Elegidos para ser Santos
ELEGIDOS PARA SER SANTOS
El Papa, en este documento, no tiene intención de hacer un tratado sobre la santidad. “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros nos eligió el Señor <
En el camino de la santidad no estamos solos. La carta a los Hebreos nos habla de una multitud de testigos que nos acompañan en el carrera. No se acobardaron en sus fallos. Siguieron adelante con sus imperfecciones y caídas. “Podemos decir que <
No podemos reducir la santidad a los canonizados y beatificados. El Espíritu derrama santidad sobre su pueblo santo. “El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiere entrar en la dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”.
La santidad de la Iglesia militante se expresa en la vivencia cotidiana de la fe; padres que educan a sus hijos; los trabajadores que gana el pan honradamente con su cooperación al bien de los demás; enfermos que se une a Jesucristo crucificado en sus dolores; enfermeros que tratan a los enfermos como a Jesucristo; madres que cuidan de su hogar con cariño; abuelos que derraman bondad en sus nietos.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz señala hermosamente que la santidad más oculta está detrás de los cambios más profundos de la sociedad. <> Que alegría vivir en el Cuerpo Místico del Señor. Mi flojera siempre es superada por la generosidad de mis hermanos generosos.
Cuando la santidad crece la Iglesia es más bella, tiene menos arrugas. También ha florecido en nuestros hermanos separados: “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Peo aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita <>. En la hermosa conmemoración ecuménica que él quiso celebrar en el Coliseo, durante el Jubileo del año 2000, sostuvo que los mártires son <>”.
El Papa, en este documento, no tiene intención de hacer un tratado sobre la santidad. “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros nos eligió el Señor <
En el camino de la santidad no estamos solos. La carta a los Hebreos nos habla de una multitud de testigos que nos acompañan en el carrera. No se acobardaron en sus fallos. Siguieron adelante con sus imperfecciones y caídas. “Podemos decir que <
No podemos reducir la santidad a los canonizados y beatificados. El Espíritu derrama santidad sobre su pueblo santo. “El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiere entrar en la dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”.
La santidad de la Iglesia militante se expresa en la vivencia cotidiana de la fe; padres que educan a sus hijos; los trabajadores que gana el pan honradamente con su cooperación al bien de los demás; enfermos que se une a Jesucristo crucificado en sus dolores; enfermeros que tratan a los enfermos como a Jesucristo; madres que cuidan de su hogar con cariño; abuelos que derraman bondad en sus nietos.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz señala hermosamente que la santidad más oculta está detrás de los cambios más profundos de la sociedad. <
Cuando la santidad crece la Iglesia es más bella, tiene menos arrugas. También ha florecido en nuestros hermanos separados: “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Peo aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita <
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