Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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La asociación El Arca y los Talleres de Arte Sacro

Catolicismo y arte contemporáneo (I)

por Arte y Fe

A continuación voy a compartir parte de un capitulo de mi libro Arte y Fe: belleza que transforma dedicado al catolicismo y el arte contemporáneo.

Para poder definir con claridad las relaciones que han mantenido el arte moderno o contemporáneo con el arte religioso católico desde el siglo XX, tomamos como referencia un interesante trabajo de investigación de la profesora Clara Inés de Gorostiaga titulado “La Iglesia y el arte moderno: tres momentos”. Ella sintetiza estas relaciones en tres momentos marcados por las figuras de Maurice Denis (18701943), Marie-Alain Couturier (1897.1954) y el papa Pablo VI (18971978). En este libro también partimos de estos tres personajes, ya que son un claro referente de su momento histórico, pero vamos a ampliarlos con la inclusión de los papas Juan Pablo II (1920-2005) y Benedicto XVI (1927), los cuales han continuado y ampliado el camino iniciado por Pablo VI para el diálogo con los artistas contemporáneos.

“Por un lado la Iglesia, en razón de su esencia católica, debe permanecer constantemente abierta a la cultura de su tiempo. Por otra parte, el arte religioso y más aún el arte sacro que está plenamente dedicado a la función litúrgica, tiene sus propias leyes y exigencias […] el arte contemporáneo, con su voluntad de renovación total y constante, que implicó un corte con el arte occidental anterior y por lo tanto también con los principios que regían el arte cristiano” (Gorostiaga. La Iglesia y el arte moderno: tres momentos)

El arte religioso católico desde mediados del siglo XIX ha caído, salvo honrosas excepciones, en una producción en serie de imágenes y tallas sin gusto artístico ninguno, muy convencionales y caracterizadas por un falso dramatismo. Este arte es muy popular entre la mayoría de los fieles, en cambio para los intelectuales y artistas católicos es el síntoma más claro de la decadencia del arte religioso.

Respecto a la arquitectura religiosa, ésta recurrió a la copia formal de estilos pasados (neogótico, neorrománico y neobizantino) o a composiciones eclécticas de varios de estos estilos. Los arquitectos no son capaces de crear un estilo propio y acorde a los tiempos, como si se hubiera alcanzado la máxima plenitud en los siglos pasados y no hubiera nada nuevo que decir. Sin duda, al arte sacro le falta vitalidad y por primera vez los más grandes artistas de su época no trabajan para la Iglesia Católica.

-La asociación El Arca y los Talleres de Arte Sacro

Este terrible estancamiento del arte religioso provoca que los artistas católicos intenten organizarse en diferentes movimientos para sacar del letargo el arte católico. La asociación francesa El Arca nace en 1917 fruto de la amistad entre el pintor Maurice Denis (18701943) y el arquitecto Maurice Storez (18751959), la cual se origina al ser destinados ambos al departamento de mantenimiento de las líneas ferroviarias durante la I Guerra Mundial.

El Arca perdura aproximadamente dos décadas en las cuales tuvo una gran influencia en otros artistas religiosos. En ella se aglutinaban diferentes tipos de artistas y pensadores como pintores, arquitectos, escritores, decoradores orfebres, filósofos, etc. Crea una base teórica y doctrinal que puede poner en práctica en el periodo de entreguerras debido al gran número de templos católicos destruidos durante la I Guerra Mundial.

Abadía benedictina de Quarr, isla de Wight, Inglaterra reconstruida en 1912 bajo la influencia de El Arca
Abadía benedictina de Quarr, isla de Wight, Inglaterra reconstruida en 1912 bajo la influencia de El Arca

 

Maurice Denis, además de por su obra pictórica, destaca por ser un gran teórico del arte, dejando plasmado su pensamiento en varias publicaciones. En ellas explica su forma de entender la pintura y su experiencia personal como artista. Se plantea la siguiente pregunta: ¿son necesarias las convicciones personales del artista con respecto a las verdades de la Fe? Su contestación es negativa pues argumenta que si miramos a la historia nos daremos cuenta de que la falta de Fe de algunos pintores del Renacimiento y del Barroco no repercute en la gran calidad y capacidad de transmitir una profunda religiosidad en sus obras. Es más, llega a afirmar que no es necesaria siquiera la honradez moral del artista, como se desprende también de numerosos artistas cuyas obras son indiscutiblemente religiosas.

En sus escritos analiza como un problema la aparición de la corriente abstracta en el arte. Para él, es necesaria la imitación de la realidad por parte del artista, pues la naturaleza nunca es concebida como abstracta y generalizada. Esta imitación de la realidad puede ser de un modo más realista como el arte renacentista o más simbólico y alegórico como el arte medieval.

Cuadro La Natividad (1899) de Maurice Denis
Cuadro La Natividad (1899) de Maurice Denis.

