La transcendencia en lo cotidiano.
El Ángelus de Jean-François Millet (I)
por Arte y Fe
El París del siglo XIX era el epicentro mundial del arte. Allí Millet se matriculó en la Escuela de Bellas Artes bajo la tutela de Paul Delaroche y frecuentó el Museo del Louvre para poder observar en vivo las obras de todos los grandes maestros de la pintura.
La personalidad de Millet destacaba por su humildad, por el amor a sus raíces campesinas y por su religiosidad. No le interesaban los grandes movimientos revolucionarios ni las teorías filosóficas tan en boga en su época, como sí les interesaban a la mayoría de los artistas de su tiempo. Millet prefería tratar temas aparentemente triviales tales como paisajes naturales y de temática campesina. Sin embargo esta supuesta trivialidad es engañosa. “Lograr que lo trivial sirva para la expresión de lo sublime” afirmaba Millet. Sin duda, el suyo es un testimonio de cómo la belleza salva de la ideología. Un mal que padecemos aún en nuestros días.
Para Millet el arte pictórico se encontraba a la deriva: “La decadencia empezó cuando se llegó a creer que el arte, a pesar de que se inspira en la naturaleza, era el bien supremo; se propuso al artista como modelo y objetivo, sin considerar que su mirada está puesta en lo infinito”.
Millet busca mostrar en sus lienzos la Belleza que es capaz de salvar al hombre. Su mirada es penetrante, como la de algunos santos. Llegó a ver en lo más pequeño la inmensidad absoluta: “Hay quienes me dicen que niego los encantos del campo, y yo encuentro en él mucho más que encantos: esplendores infinitos. Al igual que ellos, veo las florecillas de las que Cristo decía: “os aseguro que ni Salomón, en toda su gloria, vistió nunca como una de ellas””.
Millet siempre fue fiel a su modo de entender la pintura, aunque significara a cambio pasar grandes estrecheces económicas, como las que padeció toda su vida. Solamente en su última etapa obtuvo algún reconocimiento por parte de la crítica y cierto grado de popularidad social. Falleció en 1875, en Barbizón a la edad de 61 años.
Ya que conocemos más sobre la personalidad de Millet, en el próximo capitulo nos centraremos en la obra maestra que es su Ángelus.