La Ecología del Papa francisco
Para los que durante muchos años hemos acompañado a los jóvenes por las montañas de España, la encíclica del Papa Francisco es una bendición.
Una marcha de Montañeras/os era un modo de vivir <>. Un encuentro con el Dios Creador en su inmensidad creadora. Este planteamiento nos conducía a cuidar la obra del señor. Primero la alabanza cuando llegábamos a la cumbre. La inmensidad del paisaje invitaba a la expansión agradecida. También a cuidar la naturaleza. Siempre, una , se encargaba de recoger todos los desperdicios para que el lugar quedara más limpio que lo habíamos encontrado. ¡Cuántas veces se llenaban bolsas con los desperdicios que otros habían dejado en lugares preciosos!
Esta Encíclica puede quedar en un documento hermoso e hiriente si cada uno no lo aplicamos en nuestro entorno concreto y personal. Hermoso porque su contenido lo es, hiriente porque se puede tomar como una flecha contra los industriales, los políticos, científicos, etc. Al final, la culpa la tienen ellos. Yo, soy inocente.
El Papa Francisco, después de una alusión al cántico del santo de Asís, recuerda a los cuatro Papas que le precedieron con un pontificado amplio en años.
A Juan XXIII, para decirnos se dirige a todos los hombres como.
Pablo VI. En su discurso ante la FAO subraya: “La urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad, porque los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven, en definitiva contra el hombre”.
Juan Pablo II. “La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Poda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad”.
Benedicto XVI. “Recordó que el mundo no puede ser analizado solo aislando uno de sus aspectos, porque, e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc. Por consiguiente,
Una novedad es que cita al Patriarca Ortodoxo Bartolomé.
Vuelve el Papa sobre San Francisco, patrono de los que trabajan en la ecología integral. Amado, incluso, por los que no son cristianos. Conviene recordar que el derrochador Francisco consideró a todas las criaturas hermanas después de convertido. “La pobreza y la austeridad de San Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo mucho más radical: una renuncia a convertir la realdad en mero objeto de uso y de dominio”.
La llamada de la Encíclica es: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”.
Una marcha de Montañeras/os era un modo de vivir <
Esta Encíclica puede quedar en un documento hermoso e hiriente si cada uno no lo aplicamos en nuestro entorno concreto y personal. Hermoso porque su contenido lo es, hiriente porque se puede tomar como una flecha contra los industriales, los políticos, científicos, etc. Al final, la culpa la tienen ellos. Yo, soy inocente.
El Papa Francisco, después de una alusión al cántico del santo de Asís, recuerda a los cuatro Papas que le precedieron con un pontificado amplio en años.
A Juan XXIII, para decirnos se dirige a todos los hombres como
Pablo VI. En su discurso ante la FAO subraya: “La urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad, porque los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven, en definitiva contra el hombre”.
Juan Pablo II. “La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Poda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad”.
Benedicto XVI. “Recordó que el mundo no puede ser analizado solo aislando uno de sus aspectos, porque
Una novedad es que cita al Patriarca Ortodoxo Bartolomé.
Vuelve el Papa sobre San Francisco, patrono de los que trabajan en la ecología integral. Amado, incluso, por los que no son cristianos. Conviene recordar que el derrochador Francisco consideró a todas las criaturas hermanas después de convertido. “La pobreza y la austeridad de San Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo mucho más radical: una renuncia a convertir la realdad en mero objeto de uso y de dominio”.
La llamada de la Encíclica es: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”.
Comentarios