El género en la EpC
En Educación para la Ciudadanía, nos encontramos con que una perspectiva de género por la que se pasa de dos a cinco sexos: mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales.
por Pablo Rodríguez
El otro día, un buen amigo mío, que está preparando la oposición al cuerpo jurídico militar, me explicaba el último tema que han incorporado al conjunto de los que tiene que estudiar. Se trata de la “perspectiva de género”, que imagino debe ser importante para el buen quehacer técnico de todo jurista de nuestro ejército que se precie. Otro conocido, con relación con el cuerpo diplomático, me explica que en la Escuela Diplomática, donde aquellos que han aprobado la oposición que da acceso a este cuerpo de funcionarios del Estado pasan unos meses formativos, también una de las asignaturas que allí se imparten tiene un nuevo tema: la perspectiva de género. En Educación para la Ciudadanía, nos encontramos con que esta perspectiva de género se encuentra presente en el temario. Activado principalmente por la conversación con mi amigo opositor, me lanzo a buscar más información sobre el particular. Lo que encuentro, sobre todo con la ayuda de un informe de una profesora norteamericana llamada Dale O’Leary, autora de un informe titulado descriptivamente “La deconstrucción de la mujer”, me sorprende tanto que estoy aquí escribiéndoles sobre mis impresiones. La expresión “género” no es otra manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, sino que sus proponentes ideológicos buscan superar esta estructura bipolar: piensan que las diferencias de manera de pensar y obrar son el producto de la cultura de un país y una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad. Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de “género” al que quieren pertenecer, todos igualmente válidos, diluyendo la diferencia entre sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede inventarse a sí mismo. Añaden además que pasamos de dos a cinco sexos: mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales. Unas frases iniciales resultan ilustrativas: el género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno y otro sexo. El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas. La perspectiva de género deriva del pensamiento del feminismo de género, que se diferencia del tradicional feminismo de equidad, en que el primero busca para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación; mientras que el feminismo de género piensa que la mujer está presa en un sistema patriarcal opresivo (Christina Hoff Sommers, “Who Stole Feminism?”). Profundizando en la cuestión me encontré unas afirmaciones que merecen ser difundidas para contribuir modestamente a evitar la injusticia que sería para la humanidad perderse estas perlas de la filosofía universal: “Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es – femenina o masculino -. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la verdadera naturaleza de todo individuo” (Kate Bornstein, “Gender Outlaw”). “El género implica clase, y la clase presupone desigualdad (...) los hombres no gozarían del privilegio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres no serían oprimidas si no existiera tal cosa como la mujer” (Susan Moller Okin, “Change the Family, Change the World”). “La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del género debe integrarse en los programas (escolares). Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y concienciar en este sentido a los maestros, para asegurar así que las niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el género” (“Equality and democracy: Utopia or Challenge?”, Council of Europe). “No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella” (Christina Hoff Sommers, “Who Stole Feminism?”). “La forma en que se propaga la especia es determinada socialmente. (...) En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas.” Heidi Harmann, The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism). “Este reclamo de derechos humanos elementales confronta con la oposición de todo tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de la oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios de planificación familiar” (Rhonde Copelon y Berta Esperanza Hernández. Sexual and Reproductive Rights and Health as Human Rights: Concepts and Strategies; an introduction for Activists, Human Rights Series, Cairo). La verdad es que, despistado, no prestaba mucha atención a todo esto, hasta que recordé lo que me había impulsado a buscar algo información: su introducción parece que sistemática en la enseñanza escolar, en temarios de oposiciones, en formación de funcionarios. ¿Será que se creen estas cosas? ¿será que las defienden? Pablo Rodríguez, Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia.
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