Lo que queda de los cristianos de Oriente
En los países árabes son siempre menos, empujados al éxodo por las crecientes hostilidades. Un mapa actualizado de cuántos son y quiénes son, tres meses antes del viaje del Papa a Tierra Santa
por Sandro Magister
Están en marcha los preparativos del viaje del papa Francisco a Tierra Santa, programada desde el 24 al 26 de mayo.
Cuando hace medio siglo Pablo VI se dirigió a Jerusalén – primer Papa en la historia – los lugares santos de la ciudad estaban casi todos dentro de los confines del reino de Jordania, al igual que gran parte de Judea y del Valle del Jordán. Los cristianos eran numerosos y en algunas localidades, como Belén, estaban en neta mayoría. En la mente de muchos católicos de Occidente – como el alcalde de Florencia, Giorgio La Pira, hoy en camino a los altares – brillaba la utopía de una próxima paz mesiánica que hermanaría a cristianos, judíos y árabes.
Sobre este fondo y en este clima, el viaje de Pablo VI fue un acontecimiento de gran resonancia. En la ciudad vieja de Jerusalén la multitud árabe apretó al Papa en un abrazo físico abrumador, en algunos momentos elevándolo de la tierra. Y también a su regreso a Roma una multitud incalculable llevó en andas al Papa que retornaba al Vaticano.
Hoy no existe más ese clima. La geopolítica de Medio Oriente ha mutado completamente: no hay paz entre israelitas y palestinos, el Líbano ha sido desgarrado por una guerra civil, Siria está colapsada, Irak está devastado, Egipto explota y millones de prófugos huyen de una región a otra.
Los cristianos son los más atrapados por esa violencia. Su éxodo de los países de Medio Oriente es incesante, no compensado por la precaria inmigración en los países ricos del Golfo de mano de obra proveniente de Asia.
Ha declarado respecto a esta cuestión el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, en su primera entrevista extensa luego de su nombramiento, publicada en la edición del 9 de febrero de "Avvenire":
"La situación de los cristianos en Medio Oriente es una de las grandes preocupaciones de la Santa Sede, sobre la cual ella no cesa de sensibilizar a cuantos tiene responsabilidades políticas, porque se trata de la convivencia pacífica en esa región y en el mundo entero".
Y agregó, refiriéndose a la presencia en Medio Oriente de cristianos pertenecientes a diversas confesiones e implícitamente al encuentro que el papa Francisco tendrá en Jerusalén con el patriarca ecuménico de Constantinopla, medio siglo después del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras:
"Éste es también un ámbito de particular relevancia a nivel ecuménico, dado que los cristianos pueden buscar y encontrar caminos comunes para ayudar a los hermanos en la fe que sufren en varias partes del mundo".
¿Pero cuántos son y quiénes son los cristianos que habitan en Tierra Santa y en las regiones circundantes?
En conjunto son hoy entre 10 y 13 millones, según las estimaciones, sobre una población total de 550 millones de habitantes. En consecuencia, está cerca del 2%.
A continuación presentamos un mapa actualizado, tomado del n. 22 de la revista "Il Regno", de los dehonianos de Boloña, escrito por un experto en la materia.
__________
IGLESIAS ANTIGUAS Y FRÁGILES
por Giorgio Bernardelli
¿Cuántos son los cristianos de Medio Oriente? ¿Cuántas y cuáles son sus Iglesias? Para orientarnos, el punto de referencia son los patriarcados del cristianismo de los primeros siglos, que además de Roma y Constantinopla asignaban un rol de primer orden también a Antioquía, Alejandría y Jerusalén.
LOS COPTOS
Al mirar los números de hoy no se puede partir más que de los cristianos de Egipto, que son los herederos del patriarcado de Alejandría, y específicamente de la Iglesia copta ortodoxa, guiada por el papa Tawadros II, en quien se referencian más del 90% de los cristianos de Egipto.
Se la llama copta ortodoxa, pero se aclara enseguida que no tiene nada que ver con la ortodoxia que es hija del cisma entre Roma y Constantinopla. En realidad, la génesis de una Iglesia autónoma egipcia hunde sus raíces en el rechazo del patriarca de Alejandría a participar en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, en la época de las disputas teológicas sobre la naturaleza de Jesús.
