Maravillas en piedra
Iglesias rupestres en España (I)
por Arte y Fe
Estas construcciones también fueron utilizadas a menudo como eremitorios. En los eremitorios podían vivir uno o varios ermitaños dedicados exclusivamente a la oración. Los eremitas subsistían gracias a la generosidad de los fieles, quienes les proporcionaban alimentos. Cuando los ermitaños no podían contar con este tipo de ayuda directamente, se alimentaban de lo que les proporcionaba la naturaleza aledaña al eremitorio: bayas, frutos, raíces...
Estos eremitorios rupestres fueron el germen de los movimientos monásticos que tuvieron su auge siglos después, en la Alta Edad Media.
Las iglesias rupestres en España
Origen
El origen de las iglesias o eremitorios rupestres en España se encuentra ya en los primeros siglos del cristianismo. Como hemos comentado anteriormente, las cuevas eran lugares idóneos para que los ermitaños o anacoretas pudieran llevar una vida contemplativa.
A partir del año 711 d.C, comienza la invasión musulmana de la península Ibérica. Tan sólo una pequeña región del norte de España, la Cornisa Cantábrica, permaneció libre del poder islámico. En ella los cristianos huidos de todos los rincones de la península, acogidos por los pueblos autóctonos, establecieron su hogar.
Enseguida levantaron nuevas iglesias, entre ellas una gran cantidad de iglesias rupestres, debido a la inestabilidad en que se veían inmersos. No tenían tiempo ni materiales para realizar grandes construcciones, se encontraban desplazados de sus tierras, huyendo de la guerra, despojados de sus bienes y sin seguridad sobre si ese sería un lugar permanente para vivir pero, aún así, buscaron los entornos más dignos para alabar a Dios, adecuando en muchas ocasiones las cuevas que se encontraban en su camino a los fines litúrgicos. Como muestra tenemos la existencia de más de medio centenar de iglesias rupestres en la zona más meridional de la actual Cantabria.
Según fue el avance de la Reconquista por parte de los cristianos de la Península Ibérica, se fueron construyendo nuevas iglesias rupestres en las nuevas zonas fronterizas.
Una característica común de las iglesias rupestres es su integración con el paisaje natural. En ocasiones, esta adaptación al terreno se debía simplemente a la necesidad de protección: se construían de tal manera que no llamasen la atención. Las débiles fronteras que podían variar a lo largo del tiempo y además eran permeables a las frecuentes incursiones del enemigo, por lo que debían protegerlas lo mejor posible para que no fueran destruidas.
Lo más impresionante de algunas iglesias rupestres es que después de más de mil años se sigue celebrando la Santa Misa en ellas ¡Cuantas tribulaciones y alegrías habrán puesto ante el Señor los millones de fieles de épocas y situaciones tan diversas que Le han rezado abrigados por sus muros!
Fotografías tomadas de: Turismo de Cantabria, Todopueblos, Románico Castillo y León, José Miguel Martínez, ArteHistoria, Asturnatura, Arteguias, Viajeuniversal, Revista Anales, PueblosLugaresRincones, Viajesocultos, FotosBurgos, Leyendasdecastillos, Javier Prieto Gallego y Wikipedia.