Sucesión veloz en Buenos Aires
Ahora el papa Bergoglio deberá afrontar el nódulo más bien enredado de los nombramientos curiales. ¿Lo hará también aquí en tiempos record? Difícil decirlo.
por Sandro Magister
El Jueves Santo, luego de la Misa Crismal celebrada por el papa Francisco en la basílica de San Pedro, se anunció la promoción a arzobispo metropolitano de Buenos Aires de monseñor Mario Aurelio Poli, de 65 años de edad, desde el año 2008 obispo de Santa Rosa, en la provincia argentina de La Pampa.
Como primer nombramiento de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio quiso así asentar a su sucesor en la Iglesia de la que ha sido pastor hasta el pasado 13 de marzo, eligiendo un obispo que conoce bien, dado que desde el 2002 hasta el 2006 fue su auxiliar.
Lo ha hecho quince días después de su elevación al papado. Se dirá que lo hizo en un tiempo record, exhibiendo una capacidad de decisión y de imprevisibilidad que parecen caracterizar en forma particular este inicio de pontificado.
En realidad, al menos en este punto, algunos predecesores del Papa Francisco –aunque no los más inmediatos– fueron tanto o más rápidos en el nombramiento de su propio sucesor en la diócesis o en el cargo eclesiástico que desempeñaban antes de ser elevados al trono de Pedro.
Por ejemplo, Benedicto XV, quien era arzobispo de Boloña al momento de la elección efectuada el 3 de setiembre de 1914, esperó apenas cinco días para elegir a su sucesor. El 8 de setiembre asignó la cátedra de san Petronio a monseñor Giorgio Gusmini, a quien después creó cardenal en su primer consistorio, el 6 de diciembre de 1915.
Pío X nombró a su propio sucesor en Venecia -de la que era patriarca al momento de la elección efectuada el 4 de agosto de 1903- siete meses después, el 13 de marzo de 1904, en la persona de Aristide Cavallari, a quien creó cardenal en el segundo consistorio útil, el del 15 de abril de 1905.
Pero es necesario advertir que el Papa Sarto quiso en un primer momento reservar para sí el gobierno de la diócesis veneciana. Ya el 18 de agosto de 1904, catorce días después de su elevación al papado, había elegido a Cavallari como pro-vicario general, nombrándolo auxiliar de Venecia y obispo titular de Filadelfia en Arabia.
También Juan XXIII empleó solamente catorce días para elegir a su sucesor en la cátedra de San Marcos.
Elevado al papado el 28 de octubre de 1958, el Papa Angelo Giuseppe Roncalli nombró al nuevo patriarca de Venecia el 11 de noviembre posterior en la persona del obispo Giovanni Urbani, a quien luego creó cardenal en el consistorio del 15 de diciembre del mismo año.
Pío XII firmó el quirógrafo con el que nombraba secretario de Estado –cargo cubierto por él antes de convertirse en Papa– al cardenal Luigi Maglione el 10 marzo de 1939, apenas ocho días después de ser electo sucesor de Pedro.
Estos son los Papas que fueron, por así decir, más veloces que el papa Francisco en la elección de un sucesor en el propio cargo eclesiástico anterior.
Ahora veamos a los que han tardado más tiempo. Benedicto XVI, electo el 19 de abril del 2005, empleó veinticuatro días para elegir al nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la persona del arzobispo William J. Levada, nombrado el 13 de mayo y luego creado cardenal en su primer consistorio del 24 de marzo del 2006.
Pío XI, electo el 6 de febrero de 1992, nombró sucesor un mes después, el 17 de marzo, a Eugenio Tosi como arzobispo de Milán, y le entregó luego la púrpura cardenalicia en su primer consistorio del 11 de diciembre del mismo año.
Pablo VI empleó cincuenta días para elegir a su propio sucesor a la cabeza de la arquidiócesis de san Ambrosio. Electo el 21 de junio de 1963, el papa Giovanni Battista Montini nombró a Giovanni Colombo, quien era su auxiliar, el 10 de agosto posterior y lo creó cardenal en su primer consistorio del 22 de febrero de 1965.
Inversamente, más elaborados fueron los nombramientos respecto a los sucesores de los pontífices electos en los dos cónclaves de 1978.
Juan Pablo I, electo el 26 de agosto, murió luego de escasos treinta y tres días de pontificado, sin haber tenido tiempo de elegir al nuevo patriarca de Venecia.
Efectivamente, fue Juan Pablo II quien promovió en Venecia al obispo Marco Cè el 7 de diciembre, cuando la sede estaba vacante desde más de tres meses antes, para ser más precisos desde ciento tres días atrás.
El mismo Papa Karol Wojtyla, electo el 16 de octubre de 1978, eligió a su sucesor en Cracovia setenta y cuatro días después, el 29 de diciembre, en la persona de monseñor Franciszek Macharski, canónigo de la catedral, a quien luego creó cardenal –junto a Cè– en su primer consistorio del 30 de junio de 1979.
