Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Quemados por Jesucristo

por Creo, Señor, aumenta mi fe

QUEMADOS POR JESUCRISTO
 
   Los misioneros de Mas Claret, no se enteraron de los mártires del Hospital de Cervera. Era domingo y los jóvenes organizaron un partido de fútbol. El lunes 19 de octubre se trabajó en la finca con normalidad hasta las cuatro de la tarde. A esa hora llegó el camión para recoger los productos. Del coche acompañante bajaron el chófer y un tipo extraño con una cámara en mano que se hace pasar por fotógrafo. También venía con ellos Juan Padrós, célebre asesino en funciones de juez. De otro vehículo baja un alguacil y Enrique Ruan que asesinó al padre Juan Buxó que le había curado su pierna.
   El Hermano Narciso Simón reúne a todos para la foto sin sospechar nada. Las paredes del edificio les impedían ver a una treintena de foragidos con varias ametralladoras y fusiles. El chófer habla con el Hermano Baguería: <>. El Hermano que ha terminado de ordeñar las vacas, se une al grupo para la fotografía. El chófer agarrándolo con fuerza de un brazo y señalando a dos criados dice: <>.
   Subidos al auto, el motor no quiere arrancar. Por esta providencia de Dios, tenemos un testigo de excepción en el martirio de los 18 Misioneros Claretianos del Mas Claret. Enrique ruan da órdenes: << ¿Qué no quiere funcionar el coche? Es igual. Nos están esperando y se va haciendo tarde. Vamos a hacer la faena.>>. <>. Para que no vieran nada, los encerraron en las cuadras del ganado. El Hermano vaguería, conocedor de los mismos, sube al piso superior y divisa unos treinta milicianos con varias ametralladoras y todos con fusil y pistola.
   Los mártires se colocan en filas de cuatro en fondo protegidos por los milicianos. Los siguen los restantes. Bajan por unos escalones hacia la plazoleta de la Capilla. Los Misioneros se perdonan mutuamente, mientras los tres Sacerdotes les dan la absolución sacramental. Los verdugos habían colocado las ametralladoras entre los haces de la era. Esto no es visible para el hermano Baguería; De repente oye el traqueteo de las ametralladoras. Cuando ellas callan, se oyen los disparos de los fusiles que dan el tiro de gracia entre blasfemias y risotadas.
   Sobre los mártires echaron los haces de mies, paja y leña. El olor a carne quemada quedó durante varios días en la comarca.
   Algunos intentaron que el Hermano Baguería llevara haces de leña. Se impuso la cordura: << ¡Ese no! Tiene otro trabajo que hacer, no el de buscar leña>>.
 
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