Promociones, destituciones y sorpresas en la curia romana
Más poderes al secretario del Papa. Más cargos a los Focolares y a San Egidio. Una cabeza cortada en el consejo pontificio de la cultura. El extraño caso del nuevo decano de la Rota
por Sandro Magister
En la próxima fiesta de la Epifanía, Benedicto XVI consagrará obispo, junto a otros prelados, a monseñor Georg Gänswein, su secretario particular desde el 2003, nombrado hace poco prefecto de la Casa Pontificia.
Gänswein conservará el cargo anterior y continuará viviendo en el departamento pontificio. Lo cual significa que, luego del vendaval de Vatileaks y la condena del mayordomo Paolo Gabriele, Benedicto XVI – con un gesto que parece no tener precedentes – ha confirmado e inclusive ha redoblado su confianza respecto a su colaborador más cercano.
En efecto, al observar a los últimos pontífices, jamás había ocurrido que un eclesiástico asumiese en sí los cargos de secretario particular y de prefecto de la Casa Pontificia. Efectivamente, con Juan Pablo II, el secretario particular Stanislaw Dziwisz fue hecho solamente prefecto “adjunto” y nombrado obispo en 1998, a los 59 años de edad, para ser elevado posteriormente, en el 2003, a la dignidad de arzobispo.
Que un secretario del Papa se convierta en obispo no es una novedad. Sin embargo, antes del pontificado de Karol Wojtyla, este nombramiento había llegado siempre en el transcurso del pontificado posterior. Así ocurrió con el secretario de Pío XII, Carlo Confalonieri, elegido arzobispo de Aquila en 1941, a los 48 años de edad, y creado cardenal en 1958; con el de Juan XXIII, Loris Capovilla, nombrado obispo de Chieti en 1967 a los 52 años de edad; y con el de Pablo VI, Pasquale Macchi, nombrado prelado de Loreto en 1998, a los 65 años de edad.
Gänswein ha sido nombrado rápidamente obispo a los 56 años y medio, es decir, a una edad ligeramente menor respecto a Dziwisz. Pero como se ha visto, Confalonieri y Capovilla eran más jóvenes al momento de su nombramiento episcopal.
Fue con Juan Pablo II que su secretario fue hecho obispo durante el pontificado, con una forma de proceder que levantó críticas más o menos veladas dentro y fuera de las paredes de la Curia romana. Quizás pocos habrán imaginado que Benedicto XVI pudiese imitar a su predecesor en este campo. Pero ha procedido justamente de este modo.
Así, hasta hoy, la Curia romana no ha sufrido en absoluto esa reestructuración y ese enflaquecimiento que no pocos pronosticaban al comienzo del pontificado de Joseph Ratzinger. La única oficina hasta ahora suprimida, este año, ha sido la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia.
Fuertemente querida por el cardenal Gianfranco Ravasi, esta supresión ha tenido como consecuencia la destitución del vicepresidente de la Comisión misma, el abad benedictino Michael John Zielinski - considerado demasiado tradicionalista por el mismo Ravasi -, a simple director de una oficina en la Congregación para el Culto Divino.
Pocos han advertido esta insólita destitución, así como, por el contrario, ha pasado sin ningún tipo de comentarios la promoción de la doctora Daniela Leggio como directora de una oficina en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Es la primera vez que una laica alcanza esa distinción en una Congregación romana (en la que por otro lado está presente desde el año 2004 una religiosa como subsecretaria). En el pasado, una laica llamada Paola Fabrizi llegó a ser directora de oficina en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, mientras que actualmente es directora de oficina en la Fábrica de San Pedro otra laica, Maria Cristina Carlo-Stella.
El año 2012 ha signado la llegada a la Curia de un representante de primer nivel de la Comunidad de San Egidio, el obispo Vincenzo Paglia, como presidente del Pontificio Consejo para la Familia, precisamente mientras el fundador de esa misma Comunidad, Andrea Riccardi, era ministro en Italia, también él vinculado al área de la familia. Paglia, que está en carrera para llegar a ser cardenal en un próximo consistorio, ya mostró tener en la materia una actitud menos intransigente que sus predecesores, los cardenales Alfonso López Trujillo, colombiano, y Ennio Antonelli, focolar.
Los Focolares son actualmente el movimiento eclesial más representado en la cima de la Curia romana, gracias también al nombramiento, en el pasado mes de noviembre, de monseñor Angelo Vincenzo Zani como secretario de la Congregación para la Educación Católica y como arzobispo (también él será consagrado por el Papa el 6 de enero). Zani se agrega a los otros hijos espirituales de Chiara Lubich presentes en el Vaticano: el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica; el arzobispo Luciano Suriani, director de la Oficina del personal de la Curia, y el arzobispo Giovanni Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, sobre cuya mesa pasan todas las prácticas más delicadas del gobierno de la Santa Sede.
