La tierra donde Dios se sembró
Las dos coordenadas de la historia de la humanidad, el lugar y el tiempo, han sido asumidas por el Dios incontenible, inefable, inabarcable, infinito, eterno, inconmensurable.
Aquí... el Verbo se hizo carne. Aquí... nació en el silencio de la noche. Aquí... creció, trabajo y vivió vida de familia humana. Aquí... predicó a las multitudes el sermón de las Bienaventuranzas. Aquí... curo a muchos. Aquí... celebró la nueva Pascua donde nació la Iglesia. Aquí... sudó sangre y fue traicionado. Aquí... recibió azotes atado a la columna. Aquí... murió en una cruz por amor. Aquí... el sepulcro vacío proclama la resurrección. AQUI. Sólo es un adverbio de lugar pero intensamente repetido y vivido en cada esquina de Tierra Santa.
Hodie Verbum caro factum est. HOY, otro adverbio, de tiempo éste.
Las dos coordenadas de la historia de la humanidad, el lugar y el tiempo, han sido asumidas por el Dios incontenible, inefable, inabarcable, infinito, eterno, inconmensurable, el Creador del cosmos y las galaxias, se hizo Niño, creció, todo Dios…
Hace dos mil años se sembró en nuestra tierra en un HOY que empezó entonces y dura ya hasta la eternidad.
Aceptando el querer amoroso de su Padre hacia Él y hacia cada uno de los hombres, dejó que su humanidad fuera roturada por el arado de nuestra humanidad pecadora. Así besó nuestra tierra y nuestra humanidad esperando ser reconocido en ese gesto de amor.
Ese grano de trigo descarnado y sepultado encerraba todo el amor divino-humano de un Dios que, en su locura, quiso manifestar indefectiblemente su amor a los hombres, clavándose a una cruz sin bajarse de ella. Aquí, hoy... en esta Tierra nuestra tan herida y convulsionada. Aquí... en la tierra de este corazón mío que tiene ansias infinitas de vida. Aquí... en tu corazón, querido lector, este Dios apasionado de amor con un amor de Pasión, quiere que le abras la posada de tu vida, el pesebre de tu corazón, para estallar dentro de él con grito victorioso de vida eterna.
Hodie Verbum caro factum est. HOY, otro adverbio, de tiempo éste.
Las dos coordenadas de la historia de la humanidad, el lugar y el tiempo, han sido asumidas por el Dios incontenible, inefable, inabarcable, infinito, eterno, inconmensurable, el Creador del cosmos y las galaxias, se hizo Niño, creció, todo Dios…
Hace dos mil años se sembró en nuestra tierra en un HOY que empezó entonces y dura ya hasta la eternidad.
Aceptando el querer amoroso de su Padre hacia Él y hacia cada uno de los hombres, dejó que su humanidad fuera roturada por el arado de nuestra humanidad pecadora. Así besó nuestra tierra y nuestra humanidad esperando ser reconocido en ese gesto de amor.
Ese grano de trigo descarnado y sepultado encerraba todo el amor divino-humano de un Dios que, en su locura, quiso manifestar indefectiblemente su amor a los hombres, clavándose a una cruz sin bajarse de ella. Aquí, hoy... en esta Tierra nuestra tan herida y convulsionada. Aquí... en la tierra de este corazón mío que tiene ansias infinitas de vida. Aquí... en tu corazón, querido lector, este Dios apasionado de amor con un amor de Pasión, quiere que le abras la posada de tu vida, el pesebre de tu corazón, para estallar dentro de él con grito victorioso de vida eterna.
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