 

El artista debe ser fiel a la verdad, imitar a la realidad en vez de crear una ilusión visual de ella. Propone como modelo al arte medieval, del que ensalza su humildad y su poder para crear un lenguaje artístico que habla directamente a los sentidos, a la sensibilidad y a la razón del espectador sin necesidad de artificios. Ahí encuentra la clave de cómo tiene que ser el verdadero arte religioso. El artista debe sentir la experiencia religiosa mientras crea, no caer en una mera repetición de reglas, para poder transmitir con su obra al espectador un arte religioso lleno de vida que habla el lenguaje del corazón.

En este periodo de entreguerras surge con gran vitalidad una nueva intelectualidad católica, destacan el ámbito francés con escritores y literatos de la talla de León Bloy (18461917), Paul Claudel (18681955), George Bernanos (18881948) y Jacques Maritain (18821973).

“En estas disertaciones, en las cuales la naturaleza del arte sólo es estudiada con ocasión de otra cosa, se considera el Arte en general, desde el arte del Fabricante de navíos hasta el arte del Gramático y del Lógico, y no se hace cuestión de las bellas artes en particular, pues su consideración no interesa “formalmente” al problema debatido. A la Metafísica de los antiguos hemos de recurrir para saber qué pensaban de lo Bello, y desde ahí hemos de avanzar al encuentro del Arte, y ver qué es lo que resulta de la unión de estos dos términos.

Semejante procedimiento, si bien nos desconcierta, nos trae al menos una enseñanza útil al ponernos de manifiesto el error de la “Estética” de los filósofos modernos que, al considerar en el arte sólo las bellas artes, y al no tratar de lo bello sino en función del arte, corre el riesgo de viciar a la vez la noción de Arte y la de Belleza.” (Maritain)

Este grupo de intelectuales y artistas católicos se encuentran en contacto permanente a través de reuniones o epistolarmente. Les une unos ideales y proyectos comunes para obtener una regeneración del arte cristiano católico. En 1919 Maurice Denis y el también pintor francés George Desvalliéres (18611950) fundan Los Talleres de Arte Sacro y aúnan junto a sí a un nutrido grupo de artistas católicos necesitados de la creación de una institución que vincule el trabajo de diferentes ramas del arte y artesanías, inspirada en su estructura en los antiguos gremios medievales. Su misión principal es la creación de un nuevo arte religioso católico.

Al igual que la asociación El Arca, se dedicarán principalmente a la restauración de templos católicos, no solamente en Francia sino también en otros países europeos, Canadá y Estados Unidos.

Fachada del templo del Espíritu Santo en Paris (1920) construida bajo la influencia de Los Talleres de Arte Sacro
Fachada del templo del Espíritu Santo en Paris (1920) construida bajo la influencia de Los Talleres de Arte Sacro.

 

Para la realización de estas restauraciones buscan la formación espiritual, intelectual y técnica de todos sus miembros, intentando obtener así una unidad de estilo en ellas. Ansían realizar la restauración en su totalidad, desde la parte arquitectónica a la realización de los frescos; desde los vitrales hasta los cálices, tabernáculos, ambones y vestiduras litúrgicas. Este nuevo arte religioso católico debe tener, según ellos, una clara impronta moderna, ya que para llegar al corazón del hombre contemporáneo hay que hacerlo con el arte de su tiempo pero, eso sí, rechazando siempre el arte abstracto.

Interior del templo del Espíritu Santo en Paris (1920)
Interior del templo del Espíritu Santo en Paris (1920).

 

Este intento de revitalizar el arte cristiano se topa con frecuencia con la falta de respaldo de una amplia mayoría del clero, que aboga por un arte más tradicional aunque para ello tengan que recurrir a obras realizadas en serie y de menor calidad. También se encuentran con el rechazo de un gran número de fieles, como esel caso de la obra religiosa “Sagrado Corazón” de Desvalliéres, la cual fue denunciada como blasfema por varias asociaciones católicas.

Pintura Sagrado Corazón (1905) de George Desvallieres
Pintura Sagrado Corazón (1905) de George Desvallieres

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Otro hándicap con el que se tropiezan los artistas de Los Talleres de Arte Sacro es que sus obras son bastante más costosas que las fabricadas en serie por ser obras artesanales y únicas.

Pese a los inconvenientes con los que se chocan, estos artistas consiguen una fuerte influencia en un sector del pensamiento intelectual y artístico eclesial. Este movimiento esta vigente hasta mediados la década de los 40, aunque en los últimos años ya experimenta cierta decadencia, tanto por el bajo número de encargos que reciben como por cierta complacencia artística de sus miembros, lo cual daba como fruto un arte en cierto modo repetitivo. Las disensiones entre algunos de sus componentes por establecer qué elementos del arte contemporáneo son beneficiosos para el arte religioso terminan por llevar a la desaparición del grupo.

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