Jueves, 21 de noviembre de 2024

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El Padre Jaime Girón, Mártir

por Creo, Señor, aumenta mi fe

PADRE JAIME GIRÓN MÁRTIR
   Después del aviso de la Junta para que salieran cuanto antes los que pudieran, aquella misma noche os Padres Jaime Girón y Pedro Sitges abandonaron el Hospital. Salieron separados para juntarse en el montículo de Les Forges. Los dos se confesaron mutuamente. Con un <>, se despidieron. Cada uno emprendió su camino.
   El P. Jaime Girón, Superior de la Comunidad de Cervera, era un     orador eminente. Dominaba como pocos los Ejercicios de San ignacio. Tenía gran sentido social en apoyo de los obreros. Se lo contagió a los nuevos Claretianos que se educaban en el Colegio-Universidad. Varios de los Mártires de Barbastro reflejan en sus escritos su amor a los obreros. El P. Girón se lo había inculcado en Cervera.
   El P. Girón se dirigió a la región de Solsona, en cuyas casas de campo se encontraban dispersos los estudiantes de filosofía. No llegó a su destino. En las cercanías de Torá, pregunta a un pastor por alguna casa de confianza. <>. Hacia las tres de la tarde, salía del comité, rodeado de 16 milicianos que gritaban: <>.
En la cárcel pasó el resto del día. Pasada la media noche, lo sacaron para fusilarlo a las puertas del cementerio de Castellfollit. El comité en pleno lo acompañó y unos 20 compinches y curiosos deseosos de presenciar el fusilamiento. Colocado ante la pared les hablaba del amor que había tenido a los obreros y les indicaba que volvieran al recto camino. Hasta que uno del grupo exclamó: << ¡Venga a tirar! Que este tipo es capaz de convertirnos>>. Los verdugos lo dejaron tendido en tierra. Se volvieron sobre él para quitarle lo último que poseía: el reloj y la estilográfica.
   El P. Pedro Sitges, al separarse del P. Girón, encontró un saco y un rastrillo; se los cargó al hombro y se dirigió a Igualada, dirección Barcelona. Perdido en el campo se esconde en una cueva durante cuatro días. Un antiguo trabajador de la finca de Mas Claret le atiende durante este tiempo. Tiene que salir del escondite. Unos leñadores del cercano pueblo de San Martín de Tour, divisan un auto con milicianos que muestran sus fusiles en señal de victoria. Al poco tiempo un tiroteo hace sospechar la tragedia. A los cuatro días un muchacho descubre el cadáver. Como único haber entre sus ropas, encuentran: el Rosario y un pequeño Crucifijo con reliquia del P. Claret.
   El comité del pueblo mandó rociarlo de gasolina y quemarlo. Sus restos fueron enterrados por manos piadosas cristianamente.
  
        
 
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