Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Dos Santos Misioneros

por Creo, Señor, aumenta mi fe

          DOS SANTOS MISIONEROS
 
   ANTONIO CASANY
   Hijo de una familia campesina, continuó su tarea en la finca de Mas Claret. Era de una ingenuidad encantadora. La oración era su ambiente normal. En la Capilla o detrás de los bueyes arando en el campo. Cualquier árbol era sitio adecuado para colocar una estampa, una medalla o un crucifijo. Padres nuestros y Ave Marías por doquier.
   Cuando los milicianos les cerraron la Capilla, no permitieron la convivencia entre Hermanos y el poder estar horas ante el santísimo, el Hermano Antonio estaba como gallina fuera de corral: <>.
   Refugiado en la casa de campo de los amigos Rosich, el 10 de agosto fue descubierto por los milicianos. Entre ellos se encontraba el temible Casterás. Ya le conocemos por su crueldad con el Hermano Saperas. Al pasar el auto por cruce de ferrocarril, fue arrollado por un tren que lo arrastró durante dos kilómetros. Mientras Casterás y compañía blasfeman, el Hermano Casany reza el Rosario. Salen milagrosamente ilesos. Lean al comité y dan sentencia fulminante: ¡Es Religioso! No hacen falta más pruebas. Lo devuelven a casa Rosich. En el camino encuentran al sacerdote José Nadal. Ni siquiera lo llevan al comité.
    Al llegar a la casa, los bajan del auto en una hondonada. Sospechando la muerte segura, el Hermano Antonio se arrodilla, junta las manos ante el pecho y le pide la absolución al Sacerdote. Los milicianos montan en cólera: << ¡Matadlos, matadlos! Acabemos con esas majaderías >> Mientras el Sacerdote levantaba la mano para absolver al penitente, los dos son acribillado por las balas.
 
   RAMÓN ROCA
   Tenía un sentido del humor extraordinario. Pertenecía a una familia muy cristiana. Cuatro de sus miembros pertenecían a la Familia Claretiana. El 13 de septiembre llegaba a Más Claret deshecho. Su presencia era un gran problema. Estaban controlados por el comité diariamente. Fichados todos y cada uno. El amor fraterno inventó un recurso ingenuo. <>. En medio de tanto sacrificio, está feliz. << ¡Gracias a Dios puedo ir a Misa y comulgar!>>. A la cueva la han bautizado “Celda del Abad Juan”.
  Un día los milicianos exigieron su presencia. Les respondieron que estaba donde le habían concedido permiso. <>. Estas fueron las palabras de despedida antes de subr al auto de la muerte: <>.
   En la cárcel, convento de san Agustín, encuentra a su amigo Juan Solé, sastre como él. Ni dos días está en la prisión. Cuando el hijo de juan les lleva cerveza y tabaco, el Hermano Roca se despide: <>.
   Los milicianos pensaron poner una sastrería en Cervera. La dirección la llevaría el Hermano Roca con las costureras correspondientes. Al final, dejaron libre a don Juan Solé y al Hermano lo fusilaron a las puertas del Cementerio de Cervera.
 
       
 
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