En el 2012 se ha alejado de la Curia romana el arzobispo Joseph William Tobin. Luego de sólo dos años como secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada fue enviado de vuelta a su patria para dirigir la diócesis, no cardenalicia, de Indianápolis. Tobin no ha sido sustituido hasta ahora, del perfil de su sucesor se comprenderá, entre otras cosas, cuál podrá ser la línea del dicasterio respecto a las religiosas progresistas de Estados Unidos. La visita apostólica, que había sido promovida por el cardenal Franc Rodé, con la llegada del sucesor focolar Braz de Aviz y del mismo Tobin parece haber terminado en un callejón sin salida.
Este año se alejó de Roma también Charles J. Scicluna, el inflexible promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los procesos contra los llamados "delicta graviora", entre los cuales se cuenta el abuso sexual perpetrado por clérigos contra menores de edad. Scicluna fue nombrado obispo auxiliar de su isla natal, Malta, y todavía no se ha anunciado quién será el nuevo promotor de justicia del ex Santo Oficio. En todo caso, él podrá seguir haciendo sentir su voz y su influencia en Roma: poco después de su consagración episcopal le llegó su nombramiento como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, raro caso para un simple obispo auxiliar con un rol de este nivel en la Curia.
Siempre en relación con la política judicial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, será interesante advertir cuál será la actitud del nuevo prefecto, el arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller, sucesor del cardenal estadounidense William J. Levada, quien estaba en perfecta sintonía con la línea intransigente de Scicluna.
El año 2012 ha visto también el nombramiento del nuevo decano de la Rota Romana, en la persona de monseñor Pio Vito Pinto. Nombramiento sorprendente por varios motivos, entre ellos por el hecho que el mismo Pinto – como se infiere de los documentos hechos públicos por el ex mayordomo del Papa – parece haber jugado un rol no indiferente en la alimentación de esas acusaciones (infundadas) de homosexualidad que hicieron explotar en el año 2009 el caso de Dino Boffo.
Pinto, que posteriormente fue nombrado también presidente del Tribunal de Apelación del Estado de la Ciudad del Vaticano, se hizo notar recientemente por el desproporcionado elogio que le tributó al cardenal secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, en la conferencia pronunciada en su presencia el 8 de noviembre, por la inauguración del año académico 2012-2013 de los estudios en la Rota Romana.
En esa conferencia, Pinto, al exaltar la peculiaridad de los raros secretarios de Estado no diplomáticos de carrera y pertenecientes a congregaciones religiosas, asimiló a Bertone a la figura de uno de sus predecesores del siglo XIX, el barnabita Luigi Lambruschini, secretario de Estado con Gregorio XVI.
Olvidó que en una entrevista concedida en el año 2006 a la revista "Trenta Giorni", ya al escuchar el nombre de este predecesor, Bertone reaccionó exclamando:
"¡Por caridad, no lo comparen conmigo al cardenal Lambruschini, que habrá sido un hombre santo, pero también fue, políticamente, un reaccionario a ultranza!".
Hasta aquí hemos mencionado algunos de los nombramientos más significativos en la Curia, en el año que está por terminar.
Pero en el 2012 ha habido también confirmaciones, pero que, como praxis, no han sido anunciadas en el boletín de la Sala de Prensa, sino solamente en las "Acta Apostolicae Sedis", la gaceta oficial vaticana.
A continuación presentamos las últimas confirmaciones registradas en las Actas:
- el 9 de junio, el cardenal Leonardo Sandri fue confirmado por otros cinco años como prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales;
- el 9 de junio, el obispo Juan Ignacio Arrieta, del Opus Dei, fue confirmado por un quinquenio como secretario del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos;
- el mismo día, el cardenal Jean-Louis Tauran fue confirmado por un período análogo como presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-Religioso;
- también el 19 de junio, el arzobispo Claudio Maria Celli fue confirmado por cinco años como presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales;
- el mismo día, el cardenal Francesco Coccopalmerio fue confirmado como presidente del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos “hasta que cumpla los 75 años”;
- el 3 de julio, el padre Anthony Ward fue confirmado como subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con la fórmula “donec aliter provideatur”: hasta que se disponga lo contrario.
En cuanto al Instituto para las Obras de Religión, el “banco” vaticano que desde el 24 de mayo de 2012 carece de un presidente, la elección del sucesor del depuesto Ettore Gotti Tedeschi se está focalizando en un no italino, “de probada capacidad y de fama fulgurante". Una elección que no es fácil, vista la tempestad judicial que se ha desatado días pasados en Alemania sobre la cúpula del Deutsche Bank, del que el actual presidente interino del IOR, Ronaldo Hermann Schmitz, ha sido administrador delegado.
