Conocer no es Amar
CONOCER NO ES AMAR
El capítulo segundo de la Exhortación es clave para orientar nuestro camino de santidad. Trata de dos herejías que se prolongan en la Iglesia desde los primeros tiempos.
“El gnosticismo supone <>… Los gnósticos tienen una confusión en este punto, y juzgan a los demás según la capacidad que tengan de comprender determinadas doctrinas”.
En estas personas existe mucho movimiento en la superficie, pero no se conmueve el corazón. Estemos atentos porque esta herejía se puede colar en la iglesia tanto entre los laicos de las Parroquias como en los profesores de teología y filosofía. Porque también es propio de los gnósticos creer que con sus explicaciones ellos pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio”.
El gnosticismo es una de las peores herejías porque su teórica comprensión de la realidad la considera como perfecta y desprecia a los demás. Por otra parte, al considerar la concepción intelectual como único camino destruye la realidad del misterio. “Porque el gnosticismo <>, tanto el misterio de Dios y de su gracia, como el misterio de la vida de los demás… Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo tiene todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios”.
Por otra parte, nos encontramos con el deseo salvador de Dios sobre cada persona. De alguna manera Él está presente en la vida de cada uno. Y luego está nuestra libertad de reaccionar. Somos imprevisibles. El Señor aprovecha cualquier resquicio para entrar en nuestras vidas.
“Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque Él está misteriosamente en la vida de cada persona, está en la vida de cada uno como Él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adiciones, Dios está en su vida. Si nos dejamos guiar por el Espíritu más que por nuestros razonamientos, podemos y debemos buscar al Señor en toda vida humana. Esto es parte del misterio que las mentalidades gnósticas terminan rechazando, porque no pueden controlar”.
El capítulo segundo de la Exhortación es clave para orientar nuestro camino de santidad. Trata de dos herejías que se prolongan en la Iglesia desde los primeros tiempos.
“El gnosticismo supone <
En estas personas existe mucho movimiento en la superficie, pero no se conmueve el corazón. Estemos atentos porque esta herejía se puede colar en la iglesia tanto entre los laicos de las Parroquias como en los profesores de teología y filosofía. Porque también es propio de los gnósticos creer que con sus explicaciones ellos pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio”.
El gnosticismo es una de las peores herejías porque su teórica comprensión de la realidad la considera como perfecta y desprecia a los demás. Por otra parte, al considerar la concepción intelectual como único camino destruye la realidad del misterio. “Porque el gnosticismo <
Por otra parte, nos encontramos con el deseo salvador de Dios sobre cada persona. De alguna manera Él está presente en la vida de cada uno. Y luego está nuestra libertad de reaccionar. Somos imprevisibles. El Señor aprovecha cualquier resquicio para entrar en nuestras vidas.
“Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque Él está misteriosamente en la vida de cada persona, está en la vida de cada uno como Él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adiciones, Dios está en su vida. Si nos dejamos guiar por el Espíritu más que por nuestros razonamientos, podemos y debemos buscar al Señor en toda vida humana. Esto es parte del misterio que las mentalidades gnósticas terminan rechazando, porque no pueden controlar”.
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