Silencios vergonzosos: persecución en Pakistán y tráfico de niños
por Daniel Arasa
Con pocas horas de diferencia he podido conocer en detalle dos gravísimas violaciones de la dignidad de las personas de las que los medios de comunicación no se hacen eco, o no pasan de pequeñas noticias puntuales, a pesar de tener una dimensión mundial. De un lado, he visionado de la película Sound of freedom [Sonido de libertad], sobre el tráfico de niños, y, de otro escuchado los testimonios de católicos del Pakistán perseguidos por su fe y que se han exiliado a España, residiendo en Barcelona.
La película Sound of freedom la visioné en el preestreno para la prensa. Su estreno en las salas de cine de España está previsto para el 11 de octubre. Ha sido producida por Eduardo Verástegui, dirigida por Alejandro Monteverde y su protagonista principal es Jim Caviezel, el actor que interpretó la figura de Jesucristo en La Pasión de Mel Gibson. Son todos ellos fervientes católicos. No haré spoilers y tampoco corresponde aquí entrar en detalles del film. Basta con que les aconseje que no se la pierdan.
Basada en hechos reales aunque no falten licencias cinematográficas, narra los esfuerzos y avatares de un ex agente federal norteamericano, Tim Ballard, para rescatar de manos de traficantes a dos hermanos de pocos años que habían sido secuestrados, y se encuentra con algo mucho más terrorífico de lo que esperaba: una enorme trata de niños, destinados de forma especial al abuso sexual.
La película estaba ya preparada desde 2018, pero ha tardado en poder llegar a las pantallas porque diversas majors norteamericanas se negaron a producirla o distribuirla, y tuvo que ser una mucho más pequeña, Angel Studio, la que la sacara adelante. Con todo, está teniendo un gran éxito de taquilla en Estados Unidos y en los países latinoamericanos en los que ya se proyecta. También desde la órbita política se pusieron muchos obstáculos a su producción y distribución. Es de esperar que sacuda muchas conciencias.
Más allá del film en sí mismo, infinitamente más grave es el silencio en el mundo de la comunicación sobre esta trata de niños. Detrás hay enormes intereses económicos e inconfesables perversiones de pederastia. Aunque no sea el tema del film, basta recordar también la existencia de un determinado y pujante turismo sexual en algunos países.
Este silencio resulta aún más estridente ante la fácil comprobación de que los casos de pederastia en la Iglesia son aireados a todas horas por muchos medios de comunicación -y está bien que se denuncien-, mientras se corre un velo sobre la inmensa magnitud de este abuso sobre los menores, del que aquél no es más que una pequeñísima parte.
De otro lado, en la parroquia de Santa Anna de Barcelona, hospital de campaña donde se realiza una gran labor social y humanitaria entre los más necesitados y los que viven en la calle, he podido asistir a la celebración de una misa acompañada de la presentación de testimonios de varios católicos pakistaníes que se han exiliado a España ante la sistemática persecución a que son sometidos en su país por ser católicos.
Recordaron que las persecuciones son frecuentes en aquel país, incluso habituales, y detallaron la existencia de una ley de blasfemia que de por sí crea dificultades, pero que, además, los extremistas musulmanes utilizan de forma retorcida contra los cristianos manipulando pruebas de supuestas blasfemias contra el Corán y excitando los ánimos de las masas para provocar asesinatos, destrucciones y encarcelamientos.
De forma especial se refirieron a las persecuciones extremadamente graves de hace unas semanas (a mediados de agosto) en las que incendiaron cuarenta iglesias y saquearon y prendieron fuego a doscientas casas de católicos.
Los pakistaníes que expusieron su testimonio expresaron su fidelidad a Cristo y a la Iglesia a pesar de la habitual hostilidad y persecución. Uno de ellos, Kalid, periodista y maestro que dirigía una escuela en Pakistán y tuvo que exiliarse, explicó que, aunque sea con gran esfuerzo, podrán reconstruir las iglesias y las casas quemadas, pero el miedo está instalado en el cuerpo de las personas perseguidas.
En la prensa española y europea prácticamente ha pasado desapercibida esta persecución producida hace solo unas semanas. Ya situados en Asia y coincidiendo en el tiempo, basta recordar y contrastar durante cuántos días las televisiones, radios y periódicos españoles dedicaban grandes y preferentes espacios al hijo de un actor español que, en Tailandia asesinó y descuartizó a su compañero sentimental.
Es perfectamente constatable que se silencia una y otra vez la persecución a los cristianos que se produce en tantos países del mundo. Antes nos referíamos también al olvido de la trata de menores con fines perversos.
A la vista de hechos como estos no puede extrañar que muchos medios de comunicación no gocen de prestigio cuando se constata que, por intereses o ideología, ocultan o manipulan la verdad sobre determinados temas de gran magnitud y trascendencia.
Otros artículos del autor
- «No tenéis hijos... ¡acabaréis teniendo perros!»
- Sin perdón no hay paz: ni con ETA, ni con la Memoria Histórica, ni en las familias
- Mirando a Washington con inquietud
- Juegos Olímpicos: atacar el cristianismo forma parte del paisaje
- Los progres empiezan a detectar el desastre en las diócesis alemanas
- Ultracatólicos
- ¿Padrinos católicos? ¡Faltan hombres creyentes!
- Pactos políticos y relativismo
- Toque de atención en Polonia, el bastión católico
- Periodismo sectario