Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

En China los venden, aquí los abortamos


Es mucho mejor que China (como otros países), vendan a los niños abandonados por sus padres, que hacerlos picadillo como en esta España que ha perdido por completo la brújula.

por Vicente Alejandro Guillamón

Hace unos días, una televisión, ya no recuerdo cual, o acaso fue más de una, divulgaron la noticia de una matrimonio español que acababa de adoptar unas trillizas chinas de un añito aproximadamente, cuando anteriormente habían ahijado otra que acababa de cumplir cuatro años. A la mujer se la veía feliz, radiante de alegría con sus cuatro niñas de ojos rasgados y catiras de querubín. Hay quienes dicen que la adopción de niños chinos, especialmente niñas, es una moda de gente snob, porque eso de lucir un hijo de facciones extrañas pero agraciadas, "mola" mucho. Los que tal dicen demuestran que no saben de lo que hablan. Adoptar un hijo no es ningún capricho, como algunos suponen, sino la imperiosa necesidad de formar una familia completa, en la cual, los padres se trascienden y complementan en los hijos. Dado que Dios no les ha dado el tenerlos por sí mismos, nada más natural y efectivo que tomarlos en adopción. Por otra parte, la adopción de niños extranjeros (chinos, indios, rusos, ucranianos, vietnamitas, etc.), no sale gratis, ni mucho menos. Adoptar una niña chira represeta un gasto no inferior a 9.500 €, equivalentes a 1.600.000 ptas., que pueden desglosarse así: orfanato chino, 55.800 ptas.; autoridades chinas, 468.000; informe psicólogo español, 73.200; informe asistenta social también española, 72.400; viajes interiores y estancias en China, 432.700; Avión ida y vuelta, 300.000; gastos seguimiento tras la adopción, 50.000; papeleo vario (certificados, traducciones, etc.), 60.000 ptas., sin contar los dos años, como mínimo, de trámites y espera que requiere una adopción tan lejana. No se trata, por tanto, de ningún capricho, sino un ansia de tener algún hijo propio perfectamente explicable y hasta encomiable, cuandola naturaleza no ha sido generosa con los padres adoptivos, o aunque lo haya sido, que hay matrimonios tan echados para adelante que no les importa añadir a los hijos suyos alguno ajeno. Yo sé de que hablo, porque tengo una nietecita china, Claudia Mei, que acaba de cumplir tres años, y que ha vuelto del revés como a un calcetín la vida de mi hija y su marido. La verdad que nos tiene a toda la familia algo fuera de sí, porque aparte de parecerse a muñeca de porcelana oriental, es más lista que el hambre, con una capacidad de asimilación impropio de su edad. O sea que, obviamente, para sus abuelos no tiene ningún defecto. Tan felices nos ha hecho a todos, que los padres ya han iniciado los trámites para adoptar a otra miña, en este caso vietnamita. Mi hija tanteó inicialmente la posibilidad de adoptar un niño español, pero resultó prácticamente imposible. Primero porque en España no hay niños en adopción, y en segundo lugar porque habitualmente no se dan en adopción plena, sino en acogida, con la enorme inseguridad jurídica que ello supone. Una familia que acoja a un niño, le dé su cariño, lo críe, lo eduque, le abra un porvenir acaso brillante, está expuesta en todo momento a que aparezca un buen día la madre natural o vete a saber qué otro familiar, y arranque al niño, ya jovencito, de su entorno afectivo y prometedor para entrar en otro ambiente acaso descompuesto y marginal. ¡Ay los derechos de los progenitores!, ¿es que los niños no tiene ningún derecho? Por lo que estamos viendo, ninguno. Durante el periodo de gestación, el hijo no deseado puede ser liquidado en cualquier momento sin mayores trámites ni obstáculos. Basta con pagar a la clínica abortista. Según las teorías feministas, la mujer tiene derecho pleno a decicidir sobre su cuerpo. En efecto, sobre su cuerpo sí, como si lo quiere convertir en filetes empanados de hamburguesería, que allá ella, pero no tiene ningún derecho sobre el embrión que ha concebido. Este ya no es su cuerpo, sino el cuerpo de otro ser humano, acogido, según las leyes de la naturaleza, al amparo del cuerpo que lo concibió. Como el recién nacido necesita que alguien cuide de él hasta bien entrado en año. Y los ancianos, y las personas minusválidas, y todo aquel sometido a la dependencia de otro. La madre no tiene dercho alguno a matar a su hijo, haya o no nacido, como no lo tiene ninguna persona sobre aquellas otras que le deben dependencia. Si lo hace comete un crimen, digan lo que quieran las leyes desalmadas y la cultura de la muerte, pero el hecho es lo que es, por mucho que le quiera maquillar con toda clase de eufemismos. De modo que es mucho mejor que China (como otros países), vendan a los niños abandonados por sus padres, que hacerlos picadillo como en esta España que ha perdido por completo la brújula. Vicente Alejandro Guillamón
Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda