Navidad con el Papa Francisco
FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO 2015.
Durante estos días, alrededor de la Navidad, el Papa Francisco ha tenido intervenciones que han dado titulares a los medios de comunicación social. Como creyentes tenemos que ir un poco más lejos para no quedarnos en la superficie o simplemente desinformados.
En una página, en la que a los Papas anteriores se les calumniaba y que dice ser muy amigo del actual, han suprimido, al trasmitir sus palabras, este párrafo del Ángelus de del día 25 de diciembre: “Niño Jesús, mi pensamiento se dirige hoy a todos los niños asesinados y maltratados, ya sea aquellos antes de ver la luz, privados del amor generoso de sus padres y sepultados por el egoísmo de una cultura que no ama la vida, que a los niños desalojados a causa de las guerras y de las persecuciones, abusados y explotados delante de nosotros y con nuestro silencio cómplice; y a los niños masacrados bajo los bombardeos, también allí donde nació el Hijo de Dios. También hoy en día su silencio impotente grita bajo la espada de tantos Herodes. En su sangre campea hoy la sombra de los actuales Herodes. Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con lágrimas del Niño Jesús”.
Ha llamado la atención el discurso de la felicitación a la Curia. En 14 acentos les ha marcado y nos ha marcado un camino de integridad para nuestro servicio cristiano.
Leídas con calma, son las consecuencias de vivir como creyentes en un Dios que se ha hecho hombre y no como escaladores de prebendas sociales o económicas. Antes, el Papa da orientaciones vivas, capaces de curar los males que señala después. “En todo caso, siendo la Curia un cuerpo dinámico, no puede vivir sin alimentarse y cuidarse. En efecto, la Curia- como la Iglesia- no puede vivir sin tener una relación vital, personal, auténtica y sólida con Cristo. Un miembro de la Curia que no se alimenta diariamente con esa comida se convertirá en un burócrata (un formalista, un funcionario, un mero empleado): un sarmiento que se marchita y poco a poco muere y se le corta. La oración cotidiana, la participación asidua en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y la Reconciliación, el contacto diario con la Palabra de Dios y la espiritualidad traducida en la caridad vivida, son el alimento vital para cada uno de nosotros. Que nos resulte claro que, sin Él, no podemos hacer nada. ( Jn 15, 5)
Por tanto la relación viva con Dios alimenta y refuerza también la comunión con los demás; es decir, cuanto más estrechamente estemos unidos a Dios, más unidos estaremos entre nosotros, porque el Espíritu de Dios une y el espíritu del maligno divide”.
Concluye con estas palabras: “Por tanto, para no caer en estos días en los que nos preparamos a la Confesión, pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, que cure las heridas del pecado que cada uno de nosotros lleva en su corazón, y que sostenga a la Iglesia y a la Curia para que se mantengan sanas y sean sanadoras; santas y santificadoras, para gloria de su hijo y la salvación nuestra y del mundo entero. Pidámosle que nos haga amar a la Iglesia como la ha amado Cristo, su hijo y nuestro Señor, y nos dé valor para reconoceros pecadores y necesitados de su misericordia, sin miedo a abandonar nuestra mano entre sus manos maternales”.
El Papa nos invita a recordar a nuestros hermanos perseguidos, sobre todo en Oriente medio.
Nos invita también a vivir la Navidad mirando a María para no dejarnos atrapar por el espíritu mundano. “Sobre todo su fe, su actitud de fe, que consiste en escuchar la Palabra de Dios para abandonarse a la Palabra con plena disponibilidad de mente y de corazón… Otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo para reconocer el tiempo de Dios. María es aquella que ha hecho posible el la encarnación del Hijo de Dios, la revelación del misterio, que fue guardado desde la eternidad… María nos enseña a acoger el momento favorable en el que Jesús pasa en nuestra vida pidiendo respuesta preparada y generosa. Y Jesús pasa… El Verbo que encontró morada en el vientre virginal de María, en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al corazón de cada cristiano. Pasa y llama. Cada uno de nosotros está llamado a responder como María, con un “sí” personal y sincero, poniéndose a disposición de Dios y su misericordia…Cuando sentimos en nuestro corazón