Un Dios confuso, difuso y vaporoso
En dos homilías el Papa Francisco desarrolló este tema con gran claridad: Dios no es un spray indefinido.
Me interesaron mucho estas homilías del Papa. Tanto en mi vida personal como en mi vida pastoral este asunto ha sido de gran importancia.
La distinción fundamental entre cualquier religión, incluida la nueva era de los tiempos actuales, es que nuestra fe es fe en personas concretas, de carne y hueso. Nuestra fe no es difusa, confusa ni vaporosa.
Ya en el AT, sin revelarse como Trinidad, Dios es siempre Alguien que habla, libera, que acompaña en el camino.
En el NT., la relación personal es la clave de nuestra fe. En
Sobre todo, tenemos a nuestro alcance la persona de Jesús, el Verbo hecho carne. Toda nuestra espiritualidad clásica bascula sobre la humanidad de Cristo, Dios y Hombre verdadero. Ya Teresa de Jesús sospechaba que una espiritualidad que no pasa por la humanidad de Cristo.
Esta intuición de
Frecuentemente nuestra vida de fe está contaminada de este virus. Vamos hacia lo confuso difuso y vaporoso. Hacia esto no podemos dirigir la mirada, ni esto puede mirarnos. Todos tenemos que recuperar esta fe concreta. La que se ha trasmitido: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplaron y palparon nuestra manos acerca del Verbo de la vida: pues la vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna qu estaba junto al padre y se nos manifestó. Esto que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Oa escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.” (1 Jn. 1, 1-4)
Sus palabras:”Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”, se hacen realidad en
Cuando la carta a los Hebreos nos dice que pongamos los ojos en Jesús, lo hace porque tiene un rostro concreto. Sus ojos son negros y profundos como el fondo de un pozo.
La presencia trinitaria en nosotros, cuando estamos en gracia, tampoco es algo confuso. Es la presencia de Dios Padre Hijo y Espíritu Santo.
Así podemos confiar en Dios Padre.
Ser hermanos del Verbo de Dios.
Tener la fuerza del Espíritu para alabar y ser fuertes cuando el dolor o la tentación aprieten.