Sábado, 27 de abril de 2024

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¿Qué es la Resurrección del Señor para ti?

por

 “Este sepulcro vacío es el testigo silencioso del

 acontecimiento central de la historia humana”

Juan Pablo II

 

            Cuando los cristianos nos deseamos Feliz Pascua estamos expresando no sólo una certeza –la de la resurrección de nuestro Señor-, sino la convicción de que la Pascua es un acontecimiento histórico que interviene en nuestras vidas. Precisamente por ello nuestro deseo al hermano que la Pascua le sea feliz, provechosa, rica en gracias celestiales.

            Decía Karl Barth que ”si queremos que nuestra fe tenga un fundamento tenemos que haber visto y oído a los ángeles junto al sepulcro abierto y vacío”. Pero, ¿cómo ver y oír a los ángeles junto al sepulcro vacío de Jesús? Las palabras del teólogo desafían nuestra fe y la colocan en una difícil encrucijada.

            Pensemos, primero, en el lugar. Después de la predicación de Jesús, de sus milagros, de los apóstoles y sobre todo de la Crucifixión, resulta sorprendente que el testigo mayor de la divinidad del Señor sea un silencioso y frío sepulcro vacío. Dios, como de costumbre, desafía la lógica humana, despedaza lo humanamente esperable y nos coloca en la lógica divina. Las reacciones de las primeras mujeres, incluso cuando hablan con Jesús sin reconocerle, muestran hasta qué punto los hombres estamos apegados a nuestros esquemas: nadie hubiera pensado que la frialdad silenciosa de un sepulcro sin muerto fuera, después de la Cruz, el signo vivo de un Dios vencedor de la muerte. Y sin embargo sin ese sepulcro vacío nuestra fe sería pura superstición. Dios rompiendo nuestros esquemas. Dios siempre desencajándonos para centrarnos en la lógica del Amor del Padre. La vida de Jesús es un paso (pascua) que comienza en una humilde gruta cercana a Belén y termina en otra gruta –sepulcro prestado- igualmente ignorada por el mundo. Entre medias Dios se nos ha revelado ante el pasmo y la incomprensión de sus coetáneos. También ante su odio. Es curioso: creemos que es una historia muy pasada, que no se repite y que nosotros, por supuesto, creemos en la resurrección de nuestro Señor como creyeron las mujeres y los apóstoles. Sin embargo, ¿qué es para ti la resurrección? Mejor expresado: ¿cómo sería tu vida sin la resurrección del Señor?

            La resurrección de Jesús es el acontecimiento histórico más portentoso jamás conocido. Pero lo es no sólo por el prodigio milagroso de la resurrección de su cuerpo y su espíritu; lo es porque, al vivir Jesús eternamente al lado del Padre después de su muerte terrena, interviene en nuestras vidas como intervino en la vida de quienes lo conocieron  en su época. La resurrección de Cristo no es tanto un acontecimiento del pasado, cuya importancia recordamos los cristianos, cuanto un suceso cuya presencia en nuestras vidas es fundamento de nuestra fe. Por eso, ¿qué serías tú sin la resurrección de Jesús?, ¿cómo vivirías?, ¿en qué cambiaría tu vida, tu modo de pensar, sentir, tus proyectos, tu modo de ser?    

            Una vez más, la Palabra que alienta nuestra esperanza humana resuena en el silencio. En la mudez del sepulcro Dios habla. Nos dice: “mira, no hay ningún cuerpo; observa, los lienzos sueltos; huele, no hay hedor de un cuerpo en descomposición”. Es el silencio de la vida que hace enmudecer a la muerte en retirada. ¿No te estremece pensar que todo ese milagro está al servicio de tu salvación?

            Tiene razón Karl Barth al decir que si no hemos visto y oído a los ángeles nuestra fe tambalea. Ideologías de toda condición, ateísmo camuflado de proyectos bienintencionados, tibieza de tantos hermanos de fe, el pecado propio y el ajeno, todo parece obligarnos a relativizar nuestra fe; todo parece que está pensado para que consideremos a Jesús como un buen tipo, algo extravagante quizá y un pelín imprudente, magnífico ejemplo de humanidad, pero…

            Ante la tentación de la tibieza, del ateísmo, de la vulgaridad, del pecado, una única respuesta: el sepulcro vacío. ¿Podríamos explicar la portentosa energía desplegada por esa ínfima comunidad de cristianos, deprimida y en retirada, si no es porque vio, escuchó y tocó a Jesús resucitado? El sepulcro vacío, también hoy, es la respuesta cristiana a un mundo que no puede entender –nunca lo hará- a Cristo y a su Iglesia. Por ello te pregunto: ¿qué supone para ti, existencialmente, el sepulcro vacío?

            Años de modorra religiosa narcotizan nuestros corazones. Contemplamos los misterios de nuestra fe como el que lee un anuncio de televisión. La liturgia bien vivida, esa maravilla que el Cielo nos ha regalado para participar ya en la tierra del coro celestial, nos permite comprender que lo que celebremos el Domingo excede con mucho nuestra comprensión, pero toca el fondo de nuestro corazón. Nos cambia. Por eso,  pregunto: ¿qué sería de ti si Cristo no hubiera resucitado?

            Atrevámonos a sentir estupor por la resurrección del Señor. ¿Acaso no lo sintieron los apóstoles? Atrevámonos a dudar del hecho de la resurrección como lo hizo Tomás. Es muy humano y con eso cuenta nuestro Señor. A través del estupor e incluso de la duda de quien desea creer en el Señor, éste se hace presente en nuestras vidas. Dios es siempre mucho más grande que nuestras dudas, negligencias o negaciones. ¿Es que no nos hemos dado cuenta de que el sepulcro vacío es el mayor desafío divino hecho al hombre?

Por eso me pregunto ¿de verdad es importante para mí la resurrección de mi Señor?

Un saludo
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