La campaña 2012: ¿Burke vs Hobbes?
La carrera 2012 por la Casa Blanca hunde sus raíces históricas en el dilema de la modernidad sobre el poder político y su contribución al bien común.
por George Weigel
Probablemente piensas, amable lector, que la carrera presidencial 2012 es una competición entre Barack Obama y Mitt Romney. Por supuesto es así, en lo que concierne a los nombres que elegiremos el 6 de noviembre. Pero la carrera 2012 por la Casa Blanca es algo más profundo, algo que hunde sus raíces históricas en el dilema de la modernidad sobre el poder político y la forma en que contribuye al bien común.
Es una carrera, por adoptar puntos simbólicos de referencia, entre Thomas Hobbes (15881679) y Edmund Burke (17291797).
Ambos eran británicos. Ambos ejercieron un profundo impacto en la teoría política moderna. Ambos sabían que la religión y la política -la Iglesia y el Estado- han estado sólidamente entrelazados en la historia de Occidente, aunque en este punto las profundas diferencias entre estas dos figuras paradigmáticas comienzan a perfilarse: Hobbes intentó apartar las convicciones religiosas de la moderna plaza pública, mientras que Burke compartía una visión de la modernidad política que extrajo en parte del rico pluralismo social de la Edad Media católica.
En un mundo hobbesiano, los únicos actores de importancia son el Estado y el individuo. En un mundo burkeano, las instituciones de la sociedad civil -familias, comunidades religiosas, voluntariado, empresas, sindicatos, etc.- "median" entre el individuo y el Estado, y éste se preocupa sólo de garantizar un entorno legal apropiado en el que puedan florecer esas instituciones de la sociedad civil.
En un mundo hobbesiano, el Estado (Leviatán, según el título de la obra más célebre e influyente de Hobbes) monopoliza el poder con la finalidad de proteger a los individuos de las vicisitudes de la vida, que es "solitaria, pobre, desagradable, salvaje y breve". En un mundo burkeano, la sociedad civil ofrece una gruesa capa de mediación -protección, si lo prefieres- que amortigua las interacciones entre los individuos y los desafíos de la vida.
Un mundo hobbesiano es un mundo de contratos y relaciones legales, y punto. Un mundo burkeano es un mundo en el que existen contratos -el imperio de la ley- pero también alianzas, esas asociaciones humanas de tejido más suave (empezando por el matrimonio) mediante las cuales los hombres y las mujeres crean lazos de afecto, compromiso y responsabilidad mutua.
Los teóricos católicos de la política siempre han encontrado mayores dificultades con Hobbes, y no simplemente porque propugnase lo que hoy podríamos llamar "el espacio público vacío": un espacio público despojado de convicción religiosa. La visión de Hobbes sobre el Estado es demasiado fría para la sensibilidad social de los católicos, quienes suelen concebir la sociedad como algo orgánico, no artificial ni forzado.
Por el contrario, la defensa que hacía Burke de los "pequeños núcleos" sociales guarda numerosas afinidades con la doctrina social católica, desde León XIII a Benedicto XVI. Por ejemplo, Juan Pablo II insistía particularmente en defender las instituciones de mediación de la sociedad civil, y las describió en 1991, en la encíclica Centesimus Annus, como escuelas de libertad: asociaciones humanas naturales, empezando por la familia, donde preciosos y obstinados tiranos (descripción exacta de lo que son todos los niños de 2 años) se transforman en el tipo de ciudadanos adultos civilizados y tolerantes que puede participar en la vida pública con su cabeza, no sólo con sus músculos.
Ninguno de los candidatos presidenciales se sitúa en una plataforma explícitamente hobbesiana. Y las complejidades de la vida en un mundo postmoderno son tales que una república puramente burkeana es ahora improbable. Aquí de lo que se trata es de tendencias, orientaciones, visiones de lo posible. Y a ese nivel, en 2012 se perfila realmente una competición entre "Hobbes" y "Burke".
A medida que los candidatos se han ido presentado a sí mismos ante el país en los últimos meses, y más recientemente en sus convenciones, se ha hecho cada vez más claro que Estados Unidos elegirá en 2012 entre dos caminos hacia el futuro. Al final de uno de ellos, en última instancia sólo hay lugar para el individuo y el Estado. Al final del otro, el florecimiento de instituciones de la sociedad civil otorga poder al individuo y contribuye a la solución de los problemas reales. En aquél, el Estado define las responsabilidades y concede los premios (y los castigos). En éste, los individuos y las asociaciones voluntarias y libres asumen responsabilidades y contribuyen así al bien común.