Los coptos son hoy la comunidad cristiana más numerosa en Medio Oriente. ¿Pero cuántos son? En los dos últimos censos, de los años 1996 y 2006, la pregunta sobre la religión de pertenencia en Egipto fue omitida en los cuestionarios, siguiendo en tal sentido una indicación proveniente de Naciones Unidas. Sólo que esto ha alimentado dos contabilidades paralelas.
Por una parte, la de la Iglesia copta ortodoxa, que basándose en sus registros sostiene que los cristianos son el 10% de la población del país, vale decir entre 8 y 9 millones de creyentes.
Por otra parte, está la estadística oficial, que sostiene que son mucho menos: en el año 2012 la Agencia gubernamental hablaba de no más de 5.130.000 cristianos. Y también una fuente independiente como el estadounidense Pew Research Center estima incluso en tan sólo 4.290.000 los cristianos en Egipto, equivalente al 5,3% de la población. Se dice, sin embargo, que estos números de la estadística oficial son de por sí más precisos: se debe tener en cuenta que Egipto no es solamente el Cairo y – sobre todo para los distritos más periféricos – los mismos números sobre la población en general son muy dudosos.
Se agrega a ello que el número de los cristianos egipcios incluye también la Iglesia copta católica, de rito copto pero en comunión con Roma, guiada por el patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, que cuenta con casi 160.000 fieles. Y también están los cristianos egipcios de matriz evangélica, que se estiman en torno a los 250.000 fieles.
Si son tantas las incertidumbres sobre los coptos en Egipto, el discurso no puede ser diferente para las estimaciones sobre cristianos egipcios que han abandonado el país en los últimos años.
Lo que es cierto es que la comunidad más gruesa de la diáspora es la de Estados Unidos, donde circula el dato de 900.000 personas. Muy grandes son también las comunidades en Canadá (casi 200.000) y en Australia (75.000). Más pequeñas, por el contrario, hasta hace un par de años, resultaba la presencia copta en los países europeos.
Pero a todo esto hay que agregar la red de cuantos han abandonado el país en los últimos dos años. Respecto a esto, el Washington Institute for Near East Policy difundió una estimación que habla de 100.000 cristianos que han huido de Egipto luego de la caída de Mubarak. Pero este dato es refutado por la Iglesia copta ortodoxa, que habla de pocas decenas de miles de personas, si bien también tiene interés en contener el fenómeno.
LOS GRECO-ORTODOXOS
Son los herederos del patriarcado de Jerusalén, que en la Antiguedad permaneció siempre en la órbita de Constantinopla. Pero son también uno de los distintos filones nacidos de la cátedra de Antioquía, el Patriarcado de la historia más conflictiva.
También por este motivo los greco-ortodoxos en Medio Oriente se encuentran hasta ahora bajo la jurisdicción de dos Patriarcados distintos entre sí: el de Jerusalén – guiado actualmente por el patriarca Teófilo III -, que cuenta con cerca de 500.000 fieles y es la comunidad cristiana más densa en Israel, en Palestina y en Jordania; y el greco-ortodoxo de Antioquía, que tiene su sede en Damasco y está guiado desde hace pocos meses por el patriarca Juan X Yazigi, hermano de uno de los dos obispos raptados en Alepo.
Se estima que a este segundo Patriarcado se referencian cerca de 2 millones de fieles, pero incluyendo, además de las de Siria, las comunidades ortodoxas del Líbano, de Turquía y de Irak, y sobre todo los emigrados de la diáspora, presentes en números muy significativos en Estados Unidos, en América latina, en Australia y en Europa occidental.
Esta diáspora había comenzado ya mucho antes de la tragedia que hoy está viviendo Siria, pero ciertamente la guerra la está acentuando. Si en la primavera del 2011 se estimaba que en Siria los greco-ortodoxos eran más de 500.000, hoy a este número no se puede más que agregar muchos signos de interrogación dramáticos. Es elocuente un dato proporcionado por el patriarca melquita Gregorio III Laham, según el cual sobre 1,5 millones de cristianos sirios son al menos 450.000 los que han tenido que abandonar sus casas a causa de la guerra.
LOS MELQUITAS
Los hemos citado recién junto a los greco-ortodoxos del patriarcado de Antioquía y no por casualidad. Los melquitas nacen efectivamente de una escisión interna precisamente en esa comunidad, acontecida en el año 1724, cuando el Patriarca de Constantinopla no reconoció la elección de Cirilo VI a la cátedra greco-ortodoxa de Antioquía, porque se lo consideraba demasiado cercano a Occidente. Cinco años después Cirilo VI volvió a la plena comunión con Roma, pero manteniendo el rito bizantino.
