Semana Santa
SEMANA SANTA
Con el domingo de Ramos iniciamos la Semana Mayor de los cristianos. Celebrar los acontecimientos pascuales, no es para nosotros un recuerdo precioso. Es un memorial: Hacer presente, con toda su virtud, la Pasión muerte y Resurrección del Señor. Llega hasta nosotros con la misma fuerza que un día en el Calvario. Abrir el corazón a la persona de Jesús es nuestra dicha y nuestra responsabilidad.
Jueves Santo. El texto del evangelio está tomado del evangelista san Juan en su capítulo 13, 115. Antes del lavatorio de los pies, se nos da el sentido del acontecimiento y de todos los demás que vendrán después. “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Jesús conoce cuál es la voluntad del Padre, sabe quién lo va a entregar. Vive todos los acontecimientos que van suceder desde la adhesión profunda a la voluntad del padre. Y lo vive desde el amor. Todos los acontecimientos que siguen están bañados de amor. Porque ama a sus discípulos, los lavará los pies.
El Maestro se abajo hasta lo más bajo de los discípulos, sus pies. Rompe todos los esquemas. Su amor entregado le lleva acercarse a los más necesitados. Si nuestra relación con Jesús no nos lleva a una entrega, por amor, a los más necesitados, algo falla.
“Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo; ¡Comprendéis lo que hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Repetidas veces aparece en el texto el verbo hacer y el pronombre vosotros. Jesús nos pide coherencia entre lo creemos y lo que vivimos.
La primera Eucaristía se realiza partiendo el pan. Jesús celebraba banquetes para salvar. También es te Jueves Santo no invita a su banquete sacrificial porque quiere acentuar la salvación en nosotros. Quiere intimidad.
Viernes Santo. En el relato de la Pasión según San Juan que se lee el Viernes Santo, encontramos a un Jesús soberano que domina los acontecimientos. Es la hora de su exaltación y de su Gloria. Sobresale su presentación negativa de los judíos. En cambio, Pilato es presentado interesado en salvar a Jesús. Impresiona leer lo central del relato donde siete veces, se suceden alternativamente dentro y fuera de Pretorio. Dentro reina un ambiente sereno, sensato. Fuera se agolpan los judíos, se escucha un griterío pidiendo la muerte de Jesús. Pilato se debate entre su convicción personal y los intereses de su puesto; al final terminan imponiéndose. Pilato nos representa a muchas personas buenas a las que nos falta el coraje para apostar decididamente por la persona de Jesús.
Jesús entrega su vida voluntariamente. Ha deseado que llegue esta hora para que el nombre de Dios sea glorificado. Este Jesús, el Hijo amado, como una elevación de regreso al Padre. En San Juan no hay agonía del huerto; no muere solo, le acompañan su madre, las mujeres fieles, el discípulo amado.
De este relato, podemos aprender: Aprender a ver la realidad con los ojos de la fe. Nos abre a dimensiones impresionantes para nuestra vida cristiana: lo que es muerte transformarlo en vida, en éxito lo que es fracaso, en gracia lo que es pecado. La túnica de Jesús, de una pieza, nos indica vestimenta sacerdotal. Su acción es una acción sacrificial por los demás. En el discípulo amado nos da a su madre a todos los creyentes; el don de su Espíritu supone la muerte de Jesús. De su costado brotará sangre y agua: los sacramentos de la Eucaristía y del bautismo. Con ellos somos cristianos y nos alimentamos en el camino hacia el Padre.
Con el domingo de Ramos iniciamos la Semana Mayor de los cristianos. Celebrar los acontecimientos pascuales, no es para nosotros un recuerdo precioso. Es un memorial: Hacer presente, con toda su virtud, la Pasión muerte y Resurrección del Señor. Llega hasta nosotros con la misma fuerza que un día en el Calvario. Abrir el corazón a la persona de Jesús es nuestra dicha y nuestra responsabilidad.
Jueves Santo. El texto del evangelio está tomado del evangelista san Juan en su capítulo 13, 115. Antes del lavatorio de los pies, se nos da el sentido del acontecimiento y de todos los demás que vendrán después. “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Jesús conoce cuál es la voluntad del Padre, sabe quién lo va a entregar. Vive todos los acontecimientos que van suceder desde la adhesión profunda a la voluntad del padre. Y lo vive desde el amor. Todos los acontecimientos que siguen están bañados de amor. Porque ama a sus discípulos, los lavará los pies.
El Maestro se abajo hasta lo más bajo de los discípulos, sus pies. Rompe todos los esquemas. Su amor entregado le lleva acercarse a los más necesitados. Si nuestra relación con Jesús no nos lleva a una entrega, por amor, a los más necesitados, algo falla.
“Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo; ¡Comprendéis lo que hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Repetidas veces aparece en el texto el verbo hacer y el pronombre vosotros. Jesús nos pide coherencia entre lo creemos y lo que vivimos.
La primera Eucaristía se realiza partiendo el pan. Jesús celebraba banquetes para salvar. También es te Jueves Santo no invita a su banquete sacrificial porque quiere acentuar la salvación en nosotros. Quiere intimidad.
Viernes Santo. En el relato de la Pasión según San Juan que se lee el Viernes Santo, encontramos a un Jesús soberano que domina los acontecimientos. Es la hora de su exaltación y de su Gloria. Sobresale su presentación negativa de los judíos. En cambio, Pilato es presentado interesado en salvar a Jesús. Impresiona leer lo central del relato donde siete veces, se suceden alternativamente dentro y fuera de Pretorio. Dentro reina un ambiente sereno, sensato. Fuera se agolpan los judíos, se escucha un griterío pidiendo la muerte de Jesús. Pilato se debate entre su convicción personal y los intereses de su puesto; al final terminan imponiéndose. Pilato nos representa a muchas personas buenas a las que nos falta el coraje para apostar decididamente por la persona de Jesús.
Jesús entrega su vida voluntariamente. Ha deseado que llegue esta hora para que el nombre de Dios sea glorificado. Este Jesús, el Hijo amado, como una elevación de regreso al Padre. En San Juan no hay agonía del huerto; no muere solo, le acompañan su madre, las mujeres fieles, el discípulo amado.
De este relato, podemos aprender: Aprender a ver la realidad con los ojos de la fe. Nos abre a dimensiones impresionantes para nuestra vida cristiana: lo que es muerte transformarlo en vida, en éxito lo que es fracaso, en gracia lo que es pecado. La túnica de Jesús, de una pieza, nos indica vestimenta sacerdotal. Su acción es una acción sacrificial por los demás. En el discípulo amado nos da a su madre a todos los creyentes; el don de su Espíritu supone la muerte de Jesús. De su costado brotará sangre y agua: los sacramentos de la Eucaristía y del bautismo. Con ellos somos cristianos y nos alimentamos en el camino hacia el Padre.
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