María, madre de lo escondido
El conocimiento de nosotros mismos
nos pone de rodillas”
Madre Teresa
Solemos pensar que las grandes decisiones que cambian la vida de millones de personas se toman en lujosos despachos. Estamos convencidos de que los personajes que pueblan nuestros periódicos o telediarios definen el rumbo de nuestros destinos. El mundo nos hace creer, una vez más, que el poderoso es capaz de roturar la faz de tierra con su única voluntad. Políticos, militares, periodistas célebres, multinacionales, gobiernos. Los tememos o los adulamos, preferimos acercarnos a ellos con tiento o nos alejamos con asco o amargura; en cualquier caso, se diría que son ellos los que dirigen las vidas sencillas, humildes y aburridas de todos nosotros.
Hace años el Hermano Roger dirigió estas palabras a unos mineros polacos: “Los que determinan los cambios del mundo no son aquellos que, aparentemente, están en las primeras líneas. Mirad a
Es estremecedor pensar que la suerte de la humanidad y la de cada uno de nosotros ha dependido de un ”sí” escondido en un lugar perdido de una colonia del imperio romano. Es anonadante reparar que mi salvación empezó a gestarse con la actitud de una joven judía que, estupefacta por la presencia angelical, se dispuso a cumplir la voluntad del Señor. Ni el boato imperial romano, ni la marcha victoriosa de las legiones de Augusto, ni la magnificencia soberbia del culto a los dioses romanos: lo verdaderamente capital fue el sí de una judía en la intimidad de su humilde hogar. Ella y Gabriel, sin testigos humanos.
Lucas nos refiere ese instante sublime en el que se decidió la suerte del hombre. Salvando la parquedad con la que se relatan las pocas escenas evangélicas en las cuales se halla
Es necesario caer en la cuenta de que Dios desea dar a conocer a María su infinito amor a Ella; la turbación de María no es probablemente sólo por la presencia del ángel, sino por la inaudita predilección de Dios por Ella. No otra cosa le dice Gabriel nada más presentarse (“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”).
Ahora bien, Dios también desea darse a conocer a cada uno de nosotros. A decir verdad, nosotros lo tenemos más fácil que
Sólo una certeza interior, en la intimidad de nuestro corazón, regalada por
Pero la segunda enseñanza es que el trato con Dios se da “en lo escondido”, en la intimidad entre un yo y un Tú que no puede ser reducido por categoría mundana alguna. La experiencia religiosa es en su origen y crecimiento íntimo, escondido, oculto, aunque su expresión, sin duda, la hace pública en gestos y en nuevas actitudes.
Por lo demás, las últimas palabras que dirige a Gabriel son la quintaesencia de la vida cristiana: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
María nos enseña que una relación íntima con el Señor, basada en la iniciativa amorosa de Él, pero aceptada de corazón por la criatura, se fundamenta en la radical disponibilidad y en la obediencia.
María se dispuso libremente a cumplir el deseo de Dios. Viene a decir: “Tú voluntad, Señor, es mi voluntad”. Es la eliminación en Ella de todo aquello que obstaculiza en su vida la voluntad divina. Así pues, disposición completa a vivirse en Dios, para Dios, con Dios. Pero, por ello, humilde obediencia a lo que Dios tiene pensado, pues su confianza en Él es absoluta: se abandona para ofrecer su vida, desde ese instante, al Hijo que lleva dentro.
Sabemos bien que la vida de Nuestra Señora no fue nada fácil. En muchas ocasiones vivió en la oscuridad sin entender gran cosa de su papel en la historia de la salvación. El Padre no le ahorró sufrimientos y no sólo el terrible de la crucifixión de su Hijo. Sin embargo, sabemos también que aquella intimidad de Dios se profundizó hasta grados que sólo en el Cielo conoceremos.
La vida de María es para nosotros ejemplo de fe y santidad. Obediencia y disponibilidad, alegría y oscuridad, escucha atenta y oración continua, sufrimiento y soledad. María, madre de lo escondido, madre de la contemplación.
El mundo gira en torno a sí mismo creyéndose dueño de sus fantasías. Ignorante, siempre, de lo que se gesta en lo escondido.
Un saludo