Al igual que los coptos católicos, entonces, también los melquitas son una Iglesia católica de rito oriental. Según las estadísticas del Anuario Pontificio, hoy cuentan con casi 1,6 millones de fieles. Pero de éstos solamente 750.000 viven todavía en Medio Oriente, es decir, menos de la mitad. Y es impresionante constatar cómo un número prácticamente igual reside actualmente en América latina.
En Medio Oriente los melquitas están presentes en varios países: en Siria eran cerca de 235.000 (pero sobre su número actual vale lo mismo que se dijo sobre los greco-ortodoxos sirios), en Líbano casi 400.000, y comunidades más pequeñas están presentes en Israel, en Palestina y en Jordania. También el patriarca melquita tiene su sede en Damasco.
LOS SIRIOS
Pero el bizantino no es el único rostro del cristianismo hijo del Patriarcado de Antioquía. También aquí, efectivamente, un primer cisma se consumó ya en los tiempos del Concilio de Calcedonia, y los herederos de esa comunidad constituyen todavía la Iglesia siro-ortodoxa. Iglesia de grandísima tradición misionera en el primer milenio, atestiguada todavía por el hecho que más de 5 millones de siro-ortodoxos viven en India, contra el millón que reside entre Medio Oriente y el resto de la diáspora.
Otra característica significativa es el hecho que esta Iglesia ha conservado como su lengua litúrgica el arameo, la lengua hablada por Jesús. Desde 1980 la Iglesia siria está guiada por el patriarca Ignacio Zakka I Iwas, quien tiene su sede en Saydnaya, en los alrededores de Damasco, pero reside en Beirut.
Existe también una Iglesia católica siria, con una historia paralela a la de la Iglesia melquita, aun cuando su comunión con Roma se remonta un siglo antes. Los católicos sirios en Medio Oriente son actualmente 140.000 y viven principalmente en Siria y en Irak, guiados por el patriarca Ignacio José III Younan.
LOS MARONITAS
Siempre en el cauce de la tradición siríaca se insertan también los maronitas, la Iglesia católica de rito oriental con el mayor número de fieles.
Los maronitas son el grupo cristiano mayoritario en el Líbano. Son herederos de comunidades de rito siríaco que en el año 451 adhirieron al Concilio de Calcedonia. En el Líbano, según los datos del Anuario Pontificio, son poco menos de 1,6 millones en un país de 4 millones de habitantes. Esto hace que efectivamente el país de los cedros sea el que cuenta con el porcentaje más elevado de cristianos, en torno al 36%.
Pero también aquí se recuerda que sobre todo en los años de la guerra civil la emigración golpeó muy pesadamente. Hoy cerca de la mitad de los 3,5 millones de maronitas viven lejos de Medio Oriente, con el grupo más consistente en América latina: más de 1,3 millones.
La Iglesia maronita está guiada por el patriarca Bechara Pedro Rai, el único patriarca que hoy es también cardenal. Lo era también el patriarca copto católico Antonio Naguib, pero que debió renunciar a la cátedra de Alejandría por graves motivos de salud.
LOS CALDEOS
Otro filón del cristianismo siríaco es el de la Iglesia asiria, que cuenta hoy con 400.000 fieles entre Irak y la diáspora. Tiene su sede en Chicago, donde vive también su patriarca Mar Dinkha IV. A partir de ella derivan su origen los caldeos, el grupo mayoritario entre los cristianos iraquíes.
También la caldea es una Iglesia católica de rito oriental, en comunión con Roma desde 1553. Es la comunidad que sufre sobre sus espaldas todo el drama del período post-Saddam Hussein. Antes de la guerra los caldeos en Irak eran al menos un millón, hoy no llegan más que a 300-400.000, concentrados sobre todo en el área del Kurdistán iraquí. Un éxodo espantoso que corre el riesgo de reanudarse, después que en los últimos meses – gracias también a la soldadura entre los enfrentamientos sectarios en Bagdad y la guerra en Siria – volvió a crecer el número de los atentados en el país.
La actual situación ha llevado al patriarca caldeo Raphael Sako a utilizar recientemente tonos muy fuertes contra la fuga de los cristianos, llegando a acusar a algunos países occidentales de fomentarla a través de la entrega de visas de ingreso a los iraquíes.
