Preparar el Camino
El papa Francisco, en el Ángelus del día cuatro de diciembre de este año 2016, nos ah señalado las actitudes concretas para preparar el camino del Señor que nos aguarda en Navidad.
La predicación de Juan Bautista se inicia con estas palabras: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3, 2). Coincide con las palabras de Jesús al comienzo de su ministerio (Mt 4,17), y con el anuncio que llevaron los apóstoles cuando realizaron su primera experiencia apostólica (Mt 19,7). De este modo, San Mateo indica que Juan prepara el camino de Jesús y los discípulos son continuadores de su predicación. Juan anuncia que el reino de Dios está cerca y Jesús dirá que el reino de Dios está en medio de nosotros. “Este es el mensaje central de toda misión cristiana. Cuando un misionero, un cristiano va anunciar a Jesús no va a hacer proselitismo, como si fuese un aficionado que busca para su equipo más seguidores. No. Va simplemente a anunciar “el reino de Dios que está en medio de nosotros”. Y así el misionero prepara el camino de Jesús que encuentra a su pueblo”.
Cuando nosotros escuchamos reino de Dios o de los cielos pensamos inmediatamente en un mundo futuro, sin fin. Es cierto; pero, no es menos, que la presencia de Jesús lo inicia en este mundo. La buena noticia que Jesús nos trae- y que Juan anticipa- es que no debemos esperar el reino de Dios en el futuro: se ha cercado de alguna manera y ya está presente y podemos experimentar ya desde ahora su potencia espiritual. El reino de Dios está en medio de vosotros, dirá Jesús. Dios viene a establece su señorío en nuestra historia, en hoy de cada día, en nuestra vida; y allí donde sea aceptado con fe y humildad, germinan el amor, la alegría y la paz”.
La condición para entrar en este reino es convertirnos. Aquí el Papa nos señala el camino cotidiano y los peligros que nos acechan por las seducciones del diablo. “Convertirnos cada día, un paso más delante cada día. Es dejar los caminos cómodos pero engañosos, de los ídolos de este mundo: el éxito a toda costa, el poder a expensas de los débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio. Y abrir, en cambio, el camino al Señor que viene. Él no quita la libertad, sino que nos dona la verdadera felicidad. Con el nacimiento de jesús en Belén, es el mismo Dios quien ha venido a habitar entre nosotros, para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción. Y de estas actitudes que son del diablo: buscar el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio”.
Navidad es un evento exterior, pero, sobre todo es un acontecimiento espiritual que necesita una preparación. En el tiempo de adviento es bueno dejarnos guiar por Juan Bautista. “Nosotros preparamos el camino al Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes para sacar de nosotros estas actitudes pecaminosas que he mencionado, que no son de Dios: el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener la sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio”.
¡¡¡VEN CON NOSOTROS A CAMINAR. SANTA MARÍA, Ven!!!
La predicación de Juan Bautista se inicia con estas palabras: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3, 2). Coincide con las palabras de Jesús al comienzo de su ministerio (Mt 4,17), y con el anuncio que llevaron los apóstoles cuando realizaron su primera experiencia apostólica (Mt 19,7). De este modo, San Mateo indica que Juan prepara el camino de Jesús y los discípulos son continuadores de su predicación. Juan anuncia que el reino de Dios está cerca y Jesús dirá que el reino de Dios está en medio de nosotros. “Este es el mensaje central de toda misión cristiana. Cuando un misionero, un cristiano va anunciar a Jesús no va a hacer proselitismo, como si fuese un aficionado que busca para su equipo más seguidores. No. Va simplemente a anunciar “el reino de Dios que está en medio de nosotros”. Y así el misionero prepara el camino de Jesús que encuentra a su pueblo”.
Cuando nosotros escuchamos reino de Dios o de los cielos pensamos inmediatamente en un mundo futuro, sin fin. Es cierto; pero, no es menos, que la presencia de Jesús lo inicia en este mundo. La buena noticia que Jesús nos trae- y que Juan anticipa- es que no debemos esperar el reino de Dios en el futuro: se ha cercado de alguna manera y ya está presente y podemos experimentar ya desde ahora su potencia espiritual. El reino de Dios está en medio de vosotros, dirá Jesús. Dios viene a establece su señorío en nuestra historia, en hoy de cada día, en nuestra vida; y allí donde sea aceptado con fe y humildad, germinan el amor, la alegría y la paz”.
La condición para entrar en este reino es convertirnos. Aquí el Papa nos señala el camino cotidiano y los peligros que nos acechan por las seducciones del diablo. “Convertirnos cada día, un paso más delante cada día. Es dejar los caminos cómodos pero engañosos, de los ídolos de este mundo: el éxito a toda costa, el poder a expensas de los débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio. Y abrir, en cambio, el camino al Señor que viene. Él no quita la libertad, sino que nos dona la verdadera felicidad. Con el nacimiento de jesús en Belén, es el mismo Dios quien ha venido a habitar entre nosotros, para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción. Y de estas actitudes que son del diablo: buscar el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio”.
Navidad es un evento exterior, pero, sobre todo es un acontecimiento espiritual que necesita una preparación. En el tiempo de adviento es bueno dejarnos guiar por Juan Bautista. “Nosotros preparamos el camino al Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes para sacar de nosotros estas actitudes pecaminosas que he mencionado, que no son de Dios: el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener la sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio”.
¡¡¡VEN CON NOSOTROS A CAMINAR. SANTA MARÍA, Ven!!!
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