En el 2013 se prevé también el nombramiento de un “prelado” que haga de nexo entre el IOR y la Comisión cardenalicia de Vigilancia, cargo vacante desde el 2010.
Y también para la presidencia de la Autoridad de Información Financiera se prevé que el cardenal Attilio Nicora deje paso a un sucesor.
Gänswein conservará el cargo anterior y continuará viviendo en el departamento pontificio. Lo cual significa que, luego del vendaval de Vatileaks y la condena del mayordomo Paolo Gabriele, Benedicto XVI – con un gesto que parece no tener precedentes – ha confirmado e inclusive ha redoblado su confianza respecto a su colaborador más cercano.
En efecto, al observar a los últimos pontífices, jamás había ocurrido que un eclesiástico asumiese en sí los cargos de secretario particular y de prefecto de la Casa Pontificia. Efectivamente, con Juan Pablo II, el secretario particular Stanislaw Dziwisz fue hecho solamente prefecto “adjunto” y nombrado obispo en 1998, a los 59 años de edad, para ser elevado posteriormente, en el 2003, a la dignidad de arzobispo.
Que un secretario del Papa se convierta en obispo no es una novedad. Sin embargo, antes del pontificado de Karol Wojtyla, este nombramiento había llegado siempre en el transcurso del pontificado posterior. Así ocurrió con el secretario de Pío XII, Carlo Confalonieri, elegido arzobispo de Aquila en 1941, a los 48 años de edad, y creado cardenal en 1958; con el de Juan XXIII, Loris Capovilla, nombrado obispo de Chieti en 1967 a los 52 años de edad; y con el de Pablo VI, Pasquale Macchi, nombrado prelado de Loreto en 1998, a los 65 años de edad.
Gänswein ha sido nombrado rápidamente obispo a los 56 años y medio, es decir, a una edad ligeramente menor respecto a Dziwisz. Pero como se ha visto, Confalonieri y Capovilla eran más jóvenes al momento de su nombramiento episcopal.
Fue con Juan Pablo II que su secretario fue hecho obispo durante el pontificado, con una forma de proceder que levantó críticas más o menos veladas dentro y fuera de las paredes de la Curia romana. Quizás pocos habrán imaginado que Benedicto XVI pudiese imitar a su predecesor en este campo. Pero ha procedido justamente de este modo.
Así, hasta hoy, la Curia romana no ha sufrido en absoluto esa reestructuración y ese enflaquecimiento que no pocos pronosticaban al comienzo del pontificado de Joseph Ratzinger. La única oficina hasta ahora suprimida, este año, ha sido la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia.
Fuertemente querida por el cardenal Gianfranco Ravasi, esta supresión ha tenido como consecuencia la destitución del vicepresidente de la Comisión misma, el abad benedictino Michael John Zielinski - considerado demasiado tradicionalista por el mismo Ravasi -, a simple director de una oficina en la Congregación para el Culto Divino.
Pocos han advertido esta insólita destitución, así como, por el contrario, ha pasado sin ningún tipo de comentarios la promoción de la doctora Daniela Leggio como directora de una oficina en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Es la primera vez que una laica alcanza esa distinción en una Congregación romana (en la que por otro lado está presente desde el año 2004 una religiosa como subsecretaria). En el pasado, una laica llamada Paola Fabrizi llegó a ser directora de oficina en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, mientras que actualmente es directora de oficina en la Fábrica de San Pedro otra laica, Maria Cristina Carlo-Stella.
El año 2012 ha signado la llegada a la Curia de un representante de primer nivel de la Comunidad de San Egidio, el obispo Vincenzo Paglia, como presidente del Pontificio Consejo para la Familia, precisamente mientras el fundador de esa misma Comunidad, Andrea Riccardi, era ministro en Italia, también él vinculado al área de la familia. Paglia, que está en carrera para llegar a ser cardenal en un próximo consistorio, ya mostró tener en la materia una actitud menos intransigente que sus predecesores, los cardenales Alfonso López Trujillo, colombiano, y Ennio Antonelli, focolar.
Los Focolares son actualmente el movimiento eclesial más representado en la cima de la Curia romana, gracias también al nombramiento, en el pasado mes de noviembre, de monseñor Angelo Vincenzo Zani como secretario de la Congregación para la Educación Católica y como arzobispo (también él será consagrado por el Papa el 6 de enero). Zani se agrega a los otros hijos espirituales de Chiara Lubich presentes en el Vaticano: el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica; el arzobispo Luciano Suriani, director de la Oficina del personal de la Curia, y el arzobispo Giovanni Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, sobre cuya mesa pasan todas las prácticas más delicadas del gobierno de la Santa Sede.
