Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Diplomacia vaticana: Le llega el turno a Vietnam

por Alberto Royo Mejia

Mientras en nuestra vieja Europa se producen episodios rocambolescos, por no llamarles esperpénticos, como fue el de abogados británicos pidiendo que se arreste a Benedicto XVI en su viaje a Inglaterra o el aberrante registro efectuado a los obispos belgas, todos ellos inspirados por una fuerte ideologización anticatólica, que imagino no debe estar lejana de ciertas logias de este continente, en casi todas las demás partes del mundo las relaciones entre la Iglesia y los estados van poco a poco mejorando.

 

Es experta la Santa Sede en diplomacia, su red de nuncios y legados reflejan el deseo de la Iglesia de colaborar con todos los países del mundo, pues en todos hay católicos, sea en mayor o menor cantidad. Actualmente ascienden a 178 los Estados que tienen relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede, según un comunicado publicado hace poco la Santa Sede. A ellos hay que añadir la Unión Europea, la Soberana Orden Militar de Malta y una Misión de carácter especial: la Oficina de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En cuando a Organizaciones internacionales, la Santa Sede está presente en la ONU en calidad de “Estado observador”, y es miembro de siete organizaciones o agencias del sistema ONU, observador en otros ocho, y miembro u Observador en cinco organizaciones regionales.

 

Todo esto supone un trabajo arduo y paciente por parte de la Santa Sede de limar asperezas, llegar a acuerdos, buscar puntos comunes de diálogo y contacto, etc. Y si esto vale para todos los países, para el que inspira este comentario, todavía más: El que se haya llegado hace pocos días a un acuerdo con el gobierno de Vietnam para que haya allí un representante (no residente en el país) de la Santa Sede, ha requerido rizar el rizo en cuestión de diplomacia.

 

Junto a paises como Afganistán, Arabia Saudí, Bhutan, China popular, Corea del Norte, Maldivas, Omán, Tuvalu, hasta hace podo Vietnam era uno de los poquísimos países que no mantenía relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Sin embargo en Vietnam el catolicismo es particularmente floreciente. Datos estadísticos muestran que los dos grandes grupos religiosos en Vietnam son los budistas, con 10 millones de seguidores, y la Iglesia católica, con 6 millones, dentro de una población estimada en 86 millones de habitantes. Vistos los números de miembros de esas dos religiones y comparadas con el total de población, el índice de religiosidad no es muy elevado, por lo que las autoridades ven la religión como una fuerza a fomentar más por el bien del país que por su propio valor intrínseco.



Como en todos los regímenes comunistas la libertad religiosa es fuertemente reprimida, pero desde hace algunos años se nota visos de deshielo. El 18 de junio del 2004 el gobierno emitió una ordenanza sobre las creencias y sobre las religiones que gira en torno a dos principios según los cuales los creyentes -y por tanto los católicos- son parte integrante de la nación y el estado se compromete a responder a sus legítimas exigencias.
En ella se  enunciaba: «Las actividades religiosas y los asuntos religiosos en este nuevo periodo deberían: robustecer la unidad entre los seguidores de las diversas religiones dentro del contexto de una gran unidad nacional; desarrollar el robustecimiento general de todos los grupos étnicos; contribuir a una acertada puesta en práctica de la industrialización y modernización del país; y construir y defender la estabilidad de la patria».

 

Algo más recientemente nuevos hechos hicieron que cambiase la actitud de las autoridades del país: Por primera vez en Vietnam, obispos, sacerdotes, religiosas y fieles han salido a las calles por miles, a reivindicar más libertad. Lo hacían de forma pacífica, rezando, encendiendo velas, plantando cruces, llevando imágenes de la Virgen. Salieron a las calles en la capital Hanoi, en Hô Chi Minh Ville, la ex Saigón, y en otras ciudades. No una o pocas veces, sino durante días y semanas seguidas. Los motivos fueron a veces la petición de devolución de tierras o inmuebles a la Iglesia, cosa que no se ha efectuado, pero ha llamado la atención a los observadores cómo las autoridades han permitido dichas protestas pacíficas, sin ningún tipo de las represalias que son típicas en dicho país.

 

Los últimos años han presenciado un lento pero decidido acercamiento del gobierno vietnamita hacia la Iglesia, cosa que también está ocurriendo, a un ritmo distinto, por ejemplo en China. No todo ha sido fácil, ha habido que superar muchos recelos por parte de las autoridades de aquel país, e incluso muchos han visto en la dimisión del arzobispo de Hanoi, monseñor Joseph Ngô Quang Kiêt, un precio pagado para poder avanzar en las negociaciones. Desde luego, no sería la primera vez en que la Santa Sede tiene que sacrificar a algún eclesiástico para mejorar las relaciones con un país. Ahora, la novedad del nombramiento de un representante ante el gobierno de Vietnam, aunque no sea residente es un paso de grandísima importancia, un hito histórico cuyas repercusiones para el futuro de aquel país son difíciles de imaginar

El nombramiento acordó el grupo conjunto de trabajo Vietnam-Santa Sede en su segundo encuentro, celebrado en el Vaticano los días 23 y 24 de junio, según un comunicado de la Secretaría de Estado vaticana, publicado este sábado por la Oficina de Información de la Santa Sede. La delegación de la Santa Sede “pidió que se aseguren ulteriores condiciones que permitan a la Iglesia católica participar con mayor eficacia en el desarrollo del país, especialmente en el ámbito espiritual, educativo, sanitario, social y caritativo”, explica el comunicado. “Además recordó que la Iglesia en sus enseñanzas invita a los fieles a ser buenos ciudadanos y a comprometerse por el bien común de la población”. Por su parte, “la delegación vietnamita recordó las líneas constantes de la política vietnamita de respeto a la libertad de religión y de credo, así como las medidas legales de garantizar su actuación”.

Es una noticia de gran importancia: Por un lado muestra como incluso los comunistas con sentido común (si son de buena voluntad o no, yo no lo sabría decir) se dan cuenta del valor que la religión tiene para edificar una sociedad y promover el bien común. Por otro lado, se ve el prestigio que la Santa Sede tiene en todo el mundo, dejando de lado a los cuatro fantoches que le faltan al respeto. Aplicando esto a nuestro país, que claro está no tiene comparación con Vietnam (gracias a Dios), es curioso observar como sin duda nuestro gobierno se cuida mucho de no faltarle el respeto al Vaticano, mientras ningunean todo lo que pueden a los obispos españoles. Sin pedir que necesariamente les tengan que gustar los obispos de nuestro país -que sobre gustos no hay nada escrito-, ojalá al menos aprendiesen nuestros dirigentes, y los bienpensantes que les aconsejan (Peces-Barba y compañía) de los comunistas vietnamitas lo importante que puede ser la religión para la sociedad.

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