¿Usa usted preservativo?
Sucedió en un ambulatorio de Madrid.
Me lo relató el padre del adolescente con la preocupación que puedes suponer.
Su esposa acompañó a su hijo al centro médico para ponerle una vacuna propia de su edad. Tiene 14 años el muchacho.
Cuando terminó la consulta, la enfermera dijo a la madre: “Puede salir un momento. Quiero hablar con su hijo a solas.”
La madre salió del despacho y esperó a su hijo.
Al encontrarse de nuevo con él, esta le preguntó: ¿qué te ha dicho la enfermera? Me ha preguntado si tomaba drogas, si bebía alcohol y me ha enseñando cómo se coloca un preservativo.
La anécdota no pudiera tener más importancia que la actitud impropia de una enfermera; ya sería grave; estaría sembrando maldad en niños inocentes. Puede ser también un descubrimiento sintomático de lo que pueden estar realizando otros trabajadores de la sanidad y que los chicos no descubren a sus padres por miedo.
A mi entender esta situación plantea dos aspectos de actuación urgentes:
1º La denuncia ante quien corresponda de la enfermera, médico o sicólogo que invada esta parcela que corresponde a los padres y a quienes ellos se la quieran encomendar mientras sus hijos sean menores de edad.
2º Urge que eduquemos en castidad cristiana. La sexualidad es uno de los dones más precisos que el Señor nos ha entregado. Encauzada, una maravilla; desbordada, una catástrofe.
En el ambiente erótico en que vivimos, si las familias, los Colegios, los Grupos parroquiales, las distintas Espiritualidades, los Sacerdotes y Educadores no abordamos este asunto con honradez y valentía cristiana, dando el verdadero sentido de la sexualidad, nuestros chicos y chicas la estarán viviendo desde la naturaleza bruta.
La cobardía en este punto llega hasta límites increíbles: Ejercicios Espirituales en que no se habla de
La sexualidad nos arranca de nuestra realidad egoísta para descubrirnos que en la entrega-vocación- podemos ser felices. Por eso la buena orientación de la sexualidad está en la base de toda vocación cristiana auténtica. Y permanecer en esa buena orientación es clave para vivirla según Jesucristo.
Todos tenemos vocación de paternidad y maternidad. Solo el Señor sabe dónde debemos ejercitarla: en el matrimonio, en el sacerdocio, vida consagrada, seglares en el mundo …
Para mí la educación es la clave. Podemos maldecir las tinieblas; si no encendemos una luz, el mundo continúa a oscuras. Algunos serán capaces de encender grandes luminarias, otros una simple cerilla. Todo es bueno cuando la oscuridad es mucha. Sin tonterías ni boberías. Hoy cualquier niño/a conoce biológicamente su cuerpo y el del sexo opuesto desde un tiempo temprano. Es una ventaja para no detenernos en fisiologías cuando hablamos de este asunto. Dar sentido a una realidad preciosa es nuestra encomienda.
Existen Grupos cristianos que trabajan formidablemente en Colegios, Grupos, etc. Un aplauso para ellos.