro, el nivel de enseñanza no es de menor calidad en las escuelas femeninas.
Cuantificar resultados
Para tomar posiciones acerca de la enseñanza en este campo es importante cuantificar los resultados de los alumnos que han estudiado en tales centros comparándolos con las de escuelas mixtas, así como observar cuanto ocurre en el mundo. La enseñanza diferenciada crece en diversos países punteros en educación, muy interesados por lograr la excelencia. El nivel al que se aspira en España queda muy lejos de ello. En aquellos países tal separación entre chicos y chicas se da tanto en centros privados como públicos.
De otro lado, en su conjunto, los resultados educativos de la enseñanza diferenciada son superiores a los de la enseñanza mixta. Se comprueba, por ejemplo, que entre los varones disminuye el fracaso escolar y en las mujeres se aumenta el liderazgo. El distinto grado de desarrollo físico y psicológico de chicas y chicos, más precoz en aquellas, hace que no pocos pedagogos aconsejen la separación escolar en la etapa de la adolescencia. De otro lado, afirmar que la educación diferenciada promueve el sexismo o el machismo es una muestra del desconocimiento más absoluto.
En cualquier caso, no es ningún dogma considerar mejor la enseñanza diferenciada o la mixta en aquellas etapas escolares, como tampoco lo inverso, pero lo que es incuestionable es que los que quieren liquidar la educación diferenciada no lo hacen por motivos pedagógicos, sino estrictamente ideológicos. No les importa vulnerar el derecho de los padres a elegir el tipo de educación ética o religiosa que desean para sus hijos, ni analizan cual es la mejor fórmula para el desarrollo y formación de los jóvenes. Se han puesto orejeras que impiden mirar más allá de su ideología.
Acabar con toda la concertada
El ataque económico a la educación diferenciada puede abocar a que, o bien los centros se conviertan en mixtos cambiando su línea pedagógica y quizás su ideario, o que, de mantenerse como en la actualidad, solo puedan acceder a ellos familias de cierto nivel económico. Entonces, evidentemente, se les acusará de elitistas y de dedicarse a los ricos dejando de lado al ciudadano medio y a las familias pobres.
El acoso inmediato y persistente a la educación diferenciada es grave, pero en el fondo no es más que “una fase de las operaciones” contra toda la enseñanza concertada. En Barcelona ya se vivió con entusiasmo municipal y de la Generalitat, acompañado de una elevada dosis publicitaria, que varias escuelas religiosas se transformaran en escuelas públicas. Les han forzado a abandonar en base a irlas ahogando económicamente, sumado, ciertamente, a la falta de vocaciones religiosas de muchas órdenes.
Eliminar la enseñanza que “segrega”, en su terminología, es pues, un tramo del camino. A más largo plazo el objetivo es acabar con la enseñanza concertada o reducirla a residual.
Con un pequeño detalle. La mayor parte de la enseñanza concertada de España es de instituciones religiosas católicas o de entidades u organizaciones de padres con base cristiana. Ahí está el fondo. No solo se quiere liquidar un modelo pedagógico. De lo que se trata es recortar o eliminar la difusión de un determinado sentido de la vida y concepto de la persona.
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