LOS ARMENIOS
Históricamente relevante para Medio Oriente es también la presencia de los cristianos de tradición armenia. También en este caso se trata de una antigua Iglesia oriental que no adhirió al Concilio de Calcedonia del año 451.
Pese a tener su centro espiritual en Echmiadzin – en la actual Armenia – la Iglesia apostólica armenia tiene dos sedes importantes en Medio Oriente: el Catolicado de Cilicia, que tiene jurisdicción sobre el Líbano y sobre Siria, guiado por el catholicós Aram I Keshishian, y el Patriarcado Armenio de Jerusalén, sobre cuya cátedra se sienta el patriarca Nourhan Manougian.
La comunidad numéricamente más consistente está en el Líbano, donde los armenios son cerca de 150.000 fieles. Otros 100.000 estaban presentes en Siria, sobre todo en el área de Alepo y Deir ez-Zor, destino final de las largas marchas forzadas a causa de la persecución llevada a cabo por los Jóvenes Turcos. Armenios son también la gran mayoría de los cristianos iraníes (80-100.000).
También en este caso existe además una Iglesia de rito armenio en comunión con Roma, guiada por el patriarca armenio de Cilicia, Nerses Bedros XIX Tarmouni, con sede en Beirut. Esta comunidad cuenta en el mundo con cerca de 540.000 fieles, pero de los cuales menos de 60.000 viven hoy en Medio Oriente.
LOS LATINOS
En este cuadro tan complejo, ¿cómo se coloca la Iglesia de rito latino, que tiene su punto de apoyo en el Patriarcado de Jerusalén, guiado por Fouad Twal? Su jurisdicción abarca las comunidades de Israel, de Palestina y de Jordania, florecidas a lo largo de los siglos en torno a la presencia en Medio Oriente de las órdenes religiosas de la Iglesia latina, franciscanos en primer lugar, pero no sólo ellos.
Se trata de una comunidad pequeña: en la red del nuevo fenómeno de los inmigrantes, la comunidad latina cuenta actualmente en toda la región con cerca de 235.000 fieles, es decir, apenas el 7% entre los cristianos en comunión con Roma.
Es el grupo que junto a los greco-ortodoxos y a los melquitas sufrió más a causa del éxodo de Tierra Santa. Los latinos son hoy apenas 27.500 en Israel, 18.000 en Palestina y 50.000 en Jordania.
A nivel general en Palestina, el número de los cristianos a partir del 2000 se redujo a la mitad, pasando del 2 al 1% de la población. Más complejo es el dato sobre Israel, donde la Oficina Central de Estadísticas habla de 158.000 cristianos, establecidos en torno al 2% de la población. Pero se trata de un número de dos rostros, porque mientras que en Galilea la comunidad cristiana crece según las dinámicas normales de una población joven, en Jerusalén han quedado apenas 6.000 cristianos en una ciudad que cuenta ahora con 780.000 habitantes, mientras que eran más del doble en 1967, cuando Israel asumió el control de toda Jerusalén y los habitantes de la ciudad eran apenas 260.000.
Pero el discurso sobre los latinos queda incompleto si no se afronta también el tema de los inmigrantes cristianos que llegaron en estos últimos años a centenares de miles en Medio Oriente, impulsados por las nuevas rutas del mercado global del trabajo.
Se trata de filipinos, indios, tailandeses, pero también rumanos o nigerianos. En Israel, sólo los filipinos son más de 50.000, es decir, prácticamente el doble de los árabes cristianos que frecuentan las parroquias de rito latino.
Todavía más macroscópico, además, se torna este fenómeno si se extiende la mirada a la Península Arábiga, tierra donde hasta hace pocos años los cristianos prácticamente no existían.
Gracias a la inmigración, los cristianos son hoy 1,2 millones en Arabia Saudita (el 4,4% en relación a la población), 950.000 en los Emiratos Árabes Unidos (12,6%), 240.000 en Kuwait (8,8%), 168.000 en Qatar (9,6%) 120.000 en Omán (4,3%), 88.000 en Bahrein (7%).
Pero se trata de una presencia cristiana estructuralmente extranjera, expuesta a la provisoriedad y, en lo que respecta a los países del Golfo, sometida a pesadas restricciones en su propia vida religiosa.
