Los Enfermos
La Comunidad de los creyentes crecía en Jerusalén a pesar de los ataques externos: prisiones de los Apóstoles, etc. La gracia de Dios era más potente que todas las fuerzas humanas. El Papa hace caer en la cuenta de la atención a los enfermos que tuvo siempre la Iglesia. “En el capítulo 5 de los hechos d elos apóstoles la Iglesia naciente se muestra comp. Un <<hospital de campaña>> que acoge a los más débiles, es decir, a los enfermos. Su sufrimiento atrae a los a los Apóstoles, que no poseen <<ni oro ni plata>>, como dice Pedro al lisiado, sino que son fuertes en el nombre de Jesús. Asus ojos, como a los ojos de los cristianos de todas las épocas, los enfermos son destinatarios privilegiados del feliz anuncio del Reino, son hermanos en los que Cristo está presente de modo especial, para que todos nosotros los busquemos y los encontremos. Los enfermos son privilegiados para la Iglesia, para el corazón sacerdotal, para todos los fieles. No hay que descartarlos, sl contrario, hay que curarlos, cuidarlos<: son objeto de preocupación cristiana”.
Pedro es el discípulo que como Cristo pasa por entre los enfermos. Ël manifiesta a Cristo. Es instrumento de Cristo. “Pedro se acercó a las camillas y pasó entre los enfermos, como había hecho Jesús, asumiendo enfermedades y dolencias. Y Pedro, el pescador de Galilea, pasa, pero deja que otro se manifieste: ¡que sea el Cristo vio y obrero! El testigo, en efecto; es el que manifiesta a Cristo, tanto de palabra como en presencia del cuerpo, lo que le permite relacionarse y ser una extensión del Verbo, hecho carne, en la historia.
Pedro es que hace las obras del Maestro: mirándolo con fe, se e a Cristo mismo. Lleno del Espíritu de su Señor, Pedro pasa y, sin que él haga nada, su sombra se convierte en <<caricia>>, se vuelve sanadora, comunicadora de salud, en efusión de la ternura del resucitado que se inclina sobre los enfermos y restaura la vida, la salvación y la dignidad. De este modo, Dios manifiesta su cercanía y hace de las heridas de sus hijos <<el lugar teológico de su ternura>>. En las heridas de los enfermos, en las enfermedades que son impedimento para avanzar en la vida, está siempre la presencia de Jesús, las heridas d eJesús. Ahí está Jesús que nos llama a cada uno a de nosotros a cuidarlos, a apoyarlos, a sanarlos”.
Frente a este poder sanador del discípulo, se levanta el odio y el rencor d elos saduceos. Pedro se enfrenta con la fuerza del Espíritu Santo. Ni la cárcel le detiene: “La acción sanadora de Pedro despertó el odio y la envidia de los saduceos, que encarcelaron a los apóstoles y, conmocionados por su misteriosa liberación, les prohibieron enseñar. Esta gente vio los milagros que los apóstoles hacía, no por arte magia, sino en el nombre de Jesús; pero no quisieron aceptarlo y los metieron en la cárcel, los golpearon. Entonces fueron milagrosamente liberados, peo los corazones de los saduceos eran tan duros que no querían creer lo que veían. Pedro respondió ofreciendo una clave de la ida cristiana: <<Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres>>, porque ellos, los saduceos, dicen <<No debéis seguir adelante con esas cosas, no debéis sanar>>. <<Yo obedezco a Dios antes que a los hombres>>: es la respuesta cristiana. Esto significa escuchar a Dios sin reservas, sin demora, sin cálculos; adherirnos a Él para ser capaces de una alianza con Él y con aquellos con quienes nos encontramos en nues