Se resolvió en forma rápida –aunque no excepcionalmente, como se ha visto– el nódulo de la sucesión en la lejana Buenos Aires. Ahora el Papa Bergoglio deberá afrontar el nódulo más bien enredado de los nombramientos curiales.
¿Lo hará también aquí en tiempos record? Difícil decirlo. Están abiertas las apuestas.
Como primer nombramiento de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio quiso así asentar a su sucesor en la Iglesia de la que ha sido pastor hasta el pasado 13 de marzo, eligiendo un obispo que conoce bien, dado que desde el 2002 hasta el 2006 fue su auxiliar.
Lo ha hecho quince días después de su elevación al papado. Se dirá que lo hizo en un tiempo record, exhibiendo una capacidad de decisión y de imprevisibilidad que parecen caracterizar en forma particular este inicio de pontificado.
En realidad, al menos en este punto, algunos predecesores del Papa Francisco –aunque no los más inmediatos– fueron tanto o más rápidos en el nombramiento de su propio sucesor en la diócesis o en el cargo eclesiástico que desempeñaban antes de ser elevados al trono de Pedro.
Por ejemplo, Benedicto XV, quien era arzobispo de Boloña al momento de la elección efectuada el 3 de setiembre de 1914, esperó apenas cinco días para elegir a su sucesor. El 8 de setiembre asignó la cátedra de san Petronio a monseñor Giorgio Gusmini, a quien después creó cardenal en su primer consistorio, el 6 de diciembre de 1915.
Pío X nombró a su propio sucesor en Venecia -de la que era patriarca al momento de la elección efectuada el 4 de agosto de 1903- siete meses después, el 13 de marzo de 1904, en la persona de Aristide Cavallari, a quien creó cardenal en el segundo consistorio útil, el del 15 de abril de 1905.
Pero es necesario advertir que el Papa Sarto quiso en un primer momento reservar para sí el gobierno de la diócesis veneciana. Ya el 18 de agosto de 1904, catorce días después de su elevación al papado, había elegido a Cavallari como pro-vicario general, nombrándolo auxiliar de Venecia y obispo titular de Filadelfia en Arabia.
También Juan XXIII empleó solamente catorce días para elegir a su sucesor en la cátedra de San Marcos.
Elevado al papado el 28 de octubre de 1958, el Papa Angelo Giuseppe Roncalli nombró al nuevo patriarca de Venecia el 11 de noviembre posterior en la persona del obispo Giovanni Urbani, a quien luego creó cardenal en el consistorio del 15 de diciembre del mismo año.
Pío XII firmó el quirógrafo con el que nombraba secretario de Estado –cargo cubierto por él antes de convertirse en Papa– al cardenal Luigi Maglione el 10 marzo de 1939, apenas ocho días después de ser electo sucesor de Pedro.
Estos son los Papas que fueron, por así decir, más veloces que el papa Francisco en la elección de un sucesor en el propio cargo eclesiástico anterior.
Ahora veamos a los que han tardado más tiempo. Benedicto XVI, electo el 19 de abril del 2005, empleó veinticuatro días para elegir al nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la persona del arzobispo William J. Levada, nombrado el 13 de mayo y luego creado cardenal en su primer consistorio del 24 de marzo del 2006.
Pío XI, electo el 6 de febrero de 1992, nombró sucesor un mes después, el 17 de marzo, a Eugenio Tosi como arzobispo de Milán, y le entregó luego la púrpura cardenalicia en su primer consistorio del 11 de diciembre del mismo año.
Pablo VI empleó cincuenta días para elegir a su propio sucesor a la cabeza de la arquidiócesis de san Ambrosio. Electo el 21 de junio de 1963, el papa Giovanni Battista Montini nombró a Giovanni Colombo, quien era su auxiliar, el 10 de agosto posterior y lo creó cardenal en su primer consistorio del 22 de febrero de 1965.
Inversamente, más elaborados fueron los nombramientos respecto a los sucesores de los pontífices electos en los dos cónclaves de 1978.
Juan Pablo I, electo el 26 de agosto, murió luego de escasos treinta y tres días de pontificado, sin haber tenido tiempo de elegir al nuevo patriarca de Venecia.
Efectivamente, fue Juan Pablo II quien promovió en Venecia al obispo Marco Cè el 7 de diciembre, cuando la sede estaba vacante desde más de tres meses antes, para ser más precisos desde ciento tres días atrás.
El mismo Papa Karol Wojtyla, electo el 16 de octubre de 1978, eligió a su sucesor en Cracovia setenta y cuatro días después, el 29 de diciembre, en la persona de monseñor Franciszek Macharski, canónigo de la catedral, a quien luego creó cardenal –junto a Cè– en su primer consistorio del 30 de junio de 1979.
Se resolvió en forma rápida –aunque no excepcionalmente, como se ha visto– el nódulo de la sucesión en la lejana Buenos Aires. Ahora el Papa Bergoglio deberá afrontar el nódulo más bien enredado de los nombramientos curiales.
¿Lo hará también aquí en tiempos record? Difícil decirlo. Están abiertas las apuestas.
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