Por último, se agrega también que – a pesar de estar canónicamente bajo la jurisdicción de los obispos latinos de los dos vicariatos de Arabia – entre los cristianos de estos países hay también muchos indios pertenecientes a las Iglesias católicas siro-malabar y siro-malankara.
Cuando hace medio siglo Pablo VI se dirigió a Jerusalén – primer Papa en la historia – los lugares santos de la ciudad estaban casi todos dentro de los confines del reino de Jordania, al igual que gran parte de Judea y del Valle del Jordán. Los cristianos eran numerosos y en algunas localidades, como Belén, estaban en neta mayoría. En la mente de muchos católicos de Occidente – como el alcalde de Florencia, Giorgio La Pira, hoy en camino a los altares – brillaba la utopía de una próxima paz mesiánica que hermanaría a cristianos, judíos y árabes.
Sobre este fondo y en este clima, el viaje de Pablo VI fue un acontecimiento de gran resonancia. En la ciudad vieja de Jerusalén la multitud árabe apretó al Papa en un abrazo físico abrumador, en algunos momentos elevándolo de la tierra. Y también a su regreso a Roma una multitud incalculable llevó en andas al Papa que retornaba al Vaticano.
Hoy no existe más ese clima. La geopolítica de Medio Oriente ha mutado completamente: no hay paz entre israelitas y palestinos, el Líbano ha sido desgarrado por una guerra civil, Siria está colapsada, Irak está devastado, Egipto explota y millones de prófugos huyen de una región a otra.
Los cristianos son los más atrapados por esa violencia. Su éxodo de los países de Medio Oriente es incesante, no compensado por la precaria inmigración en los países ricos del Golfo de mano de obra proveniente de Asia.
Ha declarado respecto a esta cuestión el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, en su primera entrevista extensa luego de su nombramiento, publicada en la edición del 9 de febrero de "Avvenire":
"La situación de los cristianos en Medio Oriente es una de las grandes preocupaciones de la Santa Sede, sobre la cual ella no cesa de sensibilizar a cuantos tiene responsabilidades políticas, porque se trata de la convivencia pacífica en esa región y en el mundo entero".
Y agregó, refiriéndose a la presencia en Medio Oriente de cristianos pertenecientes a diversas confesiones e implícitamente al encuentro que el papa Francisco tendrá en Jerusalén con el patriarca ecuménico de Constantinopla, medio siglo después del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras:
"Éste es también un ámbito de particular relevancia a nivel ecuménico, dado que los cristianos pueden buscar y encontrar caminos comunes para ayudar a los hermanos en la fe que sufren en varias partes del mundo".
¿Pero cuántos son y quiénes son los cristianos que habitan en Tierra Santa y en las regiones circundantes?
En conjunto son hoy entre 10 y 13 millones, según las estimaciones, sobre una población total de 550 millones de habitantes. En consecuencia, está cerca del 2%.
A continuación presentamos un mapa actualizado, tomado del n. 22 de la revista "Il Regno", de los dehonianos de Boloña, escrito por un experto en la materia.
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IGLESIAS ANTIGUAS Y FRÁGILES
por Giorgio Bernardelli
¿Cuántos son los cristianos de Medio Oriente? ¿Cuántas y cuáles son sus Iglesias? Para orientarnos, el punto de referencia son los patriarcados del cristianismo de los primeros siglos, que además de Roma y Constantinopla asignaban un rol de primer orden también a Antioquía, Alejandría y Jerusalén.
LOS COPTOS
Al mirar los números de hoy no se puede partir más que de los cristianos de Egipto, que son los herederos del patriarcado de Alejandría, y específicamente de la Iglesia copta ortodoxa, guiada por el papa Tawadros II, en quien se referencian más del 90% de los cristianos de Egipto.
Se la llama copta ortodoxa, pero se aclara enseguida que no tiene nada que ver con la ortodoxia que es hija del cisma entre Roma y Constantinopla. En realidad, la génesis de una Iglesia autónoma egipcia hunde sus raíces en el rechazo del patriarca de Alejandría a participar en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, en la época de las disputas teológicas sobre la naturaleza de Jesús.
Los coptos son hoy la comunidad cristiana más numerosa en Medio Oriente. ¿Pero cuántos son? En los dos últimos censos, de los años 1996 y 2006, la pregunta sobre la religión de pertenencia en Egipto fue omitida en los cuestionarios, siguiendo en tal sentido una indicación proveniente de Naciones Unidas. Sólo que esto ha alimentado dos contabilidades paralelas.
