Los dineros de la Iglesia
Si sumamos todo eso, resulta que la Iglesia está prestando un servicio a la sociedad que, si lo tuviera que afrontar este Estado del Bienestar, tan autosuficiente y tan soberbio, le costaría más de 25.000 millones de euros.
por Santiago Martín
En el 2006 -el último ejercicio fiscal analizado-, la Iglesia recibió del Estado 144 millones de euros. Le hubieran correspondido 160 si le hubieran dado lo que los contribuyentes le asignaron marcando la X en la casilla correspondiente. Pero es que hubieran debido darle muchísimo más si, simplemente, le hubieran devuelto lo que la Iglesia ahorra al Estado por los servicios sociales que presta, sin tener en cuenta sus servicios espirituales. Los 5.141 colegios católicos suponen un ahorro de 3 millones de euros por centro al año. Los 107 hospitales, 50 millones cada uno. La Iglesia tiene 4.492 centros de servicios varios (dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes, de enfermos terminales de sida), con un total de 51.312 camas; generan al Estado un ahorro de 4 millones de euros por centro. Cáritas dio a los pobres 155 millones en el 2005 y la mayor parte salió del bolsillo de los católicos. Manos Unidas, 43 millones (10 veces más que todo lo programado por el Estado para ayuda al Tercer Mundo). Las Obras Misionales Pontificias dieron 21 millones. La Iglesia tiene 365 centros de reeducación social para marginados, como ex prostitutas, ex presidiarios, ex toxicómanos, en los que se atienden a 53.140 personas, y que suponen un ahorro al estado de medio millón de euros al año por centro. Tiene 259 orfanatos (con 26.413 niños abandonados), que ahorran 100.000 euros por centro. Si sumamos todo eso, resulta que la Iglesia está prestando un servicio a la sociedad que, si lo tuviera que afrontar este Estado del Bienestar, tan autosuficiente y tan soberbio, le costaría más de 25.000 millones de euros. Y por todo ello recibe 144. Somos, como decía san Pablo, «los pobretones que enriquecen a muchos». Con las cifras en la mano, ¿quién sale ganando? ¿No tendría el Gobierno, aunque no fuera más que por motivos económicos, que mimar a la Iglesia en lugar de hostigarla? ¿No tendrían que callarse, avergonzados, todos los que nos dicen que vivimos a costa del dinero público? (La Razón) Santiago Martín
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