Hobbes vs Burke. Es un viejo debate. Y es también el debate al que asistiremos desde hoy al 6 de noviembre.
Publicado en First Things.
Traducción: ReL.
Es una carrera, por adoptar puntos simbólicos de referencia, entre Thomas Hobbes (15881679) y Edmund Burke (17291797).
Ambos eran británicos. Ambos ejercieron un profundo impacto en la teoría política moderna. Ambos sabían que la religión y la política -la Iglesia y el Estado- han estado sólidamente entrelazados en la historia de Occidente, aunque en este punto las profundas diferencias entre estas dos figuras paradigmáticas comienzan a perfilarse: Hobbes intentó apartar las convicciones religiosas de la moderna plaza pública, mientras que Burke compartía una visión de la modernidad política que extrajo en parte del rico pluralismo social de la Edad Media católica.
En un mundo hobbesiano, los únicos actores de importancia son el Estado y el individuo. En un mundo burkeano, las instituciones de la sociedad civil -familias, comunidades religiosas, voluntariado, empresas, sindicatos, etc.- "median" entre el individuo y el Estado, y éste se preocupa sólo de garantizar un entorno legal apropiado en el que puedan florecer esas instituciones de la sociedad civil.
En un mundo hobbesiano, el Estado (Leviatán, según el título de la obra más célebre e influyente de Hobbes) monopoliza el poder con la finalidad de proteger a los individuos de las vicisitudes de la vida, que es "solitaria, pobre, desagradable, salvaje y breve". En un mundo burkeano, la sociedad civil ofrece una gruesa capa de mediación -protección, si lo prefieres- que amortigua las interacciones entre los individuos y los desafíos de la vida.
Un mundo hobbesiano es un mundo de contratos y relaciones legales, y punto. Un mundo burkeano es un mundo en el que existen contratos -el imperio de la ley- pero también alianzas, esas asociaciones humanas de tejido más suave (empezando por el matrimonio) mediante las cuales los hombres y las mujeres crean lazos de afecto, compromiso y responsabilidad mutua.
Los teóricos católicos de la política siempre han encontrado mayores dificultades con Hobbes, y no simplemente porque propugnase lo que hoy podríamos llamar "el espacio público vacío": un espacio público despojado de convicción religiosa. La visión de Hobbes sobre el Estado es demasiado fría para la sensibilidad social de los católicos, quienes suelen concebir la sociedad como algo orgánico, no artificial ni forzado.
Por el contrario, la defensa que hacía Burke de los "pequeños núcleos" sociales guarda numerosas afinidades con la doctrina social católica, desde León XIII a Benedicto XVI. Por ejemplo, Juan Pablo II insistía particularmente en defender las instituciones de mediación de la sociedad civil, y las describió en 1991, en la encíclica Centesimus Annus, como escuelas de libertad: asociaciones humanas naturales, empezando por la familia, donde preciosos y obstinados tiranos (descripción exacta de lo que son todos los niños de 2 años) se transforman en el tipo de ciudadanos adultos civilizados y tolerantes que puede participar en la vida pública con su cabeza, no sólo con sus músculos.
Ninguno de los candidatos presidenciales se sitúa en una plataforma explícitamente hobbesiana. Y las complejidades de la vida en un mundo postmoderno son tales que una república puramente burkeana es ahora improbable. Aquí de lo que se trata es de tendencias, orientaciones, visiones de lo posible. Y a ese nivel, en 2012 se perfila realmente una competición entre "Hobbes" y "Burke".
A medida que los candidatos se han ido presentado a sí mismos ante el país en los últimos meses, y más recientemente en sus convenciones, se ha hecho cada vez más claro que Estados Unidos elegirá en 2012 entre dos caminos hacia el futuro. Al final de uno de ellos, en última instancia sólo hay lugar para el individuo y el Estado. Al final del otro, el florecimiento de instituciones de la sociedad civil otorga poder al individuo y contribuye a la solución de los problemas reales. En aquél, el Estado define las responsabilidades y concede los premios (y los castigos). En éste, los individuos y las asociaciones voluntarias y libres asumen responsabilidades y contribuyen así al bien común.
Hobbes vs Burke. Es un viejo debate. Y es también el debate al que asistiremos desde hoy al 6 de noviembre.
Publicado en First Things.
Traducción: ReL.
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