Por una parte, la de la Iglesia copta ortodoxa, que basándose en sus registros sostiene que los cristianos son el 10% de la población del país, vale decir entre 8 y 9 millones de creyentes.
Por otra parte, está la estadística oficial, que sostiene que son mucho menos: en el año 2012 la Agencia gubernamental hablaba de no más de 5.130.000 cristianos. Y también una fuente independiente como el estadounidense Pew Research Center estima incluso en tan sólo 4.290.000 los cristianos en Egipto, equivalente al 5,3% de la población. Se dice, sin embargo, que estos números de la estadística oficial son de por sí más precisos: se debe tener en cuenta que Egipto no es solamente el Cairo y – sobre todo para los distritos más periféricos – los mismos números sobre la población en general son muy dudosos.
Se agrega a ello que el número de los cristianos egipcios incluye también la Iglesia copta católica, de rito copto pero en comunión con Roma, guiada por el patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, que cuenta con casi 160.000 fieles. Y también están los cristianos egipcios de matriz evangélica, que se estiman en torno a los 250.000 fieles.
Si son tantas las incertidumbres sobre los coptos en Egipto, el discurso no puede ser diferente para las estimaciones sobre cristianos egipcios que han abandonado el país en los últimos años.
Lo que es cierto es que la comunidad más gruesa de la diáspora es la de Estados Unidos, donde circula el dato de 900.000 personas. Muy grandes son también las comunidades en Canadá (casi 200.000) y en Australia (75.000). Más pequeñas, por el contrario, hasta hace un par de años, resultaba la presencia copta en los países europeos.
Pero a todo esto hay que agregar la red de cuantos han abandonado el país en los últimos dos años. Respecto a esto, el Washington Institute for Near East Policy difundió una estimación que habla de 100.000 cristianos que han huido de Egipto luego de la caída de Mubarak. Pero este dato es refutado por la Iglesia copta ortodoxa, que habla de pocas decenas de miles de personas, si bien también tiene interés en contener el fenómeno.
LOS GRECO-ORTODOXOS
Son los herederos del patriarcado de Jerusalén, que en la Antiguedad permaneció siempre en la órbita de Constantinopla. Pero son también uno de los distintos filones nacidos de la cátedra de Antioquía, el Patriarcado de la historia más conflictiva.
También por este motivo los greco-ortodoxos en Medio Oriente se encuentran hasta ahora bajo la jurisdicción de dos Patriarcados distintos entre sí: el de Jerusalén – guiado actualmente por el patriarca Teófilo III -, que cuenta con cerca de 500.000 fieles y es la comunidad cristiana más densa en Israel, en Palestina y en Jordania; y el greco-ortodoxo de Antioquía, que tiene su sede en Damasco y está guiado desde hace pocos meses por el patriarca Juan X Yazigi, hermano de uno de los dos obispos raptados en Alepo.
Se estima que a este segundo Patriarcado se referencian cerca de 2 millones de fieles, pero incluyendo, además de las de Siria, las comunidades ortodoxas del Líbano, de Turquía y de Irak, y sobre todo los emigrados de la diáspora, presentes en números muy significativos en Estados Unidos, en América latina, en Australia y en Europa occidental.
Esta diáspora había comenzado ya mucho antes de la tragedia que hoy está viviendo Siria, pero ciertamente la guerra la está acentuando. Si en la primavera del 2011 se estimaba que en Siria los greco-ortodoxos eran más de 500.000, hoy a este número no se puede más que agregar muchos signos de interrogación dramáticos. Es elocuente un dato proporcionado por el patriarca melquita Gregorio III Laham, según el cual sobre 1,5 millones de cristianos sirios son al menos 450.000 los que han tenido que abandonar sus casas a causa de la guerra.
LOS MELQUITAS
Los hemos citado recién junto a los greco-ortodoxos del patriarcado de Antioquía y no por casualidad. Los melquitas nacen efectivamente de una escisión interna precisamente en esa comunidad, acontecida en el año 1724, cuando el Patriarca de Constantinopla no reconoció la elección de Cirilo VI a la cátedra greco-ortodoxa de Antioquía, porque se lo consideraba demasiado cercano a Occidente. Cinco años después Cirilo VI volvió a la plena comunión con Roma, pero manteniendo el rito bizantino.
