El Papa esperaba con ilusión celebrar en el Cenáculo. Cualquier sacerdote lo haría con gran reverencia.
Las amenazas para que no se hiciera no han tenido ningún efecto. Un pequeño en la Iglesia de la Dormición no tuvo ninguna importancia. Está regentada por los Padres Benedictinos; es preciosa. Los mosaicos con patronas de distintos países adornan la nave principal. La imagen de la Virgen dormida en la Cripta es una maravilla.
Cuando estuve en Tierra Santa, celebramos la Eucaristía en la Capilla de los Franciscanos, lindante con el Cenáculo. Allí no podíamos ni soñar.
Me ha gustado mucho la homilía del Papa Francisco en el Cenáculo: “Aquí donde Jesús consumó la Última Cena con los Apóstoles; donde, resucitado, se apareció se apareció en medio de ellos; donde el espíritu Santo descendió abundantemente sobre María y los discípulos. Aquí nació la Iglesia, y nació en salida. Desde que nació salió, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de amor en el corazón”. Y me ha gustado porque con sencillez ha manifestado su pensamiento espiritual con toda claridad. La Iglesia en salida, de la que tantas veces habla, no puede ser una Iglesia superficial y mundana sino cargada de memoria. De la memoria cristiana que hace presentes los acontecimientos pasados y los conduce hacia el futuro encuentro con el Señor. “Salir, marchar, no quiere decir olvidar. La Iglesia en salida guarda la memoria de lo que sucedió aquí: el Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido”.
El Papa hace memoria de algunos sucesos del Cenáculo para caminar hacia el futuro:
SERVICIO- “El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó, como ejemplo para sus discípulos. Lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido, a aquel que resulta antipático, al que me molesta”.
SACRIFICIO- “El Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el sacrificio. En cada celebración eucarística, Jesús se ofrece por nosotros al Padre, para que también nosotros podamos unirnos a Él, ofreciendo a Dios nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías y nuestras penas…, ofrecer todo en sacrifico espiritual”.
AMISTAD- “Y en el Cenáculo nos recuerda también la amistad. Ya no les llama siervos-dijo Jesús a los Doce-…a ustedes les llama amigos” (Jn 15, 15). El Señor nos hace sus amigos, nos confía la voluntad del Padre y se nos da Él mismo. Esta es la experiencia más hermosa del cristiano, y especialmente del sacerdote: hacerse amigo del Señor Jesús, y descubrirsu corazón que Él es su amigo.
TRAICIÓN- “Pero el Cenáculo
recuerda también la mezquindad, la curiosidad- ¿quién es el traidor?- la traición. Y cualquiera de nosotros, no solo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados”.
IGLESIA- “El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, nuestra santa madre Iglesia jerárquica, constituida por Cristo resucitado. Una familia que tiene una Madre, la Virgen María. Las familias cristianas pertenecen a esta gran familia, y en ella encuentran luz y fuerza para caminar y renovarse en las fatigas y las pruebas de la vida”.
¿De qué Iglesia habla el Papa? Usando la formula ignaciana, habla de la Iglesia del Magisterio, de la Iglesia amada por Jesús, de la Iglesia pecadora en sus hijos y santa por la presencia del Espíritu Santo. Todo esto se resume en la palabra jerarquica.
Concluye el Papa diciendo que la Iglesia puede salir confiada hacia las periferias, si parte del Cenáculo no del sentido mundano. “De aquí parte la Iglesia en salida, animada por el soplo del Espíritu. Recogida en oración con la Madre de Jesús, revive siempre la esperanza de una renovada efusión del Espíritu Santo”.