En el 2012 se ha alejado de la Curia romana el arzobispo Joseph William Tobin. Luego de sólo dos años como secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada fue enviado de vuelta a su patria para dirigir la diócesis, no cardenalicia, de Indianápolis. Tobin no ha sido sustituido hasta ahora, del perfil de su sucesor se comprenderá, entre otras cosas, cuál podrá ser la línea del dicasterio respecto a las religiosas progresistas de Estados Unidos. La visita apostólica, que había sido promovida por el cardenal Franc Rodé, con la llegada del sucesor focolar Braz de Aviz y del mismo Tobin parece haber terminado en un callejón sin salida.
Este año se alejó de Roma también Charles J. Scicluna, el inflexible promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los procesos contra los llamados "delicta graviora", entre los cuales se cuenta el abuso sexual perpetrado por clérigos contra menores de edad. Scicluna fue nombrado obispo auxiliar de su isla natal, Malta, y todavía no se ha anunciado quién será el nuevo promotor de justicia del ex Santo Oficio. En todo caso, él podrá seguir haciendo sentir su voz y su influencia en Roma: poco después de su consagración episcopal le llegó su nombramiento como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, raro caso para un simple obispo auxiliar con un rol de este nivel en la Curia.
Siempre en relación con la política judicial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, será interesante advertir cuál será la actitud del nuevo prefecto, el arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller, sucesor del cardenal estadounidense William J. Levada, quien estaba en perfecta sintonía con la línea intransigente de Scicluna.
El año 2012 ha visto también el nombramiento del nuevo decano de la Rota Romana, en la persona de monseñor Pio Vito Pinto. Nombramiento sorprendente por varios motivos, entre ellos por el hecho que el mismo Pinto – como se infiere de los documentos hechos públicos por el ex mayordomo del Papa – parece haber jugado un rol no indiferente en la alimentación de esas acusaciones (infundadas) de homosexualidad que hicieron explotar en el año 2009 el caso de Dino Boffo.
Pinto, que posteriormente fue nombrado también presidente del Tribunal de Apelación del Estado de la Ciudad del Vaticano, se hizo notar recientemente por el desproporcionado elogio que le tributó al cardenal secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, en la conferencia pronunciada en su presencia el 8 de noviembre, por la inauguración del año académico 2012-2013 de los estudios en la Rota Romana.
En esa conferencia, Pinto, al exaltar la peculiaridad de los raros secretarios de Estado no diplomáticos de carrera y pertenecientes a congregaciones religiosas, asimiló a Bertone a la figura de uno de sus predecesores del siglo XIX, el barnabita Luigi Lambruschini, secretario de Estado con Gregorio XVI.
Olvidó que en una entrevista concedida en el año 2006 a la revista "Trenta Giorni", ya al escuchar el nombre de este predecesor, Bertone reaccionó exclamando:
"¡Por caridad, no lo comparen conmigo al cardenal Lambruschini, que habrá sido un hombre santo, pero también fue, políticamente, un reaccionario a ultranza!".
Hasta aquí hemos mencionado algunos de los nombramientos más significativos en la Curia, en el año que está por terminar.
Pero en el 2012 ha habido también confirmaciones, pero que, como praxis, no han sido anunciadas en el boletín de la Sala de Prensa, sino solamente en las "Acta Apostolicae Sedis", la gaceta oficial vaticana.
A continuación presentamos las últimas confirmaciones registradas en las Actas:
- el 9 de junio, el cardenal Leonardo Sandri fue confirmado por otros cinco años como prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales;
- el 9 de junio, el obispo Juan Ignacio Arrieta, del Opus Dei, fue confirmado por un quinquenio como secretario del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos;
- el mismo día, el cardenal Jean-Louis Tauran fue confirmado por un período análogo como presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-Religioso;
- también el 19 de junio, el arzobispo Claudio Maria Celli fue confirmado por cinco años como presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales;
- el mismo día, el cardenal Francesco Coccopalmerio fue confirmado como presidente del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos “hasta que cumpla los 75 años”;
- el 3 de julio, el padre Anthony Ward fue confirmado como subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con la fórmula “donec aliter provideatur”: hasta que se disponga lo contrario.
En cuanto al Instituto para las Obras de Religión, el “banco” vaticano que desde el 24 de mayo de 2012 carece de un presidente, la elección del sucesor del depuesto Ettore Gotti Tedeschi se está focalizando en un no italino, “de probada capacidad y de fama fulgurante". Una elección que no es fácil, vista la tempestad judicial que se ha desatado días pasados en Alemania sobre la cúpula del Deutsche Bank, del que el actual presidente interino del IOR, Ronaldo Hermann Schmitz, ha sido administrador delegado.
En el 2013 se prevé también el nombramiento de un “prelado” que haga de nexo entre el IOR y la Comisión cardenalicia de Vigilancia, cargo vacante desde el 2010.
Y también para la presidencia de la Autoridad de Información Financiera se prevé que el cardenal Attilio Nicora deje paso a un sucesor.
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