La verdadera libertad religiosa, en peligro
Poner en manos de este gobierno la libertad religiosa es como poner en manos de un cleptómano las llaves de un banco junto con la combinación de su caja fuerte.
Excepto para aquellos que quieren permanecer ciegos ante la evidencia, es claro que José Luis Rodríguez Zapatero quiere cambiar, y de hecho está cambiando, el régimen que nos dimos los españoles durante la Transición. El consenso alcanzado entonces está hoy hecho trizas. El esfuerzo que hicimos por enterrar las heridas del pasado y buscar un futuro en común es ya una historia pasada, digna de figurar en los libros de historia de siglos venideros pero ausente a la hora de configurar el futuro inmediato. No hace falta ser un especialista en derecho constitucional para darse cuenta que el proyecto socialista zapateril no encaja bien en la Constitución del 78. Pero como quiera que la separación de poderes se fue al carajo cuando Alfonso Guerra aseguró que Montesquieu había muerto, pues no hay manera alguna de que la justicia española, absolutamente politizada, sea un impedimento para que el inquilino de la Moncloa lleve adelante sus planes. Es más, el principal partido de la oposición no es sino una tuerca más en ese engranaje. Al fin y al cabo Aznar decidió que no merecía la pena resucitar a quien González y Guerra enterraron. Dentro de los planes de Zapatero está el convertir a España, o lo que quede de ella, en la punta de lanza del laicismo mundial. No hablamos del sano laicismo de EEUU que Benedicto XVI alabó en su reciente visita a ese país. No, estamos ante un laicismo decimonónico, anticlerical y masónico. Y para ese laicismo, la Iglesia Católica es el principal enemigo a batir. Por eso, el anuncio de la Vicepresidenta Fernández de la Vega de que el gobierno va a reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa para avanzar en la laicidad del Estado, lo cual contradice al artículo 16 de la Carta Magna, no puede ser visto sino como una amenaza clara y directa contra esa libertad, que es parte fundamental de los derechos humanos. Poner en manos de este gobierno la libertad religiosa es como poner en manos de un cleptómano las llaves de un banco junto con la combinación de su caja fuerte. Para Zapatero la libertad religiosa no va más allá de la libertad de culto. Y eso, con suerte, pues el proyecto de ley de centros de culto del gobierno nacional-socialista de Cataluña no garantiza precisamente dicha libertad, y no parece que Montilla sea más laicista que el propio Zapatero. Así que vayámonos preparando para lo peor. ¿Qué podemos hacer los católicos ante lo que se nos viene encima? Zapatero ha obtenido recientemente la única legitimidad que él considera válida: la de las urnas. En su concepto de lo que es la democracia, el resultado electoral le autoriza a seguir ahondando en la ingeniería social que ya practicó en la pasada legislatura. Le da igual tener a casi medio país enfrente. Sabe que cuenta con la mayoría de los medios de comunicación, con la tibieza del PP en estos temas y con las poderosas armas de su mayoría parlamentaria, la fiscalía del Estado y, prontamente, el Consejo General del Poder Judicial. Contra semejantes “señores”, poco podemos hacer desde la Iglesia. Las manifestaciones, aun necesarias, no sirven para torcer la voluntad de Zapatero. Más bien al contrario, le confirma en su idea de que lo poco o mucho que queda de catolicismo en España es el factor más desestabilizador contra su proyecto totalitario. ¿Significa eso que debemos quedarnos cruzados de brazos? Por supuesto que no. El simple hecho de dar la batalla ya es una victoria. Todos, obispos, sacerdotes, religiosos (¡qué utopía la mía!) y seglares, hemos de tomar conciencia de que hoy más que nunca es necesario levantar nuestra voz. No para intentar imponer nada, sino para que quede claro que denunciaremos todo intento de que se nos imponga un laicismo que vaya en contra de ese derecho fundamental, el de la verdadera libertad religiosa, sin el cual la democracia es sólo una ramera disfrazada de señora decente. Luis Fernando Pérez Bustamante
Comentarios