Al igual que los coptos católicos, entonces, también los melquitas son una Iglesia católica de rito oriental. Según las estadísticas del Anuario Pontificio, hoy cuentan con casi 1,6 millones de fieles. Pero de éstos solamente 750.000 viven todavía en Medio Oriente, es decir, menos de la mitad. Y es impresionante constatar cómo un número prácticamente igual reside actualmente en América latina.
En Medio Oriente los melquitas están presentes en varios países: en Siria eran cerca de 235.000 (pero sobre su número actual vale lo mismo que se dijo sobre los greco-ortodoxos sirios), en Líbano casi 400.000, y comunidades más pequeñas están presentes en Israel, en Palestina y en Jordania. También el patriarca melquita tiene su sede en Damasco.
LOS SIRIOS
Pero el bizantino no es el único rostro del cristianismo hijo del Patriarcado de Antioquía. También aquí, efectivamente, un primer cisma se consumó ya en los tiempos del Concilio de Calcedonia, y los herederos de esa comunidad constituyen todavía la Iglesia siro-ortodoxa. Iglesia de grandísima tradición misionera en el primer milenio, atestiguada todavía por el hecho que más de 5 millones de siro-ortodoxos viven en India, contra el millón que reside entre Medio Oriente y el resto de la diáspora.
Otra característica significativa es el hecho que esta Iglesia ha conservado como su lengua litúrgica el arameo, la lengua hablada por Jesús. Desde 1980 la Iglesia siria está guiada por el patriarca Ignacio Zakka I Iwas, quien tiene su sede en Saydnaya, en los alrededores de Damasco, pero reside en Beirut.
Existe también una Iglesia católica siria, con una historia paralela a la de la Iglesia melquita, aun cuando su comunión con Roma se remonta un siglo antes. Los católicos sirios en Medio Oriente son actualmente 140.000 y viven principalmente en Siria y en Irak, guiados por el patriarca Ignacio José III Younan.
LOS MARONITAS
Siempre en el cauce de la tradición siríaca se insertan también los maronitas, la Iglesia católica de rito oriental con el mayor número de fieles.
Los maronitas son el grupo cristiano mayoritario en el Líbano. Son herederos de comunidades de rito siríaco que en el año 451 adhirieron al Concilio de Calcedonia. En el Líbano, según los datos del Anuario Pontificio, son poco menos de 1,6 millones en un país de 4 millones de habitantes. Esto hace que efectivamente el país de los cedros sea el que cuenta con el porcentaje más elevado de cristianos, en torno al 36%.
Pero también aquí se recuerda que sobre todo en los años de la guerra civil la emigración golpeó muy pesadamente. Hoy cerca de la mitad de los 3,5 millones de maronitas viven lejos de Medio Oriente, con el grupo más consistente en América latina: más de 1,3 millones.
La Iglesia maronita está guiada por el patriarca Bechara Pedro Rai, el único patriarca que hoy es también cardenal. Lo era también el patriarca copto católico Antonio Naguib, pero que debió renunciar a la cátedra de Alejandría por graves motivos de salud.
LOS CALDEOS
Otro filón del cristianismo siríaco es el de la Iglesia asiria, que cuenta hoy con 400.000 fieles entre Irak y la diáspora. Tiene su sede en Chicago, donde vive también su patriarca Mar Dinkha IV. A partir de ella derivan su origen los caldeos, el grupo mayoritario entre los cristianos iraquíes.
También la caldea es una Iglesia católica de rito oriental, en comunión con Roma desde 1553. Es la comunidad que sufre sobre sus espaldas todo el drama del período post-Saddam Hussein. Antes de la guerra los caldeos en Irak eran al menos un millón, hoy no llegan más que a 300-400.000, concentrados sobre todo en el área del Kurdistán iraquí. Un éxodo espantoso que corre el riesgo de reanudarse, después que en los últimos meses – gracias también a la soldadura entre los enfrentamientos sectarios en Bagdad y la guerra en Siria – volvió a crecer el número de los atentados en el país.
La actual situación ha llevado al patriarca caldeo Raphael Sako a utilizar recientemente tonos muy fuertes contra la fuga de los cristianos, llegando a acusar a algunos países occidentales de fomentarla a través de la entrega de visas de ingreso a los iraquíes.
LOS ARMENIOS
Históricamente relevante para Medio Oriente es también la presencia de los cristianos de tradición armenia. También en este caso se trata de una antigua Iglesia oriental que no adhirió al Concilio de Calcedonia del año 451.
Pese a tener su centro espiritual en Echmiadzin – en la actual Armenia – la Iglesia apostólica armenia tiene dos sedes importantes en Medio Oriente: el Catolicado de Cilicia, que tiene jurisdicción sobre el Líbano y sobre Siria, guiado por el catholicós Aram I Keshishian, y el Patriarcado Armenio de Jerusalén, sobre cuya cátedra se sienta el patriarca Nourhan Manougian.
La comunidad numéricamente más consistente está en el Líbano, donde los armenios son cerca de 150.000 fieles. Otros 100.000 estaban presentes en Siria, sobre todo en el área de Alepo y Deir ez-Zor, destino final de las largas marchas forzadas a causa de la persecución llevada a cabo por los Jóvenes Turcos. Armenios son también la gran mayoría de los cristianos iraníes (80-100.000).
También en este caso existe además una Iglesia de rito armenio en comunión con Roma, guiada por el patriarca armenio de Cilicia, Nerses Bedros XIX Tarmouni, con sede en Beirut. Esta comunidad cuenta en el mundo con cerca de 540.000 fieles, pero de los cuales menos de 60.000 viven hoy en Medio Oriente.
LOS LATINOS
En este cuadro tan complejo, ¿cómo se coloca la Iglesia de rito latino, que tiene su punto de apoyo en el Patriarcado de Jerusalén, guiado por Fouad Twal? Su jurisdicción abarca las comunidades de Israel, de Palestina y de Jordania, florecidas a lo largo de los siglos en torno a la presencia en Medio Oriente de las órdenes religiosas de la Iglesia latina, franciscanos en primer lugar, pero no sólo ellos.
Se trata de una comunidad pequeña: en la red del nuevo fenómeno de los inmigrantes, la comunidad latina cuenta actualmente en toda la región con cerca de 235.000 fieles, es decir, apenas el 7% entre los cristianos en comunión con Roma.
Es el grupo que junto a los greco-ortodoxos y a los melquitas sufrió más a causa del éxodo de Tierra Santa. Los latinos son hoy apenas 27.500 en Israel, 18.000 en Palestina y 50.000 en Jordania.
A nivel general en Palestina, el número de los cristianos a partir del 2000 se redujo a la mitad, pasando del 2 al 1% de la población. Más complejo es el dato sobre Israel, donde la Oficina Central de Estadísticas habla de 158.000 cristianos, establecidos en torno al 2% de la población. Pero se trata de un número de dos rostros, porque mientras que en Galilea la comunidad cristiana crece según las dinámicas normales de una población joven, en Jerusalén han quedado apenas 6.000 cristianos en una ciudad que cuenta ahora con 780.000 habitantes, mientras que eran más del doble en 1967, cuando Israel asumió el control de toda Jerusalén y los habitantes de la ciudad eran apenas 260.000.
Pero el discurso sobre los latinos queda incompleto si no se afronta también el tema de los inmigrantes cristianos que llegaron en estos últimos años a centenares de miles en Medio Oriente, impulsados por las nuevas rutas del mercado global del trabajo.
Se trata de filipinos, indios, tailandeses, pero también rumanos o nigerianos. En Israel, sólo los filipinos son más de 50.000, es decir, prácticamente el doble de los árabes cristianos que frecuentan las parroquias de rito latino.
Todavía más macroscópico, además, se torna este fenómeno si se extiende la mirada a la Península Arábiga, tierra donde hasta hace pocos años los cristianos prácticamente no existían.
Gracias a la inmigración, los cristianos son hoy 1,2 millones en Arabia Saudita (el 4,4% en relación a la población), 950.000 en los Emiratos Árabes Unidos (12,6%), 240.000 en Kuwait (8,8%), 168.000 en Qatar (9,6%) 120.000 en Omán (4,3%), 88.000 en Bahrein (7%).
Pero se trata de una presencia cristiana estructuralmente extranjera, expuesta a la provisoriedad y, en lo que respecta a los países del Golfo, sometida a pesadas restricciones en su propia vida religiosa.
Por último, se agrega también que – a pesar de estar canónicamente bajo la jurisdicción de los obispos latinos de los dos vicariatos de Arabia – entre los cristianos de estos países hay también muchos indios pertenecientes a las Iglesias católicas siro-malabar y siro-malankara.
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